Alberto López González (Segovia, 1974). Ingeniero de telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid. He participado en la elaboración de documentación de carácter técnico, sin embargo Proyecto #194 ha sido su primera incursión en la novela larga de ficción. Aficionado a los juegos de ingenio y matemáticos, siempre le han apasionado los posibles retos que la ciencia y la sociedad puedan encontrarse en un futuro próximo. Actualmente está terminando su segunda novela “Voyager I: el último viaje” en la que se plantea qué ocurriría si el primer mensaje enviado por la humanidad al espacio a bordo de la sonda Voyager I encontrara un destinatario. Esta novela surge coincidiendo con el treinta aniversario del lanzamiento al espacio de dicha sonda.
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.
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Pregunta.- En su bibliografía usted nos cuenta que Proyecto #194 es su primera incursión en la novela larga de ficción. ¿Hubo antes otras novelas “cortas”?
Respuesta.- Bueno, yo no las calificaría de “novelas”, sino de experimentos de historias que nunca pasaban de las cinco páginas. Incluso durante mis años de adolescencia escribí algo de poesía. Sin embargo no fue hasta hace tres años, en las navidades del 2006, cuando me senté a escribir lo que ha sido mi primera novela. Todo surgió de la forma más extraña. Intentando ordenar la cantidad de papeles que tenía (y tengo), en el rincón de mi casa destinado a mí, cuando rescaté una historia de hacía más de 7 años. La releí y me gustó tanto que pensé que esta vez esa historia podría ser algo más que un “experimento”. Y empecé a escribir. Y la historia fue aflorando según escribía, y más ideas y personajes surgieron durante las dos semanas que tenía de vacaciones en aquellas navidades. Y sin darme cuenta tenía ya el germen de mi novela. Después fue un trabajo de muchos meses de ir robando tiempo al sueño para completar la historia que, casi un año después, estaba finalizada. La verdad, es que disfruté mucho escribiéndola. Para mí fue como leer una novela.
P.- Cuando comenté su novela en Acantilados de Papel cité a quienes consideraban adelantados a su tiempo, como Julio Verne o H.G. Wells, pero, por el contenido de esta novela, ¿no puede ser también considerado un adelantado Alberto López González?
R.- Yo no diría tanto, aunque uno de mis lectores me dijo que mi novela no era ciencia-ficción, sino la más pura realidad. Yo creo que casi todas las novelas de ciencia-ficción no dejan de ser más que especulaciones razonables de un futuro próximo, y en ese sentido la mayoría de las novelas muestran cosas que tarde o temprano llegarán a ser realidad. Sí que es cierto que en mi caso, muchas de los temas de los que trato están ya empezando a surgir en la sociedad actual, como el control de los menores o ancianos o las pulseras para violadores y acosadores… sin embargo en mi novela muy mucho más allá. En este sentido espero que no sea un visionario y nunca lleguemos a lo que muestro en ella.
P.- Su idea es la siguiente: cada vez el control de la población es mayor. Cada nuevo día los gobiernos amplían su conocimiento sobre los ciudadanos, y la identificación de las personas se ha convertido en algo prioritario. De ahí salta a la UPI. Hablemos de ellas.
R.- Como he dicho antes, la idea surge de algo que ya hoy en día estamos viviendo. Salvando las distancias, todos los animales domésticos tienen un chip que los identifica. En Inglaterra algunos padres quieren que sus hijos lleven unos relojes con GPS para estar siempre localizados… los ancianos con Alzheimer también poseen pulseras localizadoras, los acosadores llevan tobilleras para evitar que se acerquen a sus victimas, nuestros coches tienen sistemas antirrobo con localizador, nuestros DNIs son cada vez más sofisticados y nos identifican de forma segura… ¿Qué plantea mi novela? Una unión de todo esto y algo más en un único dispositivo; la UPI, Unidad Personal de Identificación. Un pequeño chip instalado bajo la piel, que nos identifica, nos localiza, nos permite comprar, acceder al trabajo e incluso controlar nuestras constantes vitales para avisar a los servicios de emergencia en caso de necesidad. ¿Es esto imposible? Yo creo que no. Es más, yo que acabo de ser padre me encantaría que algo así existiera para evitar casos como los de Madeleine. Hasta ahí todo perfecto, pero en mi novela hay algo más que la mayoría desconoce y que ofrece un control total y absoluto sobre la población. Y como decían en aquel concurso, hasta aquí puedo leer…
P.- ¿Es imprescindible en una novela de ciencia ficción que haya un enorme ordenador capaz de buscar- y encontrar- todo lo que pueda interesar a una corporación (GENESis, en este caso) en general y a su creador en particular?
R.- Para mi novela era imprescindible sin duda; ¿cómo controlar y gestionar la ingente cantidad de información generadas por las miles de millones de UPIs existentes de forma eficiente? Para este fin era imprescindible la exitencia de EMC2, el cerebro que lo gestiona todo. Sin embargo no se puede generalizar y no en todas las novelas del género existe esa figura, ni mucho menos, aunque sin duda es algo con lo que se ha especulado mucho. ¿Realmente en unos siglos existirá un gran sistema que lo gobierne todo (o casi todo) a nivel planetario? Pues no está claro. En este sentido las tendencias van cambiando, y si en los años noventa parecía ese era el camino a seguir (un gran sistema central con ordenadores “tontos” conectados a él), ahora parece que Internet nos lleva a un entorno totalmente descentralizado con muchos pequeños ordenadores que son capaces de trabajar conjuntamente, como ocurre en proyectos como los del SETI para la búsqueda de vida extraterrestre.
P.- Dígame una cosa, mientras escribía la novela, ¿creyó en algún momento que “el individuo se sentía más seguro si sabía que el sistema era capaz de llamar de forma automática a los servicios de emergencia en caso de detectar cualquier problema grave de salud”?
R.- ¿Quién no se sentiría seguro? Mucha gente, sobre todo gente mayor, muere en sus casas, sin que nadie se dé cuenta de ello hasta pasados varios días. Quizá muchos de ellos podrían haberse salvado si llevaran un sistema que monitorizase sus constantes vitales y avisará a los servicios de emergencia. De hecho ya hay prototipos para enfermos graves que están en sus domicilios. De nuevo aquí uso conceptos que empiezan a ser una realidad como la telemedicina.
P.- Durante la lectura de la novela he encontrado momentos narrativos donde se observa la mano de quien conoce bastante bien el mundo de la información.
R.- Sí, me temo que hay en la novela cierta deformación profesional, aunque espero que sea asequible para los profanos. Mi experiencia profesional y académica ha estado siempre ligada a las telecomunicaciones y a las nuevas tecnologías. De hecho he tenido la suerte de haber vivido los comienzos de Internet y de haber participado profesionalmente en ellos, cuando los modems más veloces iban a 19200 bps. En cualquier caso, la novela no es en absoluto de difícil lectura, y si bien se basa en especulaciones técnicas más o menos plausibles, está escrita de forma sencilla y no se precisan de conocimientos de informática para leerla sin problemas.
P.- ¿Qué son las CCA?
R.- Esta es una muy buena pregunta y una de las claves de la novela. Es lo que convierte a mi libro en una novela de ciencia-ficción en vez de una descripción de lo que ocurrirá en cincuenta años.
Las siglas corresponden a “Células Cognitivas Autónomas”. Permíteme que no cuente mucho sobre ellas para no desvelar una de las partes principales de la trama. Sólo decir que son unas agrupaciones celulares desconocidas presentes en todos los individuos menos en unos pocos, que poseen una anomalía genética que impiden que dichas células se asiente. Ellas son las responsables de que las UPIs permitan un control mayor de lo que la población cree.
No puedo decir mucho más, porque además ellas son las protagonistas de la continuación de la novela que ya está en marcha, ya que hay muchas preguntas sin respuestas en la primera novela.
¿De dónde surgen estas CCA? ¿Para qué sirven realmente? ¿Quién las ha creado? Para tener respuesta a todas estas preguntas habrá que esperar a las siguientes novelas de la saga.
P.- Y, por supuesto, el gran descubrimiento, ¿qué es la anomalía de Leeman-Jacobsen?
R.- Es lo que permite librarse del control total. Cómo ya he indicado las CCA permiten un control total de la información de los individuos, menos de aquellos que poseen dicha anomalía. Como no podía ser de otra manera nuestro protagonista posee dicha anomalía y por eso será perseguido.
P.- No voy a desvelar el final de la novela, pero, ¿no se presenta apocalíptico cuando EMC2 decide que no volvería a dejarse programar por ningún ser humano?
R.- Creo que es inevitable un resultado así. Si algún día somos capaces de crear un ordenador, robot, o ser artificial con inteligencia y sobre todo con conciencia de sí mismo, el resultado será ineludiblemente ese. ¿O acaso a nosotros nos gustaría que alguien nos dijese todo el rato qué hacer o qué no? Me temo que es un final inevitable.
P.- Ya que hablamos de nuevas tecnologías. Su novela responde a los nuevos campos que se abren para el mundo editorial. ¿Dónde puede encontrarse su novela?
R.- Actualmente mi novela sólo puede adquirirse por Internet, bien en formato electrónico o bien en formato tradicional en papel gracias a la autoedición, en bubok.es. En cualquier caso estoy intentando ampliar la disponibilidad del libro incluyendo tiendas tradicionales, pero los pasos son lentos. De todas formas en mi página, http://www.historiasdehojalata.com podréis acceder a toda la información de última hora.
P. Una pregunta más general. En su novela nos presenta un mundo ideal, no sé si la centra en este momento histórico o en el futuro más o menos cercano. Pero, dígame, ¿qué ha ocurrido con el cambio climático, con el deshielo de los casquetes polares, con la desaparición de los grandes glaciales, con la contaminación atmosférica...?
R.- Digamos que yo soy optimista, aunque día a día empiezo a replantearme mi postura.
La verdad es que creo que aún estamos a tiempo para parar y revertir la situación. Si no lo somos, sin duda el escenario será muy distinto, y pasaremos de una sociedad del bienestar a una sociedad de supervivencia. Pero eso creo que sería una muy buena idea para otra novela…
P.: Terminaré preguntándole cómo ve el ingeniero de telecomunicaciones el futuro de los libros.
R.- Sinceramente creo que el futuro de los libros se puede asemejar a lo que pasó hace un siglo con los caballos. Antes de la llegada del automóvil la gente se movía a caballo, bien de forma individual o bien en carro tirado por caballos. Con la llegada del automóvil y sus claras ventajas frente al caballo, éste fue desapareciendo de nuestras calles, pero no de nuestras vidas. Hay mucha gente que tiene caballos, que aprende a montar a caballo… hay campeonatos de monta, de doma etc… incluso tenemos policía a caballo. ¿Por qué razón? Creo que por motivos que van más allá de lo práctico, por motivos sentimentales o de placer. Mucha gente disfruta paseando a caballo por el campo aunque iría más rápido y más lejos en coche o en moto.
Bueno, pues creo que con los libros va a pasar algo parecido. Sin duda un libro electrónico posee innumerables ventajas frente al libro tradicional, sin embargo el libro tradicional tiene algo de placer, de disfrute, con su olor y textura que hará que permanezca siempre entre nosotros.
Mi previsión es que los formatos físicos están abocados a convertirse en un mercado de nicho, pero no sólo en los libros, sino en la música o en el video. Los libros en veinte años se venderán como ahora se venden los vinilos, para aficionados, fans y coleccionistas. Y ojo que digo veinte años y creo que estoy siendo muy conservador.
Ha sido un placer charlar con usted de ese sombrío futuro que nos presenta en Proyecto #194. Muchas gracias.
El placer ha sido mío. Es mi primera entrevista y espero que no sea la última. Muchas gracias a ti por el magnífico trabajo que realizas para la divulgación de los autores noveles.
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.
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Pregunta.- En su bibliografía usted nos cuenta que Proyecto #194 es su primera incursión en la novela larga de ficción. ¿Hubo antes otras novelas “cortas”?
Respuesta.- Bueno, yo no las calificaría de “novelas”, sino de experimentos de historias que nunca pasaban de las cinco páginas. Incluso durante mis años de adolescencia escribí algo de poesía. Sin embargo no fue hasta hace tres años, en las navidades del 2006, cuando me senté a escribir lo que ha sido mi primera novela. Todo surgió de la forma más extraña. Intentando ordenar la cantidad de papeles que tenía (y tengo), en el rincón de mi casa destinado a mí, cuando rescaté una historia de hacía más de 7 años. La releí y me gustó tanto que pensé que esta vez esa historia podría ser algo más que un “experimento”. Y empecé a escribir. Y la historia fue aflorando según escribía, y más ideas y personajes surgieron durante las dos semanas que tenía de vacaciones en aquellas navidades. Y sin darme cuenta tenía ya el germen de mi novela. Después fue un trabajo de muchos meses de ir robando tiempo al sueño para completar la historia que, casi un año después, estaba finalizada. La verdad, es que disfruté mucho escribiéndola. Para mí fue como leer una novela.
P.- Cuando comenté su novela en Acantilados de Papel cité a quienes consideraban adelantados a su tiempo, como Julio Verne o H.G. Wells, pero, por el contenido de esta novela, ¿no puede ser también considerado un adelantado Alberto López González?
R.- Yo no diría tanto, aunque uno de mis lectores me dijo que mi novela no era ciencia-ficción, sino la más pura realidad. Yo creo que casi todas las novelas de ciencia-ficción no dejan de ser más que especulaciones razonables de un futuro próximo, y en ese sentido la mayoría de las novelas muestran cosas que tarde o temprano llegarán a ser realidad. Sí que es cierto que en mi caso, muchas de los temas de los que trato están ya empezando a surgir en la sociedad actual, como el control de los menores o ancianos o las pulseras para violadores y acosadores… sin embargo en mi novela muy mucho más allá. En este sentido espero que no sea un visionario y nunca lleguemos a lo que muestro en ella.
P.- Su idea es la siguiente: cada vez el control de la población es mayor. Cada nuevo día los gobiernos amplían su conocimiento sobre los ciudadanos, y la identificación de las personas se ha convertido en algo prioritario. De ahí salta a la UPI. Hablemos de ellas.
R.- Como he dicho antes, la idea surge de algo que ya hoy en día estamos viviendo. Salvando las distancias, todos los animales domésticos tienen un chip que los identifica. En Inglaterra algunos padres quieren que sus hijos lleven unos relojes con GPS para estar siempre localizados… los ancianos con Alzheimer también poseen pulseras localizadoras, los acosadores llevan tobilleras para evitar que se acerquen a sus victimas, nuestros coches tienen sistemas antirrobo con localizador, nuestros DNIs son cada vez más sofisticados y nos identifican de forma segura… ¿Qué plantea mi novela? Una unión de todo esto y algo más en un único dispositivo; la UPI, Unidad Personal de Identificación. Un pequeño chip instalado bajo la piel, que nos identifica, nos localiza, nos permite comprar, acceder al trabajo e incluso controlar nuestras constantes vitales para avisar a los servicios de emergencia en caso de necesidad. ¿Es esto imposible? Yo creo que no. Es más, yo que acabo de ser padre me encantaría que algo así existiera para evitar casos como los de Madeleine. Hasta ahí todo perfecto, pero en mi novela hay algo más que la mayoría desconoce y que ofrece un control total y absoluto sobre la población. Y como decían en aquel concurso, hasta aquí puedo leer…
P.- ¿Es imprescindible en una novela de ciencia ficción que haya un enorme ordenador capaz de buscar- y encontrar- todo lo que pueda interesar a una corporación (GENESis, en este caso) en general y a su creador en particular?
R.- Para mi novela era imprescindible sin duda; ¿cómo controlar y gestionar la ingente cantidad de información generadas por las miles de millones de UPIs existentes de forma eficiente? Para este fin era imprescindible la exitencia de EMC2, el cerebro que lo gestiona todo. Sin embargo no se puede generalizar y no en todas las novelas del género existe esa figura, ni mucho menos, aunque sin duda es algo con lo que se ha especulado mucho. ¿Realmente en unos siglos existirá un gran sistema que lo gobierne todo (o casi todo) a nivel planetario? Pues no está claro. En este sentido las tendencias van cambiando, y si en los años noventa parecía ese era el camino a seguir (un gran sistema central con ordenadores “tontos” conectados a él), ahora parece que Internet nos lleva a un entorno totalmente descentralizado con muchos pequeños ordenadores que son capaces de trabajar conjuntamente, como ocurre en proyectos como los del SETI para la búsqueda de vida extraterrestre.
P.- Dígame una cosa, mientras escribía la novela, ¿creyó en algún momento que “el individuo se sentía más seguro si sabía que el sistema era capaz de llamar de forma automática a los servicios de emergencia en caso de detectar cualquier problema grave de salud”?
R.- ¿Quién no se sentiría seguro? Mucha gente, sobre todo gente mayor, muere en sus casas, sin que nadie se dé cuenta de ello hasta pasados varios días. Quizá muchos de ellos podrían haberse salvado si llevaran un sistema que monitorizase sus constantes vitales y avisará a los servicios de emergencia. De hecho ya hay prototipos para enfermos graves que están en sus domicilios. De nuevo aquí uso conceptos que empiezan a ser una realidad como la telemedicina.
P.- Durante la lectura de la novela he encontrado momentos narrativos donde se observa la mano de quien conoce bastante bien el mundo de la información.
R.- Sí, me temo que hay en la novela cierta deformación profesional, aunque espero que sea asequible para los profanos. Mi experiencia profesional y académica ha estado siempre ligada a las telecomunicaciones y a las nuevas tecnologías. De hecho he tenido la suerte de haber vivido los comienzos de Internet y de haber participado profesionalmente en ellos, cuando los modems más veloces iban a 19200 bps. En cualquier caso, la novela no es en absoluto de difícil lectura, y si bien se basa en especulaciones técnicas más o menos plausibles, está escrita de forma sencilla y no se precisan de conocimientos de informática para leerla sin problemas.
P.- ¿Qué son las CCA?
R.- Esta es una muy buena pregunta y una de las claves de la novela. Es lo que convierte a mi libro en una novela de ciencia-ficción en vez de una descripción de lo que ocurrirá en cincuenta años.
Las siglas corresponden a “Células Cognitivas Autónomas”. Permíteme que no cuente mucho sobre ellas para no desvelar una de las partes principales de la trama. Sólo decir que son unas agrupaciones celulares desconocidas presentes en todos los individuos menos en unos pocos, que poseen una anomalía genética que impiden que dichas células se asiente. Ellas son las responsables de que las UPIs permitan un control mayor de lo que la población cree.
No puedo decir mucho más, porque además ellas son las protagonistas de la continuación de la novela que ya está en marcha, ya que hay muchas preguntas sin respuestas en la primera novela.
¿De dónde surgen estas CCA? ¿Para qué sirven realmente? ¿Quién las ha creado? Para tener respuesta a todas estas preguntas habrá que esperar a las siguientes novelas de la saga.
P.- Y, por supuesto, el gran descubrimiento, ¿qué es la anomalía de Leeman-Jacobsen?
R.- Es lo que permite librarse del control total. Cómo ya he indicado las CCA permiten un control total de la información de los individuos, menos de aquellos que poseen dicha anomalía. Como no podía ser de otra manera nuestro protagonista posee dicha anomalía y por eso será perseguido.
P.- No voy a desvelar el final de la novela, pero, ¿no se presenta apocalíptico cuando EMC2 decide que no volvería a dejarse programar por ningún ser humano?
R.- Creo que es inevitable un resultado así. Si algún día somos capaces de crear un ordenador, robot, o ser artificial con inteligencia y sobre todo con conciencia de sí mismo, el resultado será ineludiblemente ese. ¿O acaso a nosotros nos gustaría que alguien nos dijese todo el rato qué hacer o qué no? Me temo que es un final inevitable.
P.- Ya que hablamos de nuevas tecnologías. Su novela responde a los nuevos campos que se abren para el mundo editorial. ¿Dónde puede encontrarse su novela?
R.- Actualmente mi novela sólo puede adquirirse por Internet, bien en formato electrónico o bien en formato tradicional en papel gracias a la autoedición, en bubok.es. En cualquier caso estoy intentando ampliar la disponibilidad del libro incluyendo tiendas tradicionales, pero los pasos son lentos. De todas formas en mi página, http://www.historiasdehojalata.com podréis acceder a toda la información de última hora.
P. Una pregunta más general. En su novela nos presenta un mundo ideal, no sé si la centra en este momento histórico o en el futuro más o menos cercano. Pero, dígame, ¿qué ha ocurrido con el cambio climático, con el deshielo de los casquetes polares, con la desaparición de los grandes glaciales, con la contaminación atmosférica...?
R.- Digamos que yo soy optimista, aunque día a día empiezo a replantearme mi postura.
La verdad es que creo que aún estamos a tiempo para parar y revertir la situación. Si no lo somos, sin duda el escenario será muy distinto, y pasaremos de una sociedad del bienestar a una sociedad de supervivencia. Pero eso creo que sería una muy buena idea para otra novela…
P.: Terminaré preguntándole cómo ve el ingeniero de telecomunicaciones el futuro de los libros.
R.- Sinceramente creo que el futuro de los libros se puede asemejar a lo que pasó hace un siglo con los caballos. Antes de la llegada del automóvil la gente se movía a caballo, bien de forma individual o bien en carro tirado por caballos. Con la llegada del automóvil y sus claras ventajas frente al caballo, éste fue desapareciendo de nuestras calles, pero no de nuestras vidas. Hay mucha gente que tiene caballos, que aprende a montar a caballo… hay campeonatos de monta, de doma etc… incluso tenemos policía a caballo. ¿Por qué razón? Creo que por motivos que van más allá de lo práctico, por motivos sentimentales o de placer. Mucha gente disfruta paseando a caballo por el campo aunque iría más rápido y más lejos en coche o en moto.
Bueno, pues creo que con los libros va a pasar algo parecido. Sin duda un libro electrónico posee innumerables ventajas frente al libro tradicional, sin embargo el libro tradicional tiene algo de placer, de disfrute, con su olor y textura que hará que permanezca siempre entre nosotros.
Mi previsión es que los formatos físicos están abocados a convertirse en un mercado de nicho, pero no sólo en los libros, sino en la música o en el video. Los libros en veinte años se venderán como ahora se venden los vinilos, para aficionados, fans y coleccionistas. Y ojo que digo veinte años y creo que estoy siendo muy conservador.
Ha sido un placer charlar con usted de ese sombrío futuro que nos presenta en Proyecto #194. Muchas gracias.
El placer ha sido mío. Es mi primera entrevista y espero que no sea la última. Muchas gracias a ti por el magnífico trabajo que realizas para la divulgación de los autores noveles.
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