domingo, 9 de noviembre de 2008

Álvaro Areskurrinaga nos habla de El precio del trono

Alvaro Areskurrinaga es un hombre de letras, y no sólo por su afición a la literatura, sino por su licenciatura en derecho por la Universidad de Deusto. Ello le lleva, además, hacia las leyes. ¿Qué mejor principio para su carrera literaria que una obra que una letras y leyes? Por que él, nacido en 1970 en Gernika, nos presenta una novela donde encontraremos las injusticias, y luchando contra ellas, aquellos que pretenden restablecer la legitimidad. En su biografía podemos leer que siempre ha sentido la literatura como una vocación paralela, y ha escrito a lo largo de los años varias obras de diferentes géneros: novela, relatos cortos y poesía.

Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas, a quien agradecemos la cortesía.
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P.- La afición a la literatura se despertó muy pronto en usted, según puedo comprobar por sus datos biográficos.
Así es. Lector he sido desde que recuerdo. Y creo que de una u otra forma, siquiera esporádica, sentí el impulso literario casi desde que aprendí a leer y escribir de niño: ya las redacciones de la escuela me fascinaban y ponía en ellas todo lo que tenía en mi interior. Luego, en la adolescencia, la escritura me servía a la vez como desahogo sentimental, algo típico de esa edad. Y, digamos ya “en serio”, llevo escribiendo desde las postrimerías de mi época universitaria, hace unos quince años, aunque no ha sido hasta este mismo 2008 que publico mi primera obra dentro del género de la literatura fantástica. Por supuesto, durante toda mi vida he ido compaginando la actividad literaria con mi formación académica y mi trabajo profesional como abogado, aunque según en qué momentos no me ha resultado fácil. Así pues, supongo que si eso no es vocación debe ser locura... mejor opto por la primera explicación, no sea que se enteren y me encierren...


P.- Usted escribe novela, cuentos o lo que ahora se llama relatos cortos, y poesía. No es lo habitual, sobre todo, escribir novela y poesía. ¿Hay un lugar donde Álvaro se encuentre más a gusto? ¿O todas esas formas creativas son facetas de su espíritu?
Yo concibo la literatura como una experiencia absoluta, omnicomprensiva, que lo abarca todo. Desde la exaltación épica a la metáfora melancólica, desde la parodia irónica o burlesca hasta el arrebato amoroso, desde la descripción más objetiva y analítica de la sociedad en que vivimos hasta la imaginación desbocada en que afloran nuestros sueños y deseos más secretos e... ¿inconfesables?. Para mí todo es literatura y la literatura lo es todo. Y, como muy bien apuntas, cada género o forma creativa se corresponde con una faceta del espíritu, lo has expresado a la perfección. Creo que el alma humana (todas las almas, y también la mía) es muy profunda y compleja, y al menos para mí el expresarme a través de distintos géneros literarios es la vía para dar cauce a esa variada complejidad del alma como expresión creativa multiforme, pero todas esas facetas no me parecen incompatibles sino complementarias. Si se me permite el atrevimiento de citar a Gustavo Adolfo Bécquer, que también compaginó distintos géneros, en la Introducción de sus Rimas y Leyendas (aunando verso y prosa) expresó todo esto de manera admirable y quizás inmejorable cuando decía: “Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo...” y todo lo que sigue. Recomiendo a cuantos aman la literatura releer entera esa Introducción, que creo refleja a la perfección lo que es la vocación literaria sentida casi como una necesidad vital. Y yo, modestamente y en la medida de mis fuerzas, también siento esa necesidad de expresión multiforme en varias facetas a través de los diversos géneros literarios que has mencionado.


P.- Aún así, se nos presenta con una novela compleja. Lo digo pues no termina en este ejemplar que tenemos en la mano, El precio del trono, sino que se tratará de una trilogía, con el nombre común de Hermanos por un imperio.
Efectivamente, es una novela compleja, con una historia y unos personajes también complejos, como son los hermanos protagonistas Ástar y Areor, o Séyra. “Hermanos por un imperio” es el nombre del conjunto de la obra completa, articulada en tres partes o libros. No obstante, debo aclarar que, aunque forman parte de un todo común, cada libro puede ser perfectamente leído de forma autónoma, especialmente en el caso de la primera parte, titulada “El precio del trono”, al final de la cual quedan resueltas las cuestiones que se plantean a su comienzo, sin perjuicio de que en la segunda parte surjan otras nuevas relacionadas con las anteriores; de hecho, entre los sucesos recogidos en cada parte hay incluso una pausa temporal dentro de la narración. La historia completa narrada en la trilogía se desarrolla durante aproximadamente una década, a lo largo de la cual los personajes van evolucionando con el paso de los años, al mismo ritmo con que van dejando su impronta en el mundo y en la época en que viven. Lo que sí puedo confirmar también es que se trata de una trilogía cerrada, con un principio y un final claros, no de una serie indefinida de libros que no se sabe cuántos serán en total o cuándo acabarán... En todo caso pienso que esta obra, que por su temática puede encuadrarse en el género de la fantasía épica o heroica, puede hacer disfrutar mucho a los aficionados a dicho género y, además, por su enfoque “realista” en lo que se refiere al tratamiento de personajes y situaciones, puede también resultar del agrado de los aficionados a la novela histórica y a la literatura en general.


P.- Tengo entendido que la historia siempre le ha apasionado, tanto como la fantasía. ¿Ha dejado fluir esta influencia en su obra?
Sin duda que sí. La fantasía me apasiona porque proporciona el mayor margen posible a la imaginación y a la libertad creativa; y la historia también me apasiona porque es la que nos enseña esa rica experiencia del devenir humano a lo largo y ancho del mundo y de tantas incontables generaciones, y es la que nutre no sólo nuestro propio presente sino también esa misma imaginación de la que nace la fantasía. De hecho, si nos remontamos en el tiempo, en su origen la literatura fantástica se inspiraba en hechos históricos aunque fuera para luego recrearlos bajo una nueva apariencia y sublimarlos, ya desde “La Ilíada” de Homero, o la Saga de Sigfrido y los Nibelungos, o el Ciclo Artúrico... Todo nace de una misma fuente ancestral donde se entremezclan la historia, la leyenda, el mito, los sueños... Pero eso no significa que haya que confundir una materia con otra (como se suele decir, “juntas pero no revueltas”). De hecho, a mí no me gusta que, como en ocasiones sucede, se pretenda hacer pasar por historia lo que sólo es fantasía o se presenten como hechos o personajes reales unos que son imaginarios. En lo que se refiere a mi obra, al leer la misma no cabe duda de que se trata de un mundo imaginario, pero he procurado que el enfoque en la narración de los hechos sea próximo al de la novela histórica a fin de que resulten más fácilmente creíbles y coherentes para el lector, no en el sentido de confundirlos con hechos históricos sino en el de “sumergirse” durante el tiempo de lectura en una dimensión mental paralela que recree otro mundo distinto pero semejante a éste en que vivimos.

P.- En esta primera entrega de la saga, he encontrado similitudes con algunas épocas y tierras de nuestro mundo real.
Dices bien al hablar de similitudes, que no correspondencias, por lo que explicaba antes. La saga tiene lugar en una época y lugar imaginarios, pero probablemente se puedan encontrar similitudes o semejanzas con algunas épocas y tierras históricas de nuestro mundo real, aunque no una sola específica: en cuanto al marco temporal, podría transcurrir en una época a medio camino entre las grandes civilizaciones de la Antigüedad y la Edad Media; y en cuanto al marco geográfico, discurre en un nuevo continente habitado por diversos pueblos en cuyas características tal vez puedan encontrarse rastros o similitudes con muchos países o naciones naturales del Mediterráneo y Mesopotamia, aunque quizá también del norte de Europa y Asia... e incluso en algún caso de pueblos nativos americanos. Pero nunca fue mi idea establecer una correlación con específicos países y razas reales, y no sería una interpretación correcta buscar correspondencias biunívocas entre los pueblos que aparecen en mi obra y pueblos históricos. Naturalmente, la creación literaria fantástica no surge del vacío, sino que se alimenta e inspira de conocimientos previos que provienen de nuestro mundo real. Pero luego, o al menos en mi caso, esos recuerdos de épocas y tierras históricas se mezclan con lecturas, vivencias, ensoñaciones, especulaciones... y muchos otros “ingredientes” ajenos a los históricos. Todo eso se mezcló y agitó en mi cabeza como si fuera una coctelera... de forma que el resultado final vertido en la novela, aunque está formado en su origen con esos ingredientes de que hablaba (algunos históricos, otros no), tras el proceso de elaboración literaria ya se ha convertido en algo distinto, digamos como un cóctel “Alexander” o un “Bloody Mary”... bueno, o como el zumo de una macedonia de frutas, que quizá sea más saludable... Por eso, para reflejar el resultado de esa combinación, en la contraportada del libro hablo de “epopeya fantástica pero pseudohistórica”...


P.- ¿Qué es la pseudohistoria?
Bueno, este término probablemente no pueda tener cabida en una catalogación académica. Es una expresión que he utilizado, según lo que antes comentábamos, para intentar reflejar de la forma más intuitiva posible el estilo que he utilizado al escribir esta obra, como una “epopeya fantástica pero pseudohistórica”, es decir, una historia que no es real pero que podría serlo, o que en sus características se asemeja bastante a la real. Con lo de "pseudohistórica", a lo que me refiero es al tipo de enfoque que he seguido en la narración de los hechos y el tratamiento de situaciones y personajes: todos son imaginarios pero he procurado dotarles del mayor realismo posible, desde una perspectiva general concebida para intentar simular algo así como una especie de hipotética historia alternativa de nuestro mundo, no ocurrida pero que podría haber tenido lugar. Por tanto, en la historia de mi obra cambia la configuración de países, la caracterización y devenir de naciones y razas... pero no tanto las actitudes, móviles y conductas, tanto en lo referente a los colectivos como a los individuos. Aunque, naturalmente, son los lectores de “El precio del trono” (y, en su caso, de la trilogía completa), quienes han de decir si lo he sabido representar de una forma creíble y coherente... además de atractiva y satisfactoria, claro está.

P.- Y no me extrañaría que los dos libros que darán continuidad a ésta primera entrega, ya están escritos. (Por cierto, no me gusta la palabra “secuela” para hablar de la continuidad de una novela, película, obra, etc. Secuela siempre designa algo negativo, por que secuelas quedan tras un accidente, tras una enfermedad, tras un episodio traumático).
A mí tampoco me gusta lo de “secuela”, por lo que tú dices... Prefiero hablar de continuación, tal como sugieres, y además en este caso es más apropiado, puesto que los tres libros forman parte de una misma obra (“Hermanos por un imperio”), aunque cada uno pueda ser leído de forma autónoma, especialmente el primero. Efectivamente, las otras dos partes ya están también escritas, precisamente porque cada una es continuación de la anterior y así las he ido desarrollando. Concebí el núcleo esencial de toda la obra una tarde de otoño, ya lejana, mientras cumplía el servicio militar (sí, fui uno de los últimos “pringados” que tuvieron que hacerla), en un momento en que yo verdaderamente necesitaba evadirme de la realidad circundante... y fue casi como una “visión”. La idea apareció de improviso y fue cobrando forma en mi mente de forma progresiva pero imparable... así que cogí un cuaderno de bolsillo y un bolígrafo y empecé a tomar notas esquemáticas sobre lo que sería el “esqueleto” de la historia y los personajes principales, así como un primer boceto del mapa. Pero rellenar ese “esqueleto” de carne, vísceras, órganos y piel, es decir, escribir de forma elaborada y detallada todo el desarrollo de aquel embrión de historia, me ha llevado casi siete años (me refiero a la trilogía completa, y teniendo en cuenta que lógicamente sólo le he podido dedicar una parte de mi tiempo, el que me dejaba libre mi trabajo como abogado con el que me gano la vida), y unos años más de gestiones con editoriales hasta ver por fin publicada la primera parte de la obra. Espero que también la segunda y la tercera partes puedan llegar a ver la luz (el “fiat lux”, que diría Bécquer...) no tardando mucho, pero para eso habrá que esperar y ver si “El precio del trono” tiene una buena acogida... En todo caso, aunque ello me ha supuesto un gran esfuerzo, cuando tengo mi libro por fin publicado entre las manos siento que ya todo ha merecido la pena.

P.- Y, desde hace unas semanas, de la tertulia literaria que cada primer viernes laborable se celebra en Bilbao.
Así es. Esa tertulia es conocida como "la TerBi" y, por lo que ahora he sabido, debe ser una de las tertulias más antiguas (si no la más) que existe en la Península relativa a la fantasía y la ciencia ficción, desde hace unos catorce años si no entendí mal. Yo sólo formo parte de ella desde primeros de septiembre, ya que hasta este verano no sabía de su existencia (culpa mía, por no haber indagado antes, pero qué le vamos a hacer, más vale tarde que nunca...). Tiene lugar, como bien dices, el primer viernes laborable de cada mes, ya al anochecer, en una cafetería de Bilbao y se celebra de manera informal pero muy interesante, conversando amigablemente sobre cualesquiera cuestiones relativas a este género, en un ambiente que resulta muy agradable y enriquecedor, intercambiando noticias, comentarios, opiniones e incluso libros. A ella asisten personas que tienen una larga experiencia en todo este mundo de la literatura fantástica, aparte de recién llegados como yo... pero todos son bienvenidos.

P.- Abogacía, literatura, foros, tertulia literaria... ¿Acaso Álvaro tiene el secreto del tiempo? O, como ya pregunté a otros autores, la profesora McGonagall le ha prestado un Giratiempo?
¡¡Ja, ja!! ¡Ya me gustaría tener algún secreto como el que mencionas...! Aunque podría preguntarte a ti lo mismo, por lo que conozco de tu ingente actividad relacionada con la literatura, especialmente en foros de Internet. Bueno, por mi parte supongo que, al igual que tantos otros autores que tienen que compaginar la actividad literaria con su trabajo profesional, el único secreto posible es la vocación, la fuerza de voluntad y el sentimiento gratificante de autorrealización personal que te proporciona por sí misma la literatura. Aparte de eso, creo que es fundamental organizarse bien, además de tener paciencia y constancia. Yo al menos no conozco otro secreto... ¡pero ya querría, así que si lo descubres, por favor avísame!


P.- Ya hemos hablado de que usted escribe poesía. Dígame, en el mundo actual, el de las prisas, el del temible cambio climático, ¿qué sentido tiene la poesía?
La poesía siempre ha existido y siempre existirá, de una u otra forma, porque responde a una necesidad profunda y eterna del alma humana (el “alimento del alma”, creo que la llamaba algún poeta). En todo caso, aunque puede parecer un género minoritario en comparación con otros, al menos en cuanto a la cifra de libros vendidos, creo que en el fondo tiene más eco de lo que se cree, si pensamos en la poesía no sólo estrictamente como la expresada en verso sino también como lo que se suele llamar “prosa poética”, de la cual a menudo se encuentran ejemplos en muchos libros, por lo menos en algunos pasajes. Por mi parte, mi obra literaria en verso no es muy extensa (aunque sí intensa, creo, al menos para mí), pero en casi todas mis obras suelo intercalar algunos pasajes o incluso simples frases que creo podrían encuadrarse en la prosa poética. Pero, bueno, al menos en “El precio del trono” sí aporto mi pequeño granito de arena en verso, ya que en uno de sus capítulos aparecen algunas estrofas en las que se condensa una profecía que ejerce gran influencia sobre los protagonistas de la historia. Así que, al menos en parte, quizá la importancia y sentido de la poesía no resida tanto en su cantidad, sino en su fuerza inspiradora oculta, como cauce de expresión y a la vez motor invisible de las motivaciones y pulsiones humanas más profundas y auténticas...

P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve el abogado?
De forma similar a la poesía (aunque probablemente ésta sea más antigua, en forma de tradición oral), pienso que los libros, y aquí incluyo también los códigos o libros de leyes además de los estrictamente literarios, existen desde que hay constancia histórica de una civilización humana. Puede cambiar su soporte (piedra, tablillas, papiro, pergamino, papel, soporte informático o digital...), pero lo que más importa no es el continente sino el contenido, ya sea para permitir un ordenamiento legal de la sociedad o para dar “vuelo literario” al espíritu humano. Si algún día en el futuro ya no hubiera libros, en el sentido al que me he referido, creo que tampoco podría haber ya civilización, o al menos ninguna en que mereciera la pena vivir. Y está en manos de todos nosotros evitar que pueda llegar ese infausto día... leyendo y hablando de libros.


Muchas gracias.
Gracias a ti y a todos los que de una u otra forma comparten este espacio de “Hablando de libros”.

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