miércoles, 16 de mayo de 2018

Hablando de libros con Francisco Javier Illán Vivas

[Img #16031]Una entrevista de Manu Leal Nicolás
Francisco Javier Illán Vivas, a quien apodan en las redes sociales el “molinense errante”, tiene nueva obra, algo tan inesperado para sus seguidores como para él mismo, Versos envenenados, novela que fue finalista del VII premio Wilkie Collins de novela negra y que se presentó a nivel nacional en Santacruz de Tenerife, el pasado 8 de marzo.

Francisco Javier nació en Molina de Segura, en 1958, su actividad de crítico literario comenzó aquí, en estas mismas páginas, en Vegamediapress.com hace ya casi dos décadas, y donde fue dando a conocer por primera vez a tantos escritores que, ahora, son sobradamente conocidos y, ya un poco apartado de la labor periodística, aunque mantiene una estrecha relación con el diario digital y con su director, Jesús Pons, sigue promocionando nuevas plumas en las dos colecciones literarias que edita anualmente: Diez voces de la poesía actual, que va por su cuarta convocatoria; y el Certamen Ángeles Palazón de cuentos de Navidad, que este año conocerá su quinta convocatoria. Ha dirigido dos revistas literarias, Ágora papeles de arte gramático y Acantilados de papel, la cual fundó junto a Toñy Riquelme.

Pregunta.- De sus publicaciones, que han sido muchas, él siempre dice que comenzó Con paso lento,en 2003 y ahora nos encontramos con que ha publicado doce en solitario y… ¿cuántas en total?

Respuesta.- Este año he publicado, con Versos envenenados, mi Opus 60, permíteme decirlo en términos musicales.

P.- Y a estas alturas de tu creación literaria, ¿qué hace distinta Versos envenenados a tu obra precedente?

R.- Versos envenenados da un giro total a lo que antes había escrito, en el sentido que la obra narrativa debo asentarla en la tierra, como si pusiese los pies en ella. Es cierto que en muchos relatos he hecho eso, pero aquí, como verás y seguro que comentaremos, la novela está muy anclada en la realidad que nos rodea y la centro en un momento histórico concreto, antes y después del 11 M en España.

P.- Una novela policíaca donde, sorpréndenos, la poesía está muy presente, un género que has cultivado y en el que has obtenido libros con muy buena crítica literaria. Poesía que, además, ha conocido su traducción a otras lenguas, al árabe, por ejemplo, y publicada en Egipto.

R.- El género negro tiene sus características, ya sobradamente conocidas, que han sido hasta teorizadas, que se han convertido en tesis doctorales (de las de verdad). Muchos autores han ido experimentando con el género, cambiando cosas, buscando nuevos horizontes. Yo he querido convertir a la poesía en la banda sonora del crimen, y creo que es el gran acierto de esta novela, lo que sorprendió gratamente al jurado de un premio tan prestigioso como el Wilkie Collins que, no quiero dejar de citar, el año pasado la novela ganadora (Ya no quedan junglas donde regresar, de Carlos Augusto César) va por su séptima edición y ya editada ha ganado todos los galardones existentes en España a una novela negra.

Además, mis personajes son seres comunes, nada que ver con ese detective obsesivo ni con el alcohólico que representan tantos ejemplos conocidos, ni del fumador empedernido, ni el amargado. Como digo, uno como cualquiera de los lectores.

P.- La crítica literaria ha escrito que con Versos envenenados exploras los límites del género negro; en especial al salpicar la novela con poemas de autores muy relevantes. ¿Quién no conoce la escena del sofá del Tenorio? Pero también encontraremos autores más o menos conocidos. ¿Qué pretendes con ello? Y por qué estos autores y no otros.

R.- Bueno, algo de eso te he aventurado en la pregunta anterior. En efecto, la escena del sofá de Doña Inés y Don Juan es conocida por generaciones y generaciones. Y, todos los años, vuelve a repetirse las fechas cercanas al 1 de noviembre. Son, por tanto, versos que deben estar en la banda sonora de la muerte, sea natural o accidental. Pretendía y pretendo que el lector disfrute de los versos, que dan un aspecto totalmente nuevo al momento culminante de la muerte de un ser humano. ¿Por qué estos autores? Gabriela Mistral tiene un poema que parece escrito para un momento concreto de mi novela, ese en que Marta se hace tantas preguntas.

Pablo Neruda y Luis Alberto de Cuenca, uno, el chileno, porque ha sido con el primer poeta que lloré, cuando leí sus Cien sonetos de amor. Ya lo destaqué en mi primer libro publicado, Con paso lento, que apenas llevaba dos o tres sonetos y estaba llorando. Pocos libros más han provocado ese efecto en mí.

Y Luis Alberto de Cuenca porque su poesía de línea clara me es muy querida, muy cercana.

P.- Y la música. Ese creo que es el otro límite al que llegas, dándole al género thriller o de novela negra un nuevo –e inesperado- impulso. La letra de canciones (aún no se ha inventado que podamos estar leyendo y escuchando música proveniente de las mismas páginas) y la melodía que el lector hará sonar en su memoria mientras lee. Además con géneros tan distintos, desde Elvis Presley a King Crimson…

R.- En eso el inspector Isco Vivas y yo nos parecemos mucho. Cuando comienza la acción de la novela, digámoslo así, suena Epitaph, de King Crimson, porque es el final, y si el lector tiene paciencia, encontrará la explicación en la nota final del autor. Porque la novela empieza por el final, o por el semifinal. Y Welcome to my world, cantada por Elvis Presley, por ejemplo, es la antesala de la llegada sorpresiva de Carmen a la vida del citado Isco Vivas.

Como ves, adorné la trama, el thriller, con elementos que sorprendieron al jurado y que, te aseguro, sin ellos, muchas escenas no se entenderían. Por ejemplo, el momento en que Carmen y Juan están hablando de la enfermedad del segundo, es inevitable que suene Nosotros, cantado por Los Panchos.

Pocos autores, hasta el día de hoy, han escrito la banda sonora de su propia novela. No sé si alguno ha escrito la banda sonora del crimen.

P.- El lector ya ha comprendido que no estamos ante una novela negra al uso, sino que has puesto tu pluma al servicio de redibujar el género. Pero, ¿por qué? ¿Qué te inspiró a escribir Versos envenenados?

R.- Espero que se entienda cuando lo explique. En algunos sitios no lo han entendido bien. Verás, hace ya un par de años que nos marchamos a vivir a San Pedro del Pinatar, cerca del Parque Regional de las Salinas y Arenales, y me encanta pasear, rodeando las salinas, que son doce kilómetros, para quien no lo sepa. Eso da para pensar mucho. En las primeras fechas caminaba en clave musical, pensando voy a tocar esto o aquello, voy a practicar este tema o aquel. Un día me quedé bastante tiempo sentado en la arena, en la Playa de La Torre Derribada. Cuando decidí regresar, era tarde y, en la pasarela que une la playa con la zona de la Curva de la Culebra, en la carretera que lleva desde San Pedro al Puerto, me encontré con un encuentro gay, lo que ellos llaman cruising, citas a través de internet. Bueno, no fue una escena agradable, pues ellos no son recatados ni se ocultan para sus encuentros. Quien no sepa lo que esto es, le recomiendo que lea el conflicto de estos dos o tres años anteriores en San Pedro del Pinatar en las dunas, con la prohibición de los desnudos, etc.

Bueno, mientras superaba la barrera de seis o siete hombres que se levantaron, como ellos hacen, para que los veas bien vistos, pensé en qué pasaría allí si ocurriese… lo que no voy a desvelaros, pues lo tendréis que leer.

Llegué a casa y me puse a escribir compulsivamente, unos ochenta folios surgieron de aquél caso que me había planteado. Pero, unos días después, cuando releí lo escrito, me pregunté… ¿y cómo surge esto? Respondí a todas las preguntas, bueno, a casi todas, escribiendo Versos envenenados

P.- Aunque la novela nazca, por decirlo así, en la localidad marmenorense, no es menos cierto que recorre otros lugares de la geografía regional murciana, en especial Molina de Segura. ¿Crees que el lector podrá reconocer esos paisajes y calles que describes?

R.- San Pedro del Pinatar ha significado punto de inflexión en mi creación literaria, un punto que eleva la gráfica hacia la calidad literaria que, puede, antes no tuviesen mis obras, en el sentido del tratamiento de los personajes. Respecto a lo que me preguntas de la geografía, estoy convencido de ello. Alhama de Murcia y las cercanías del Restaurante El Chaleco; el Restaurante El Churra, situado junto a la que durante mucho tiempo se llamó Arrixaca Vieja, el Hospital Morales Meseguer; la zona del Parque de Bomberos de Murcia, sobradamente conocida; la calle Santa Teresa de Murcia o los alrededores del antiguo Erosky Murcia, hoy Carrefour. Muchísimas personas han caminado por el Coto Cuadros, o por La Alcayna, y seguro que conocen el Restaurante Pepe Luis, en Molina de Segura, donde se producirán momentos culminantes de la novela.

P.- Lugares comunes y personajes peculiares como esas dos mujeres de fuerte carácter, Carmen y Marta.

R.- En esto creo que también mi actual novela representa una diferenciación con lo que había escrito hasta la fecha. Siempre he dicho que he publicado de todo, he escrito de todos los géneros, menos teatro. Tal vez el saber manejar personajes tan complejos como Carmen y Marta me abra el paso a ese género. Creo, como dices, que quedan bien definidas y diferenciadas sus personalidades. Sus motivos, sus manías, sus fobias, sus filias, sus vicios… El crítico Jesús Cánovas Martínez destaca que en ellas está el “eterno femenino”, y el crítico Adolfo Caparrós llega más allá, ve en ellas la personalización del conflicto actual del feminismo combatiente.

P.-¿Qué nos puedes contar el inspector Isco Vivas? Algún que otro crítico que ha leído tu novela ha dicho que es una contracción o aféresis de tu propio nombre. ¿Es Isco Vivas un alter ego de Francisco Javier Illán Vivas?

R.- En mi familia hay muchos Iscos (Franciscos) Vivas. Desde mi abuelo, Francisco Vivas, el tío Paco el de las novelas; hasta mi tío, Francisco Vivas, que fue diputado en el Congreso, y alcalde de Molina; mis primos, más de uno, Francisco Vivas Navarro, Francisco Vivas Carretero, los hijos de mis primos, Francisco Vivas Moreno… en fin, bastantes. Yo, sin embargo, soy de primer apellido Illán.

Te diré que es un homenaje a tantas personas en mi familia que han llevado el nombre de ese gran ser humano que fue mi abuelo.

P.- Sigamos con la crítica literaria a tu novela. Has citado al profesor Jesús Cánovas Martínez, quien dice que en estos Versos envenenados hay una traducción simbólica de trasuntos personales del autor. ¿Qué hay de ello?

R.- Por supuesto, no me escondo. Muchos de mis gustos culturales se los he entregado a Isco Vivas. Y otros a los personajes femeninos o colaterales que aparecen en la novela. Sin lugar a dudas.

P.- Isco Vivas, el personaje masculino central, se nos presenta como un hombre que sabe dónde está, con sus dudas, como todos, pero al final, cae en manos de las dos protagonistas con demasiada facilidad, ¿no crees?

R.- Espero que nadie se moleste por lo que voy a decir, en estos tiempos de lo políticamente correcto, hay que tener mucho cuidado. ¿Caer en las manos de una mujer como lo es Carmen o como lo es Marta? Con un solo pestañeo de una de las dos. Creo que va en nuestra esencia masculina. La diferencia, es que Isco Vivas se enamora. Y, en este momento de la trama, como el lector podrá ver, Carmen hace poco, o nada, para que ello suceda. Pero ocurre. Y a partir de ahí va a encontrarse con un grave problema respecto a Marta.

P.- Otros personajes de tu novela también resultan interesantes y si el lector te conoce personalmente, puede entender que remiten a personas de tu entorno. Además, eso lo has ido destacando tú mismo en la información que sobre Versos envenenados publicas en tu muro de Facebook, en Google+: el personal del Restaurante Pepe Luis, los nombres de otros policías, el propio director de Vegamediapress.com, Jesús Pons...

R.- Así es, muy cercanos. Mira, en mi forma de escribir los nombres son algo secundario, excepto cuando encaro la narrativa fantástica. Si los lectores recuerdan la escena de la película Descubriendo a Forrester, donde el personaje interpretado por Sean Connery le dice al joven Jamal que lo primero es escribir, y después dar forma, cuando le pone delante una máquina de escribir. Yo hago algo así, después, cuando he escrito cincuenta o sesenta folios, empiezo a cincelarlo, a darle forma, a dar nombres.

Por ejemplo el nombre de la empresa donde trabaja Carmen, que será perfectamente conocida por cualquiera –y que no voy a descubrir ahora- lo decidí al final de la novela, casi la noche antes de enviarla al premio literario, y fue gracias a los amigos del Facebook, a los que les propuse nombres. Cientos de feisbukeros me propusieron ACME.

Entonces, ¿por qué no utilizar a personas reales como personajes literarios? Así que ahí tenemos a Javier Muelas, a José Puche, a José María Garrido, a Ginés Sánchez, a… que los podéis encontrar en las redes sociales, que os podéis cruzar con ellos por la calle.

Y Jesús Pons, un periodista al que podemos leer todos los días.

Y Óscar, que nos pondrá una cerveza en la barra del Restaurante Pepe Luis. O al propio Pepe Luis, que nos atenderá en cuanto entremos y nos sentemos en una mesa de su restaurante.

Hay, sin embargo, un nombre que no he querido poner, y me permitiréis que me detenga en él. El de mi más que amigo, Manuel Leal Manzanera, un hermano para mí. Y no quise ponerlo porque fue asesinado en La Ribera de Molina, hace ahora casi un año.

La novela Versos envenenados está dedicada a él.

P.- Además haces un guiño al Quijote, cuando los personajes de tu novela citan a personas reales, un nuevo giro a esto que has ido construyendo, ¿quieres poner características de la novela histórica a una novela negra?

[Img #16032]R.- No lo había pensado, pero está bien esa apreciación, sí. Es otra forma de acercar la trama al lector de Versos envenenados, que seguro ha leído a Rubén Castillo, a Marta Zafrilla, a José Cantabella, a José María López Conesa, a Irel Bermejo, a Juan Serrano a Vicente García Hernández, a Pedro Javier Martínez… seguro que me olvido muchos de los que se citan en la novela. Están entre nosotros, se pasean por las mismas calles que el lector, sus obras están expuestas en los estantes de cualquier librería. El posible lector de Versos envenenados ha asistido a presentaciones de sus libros, en fin, es una forma de que el personaje literario interactúe con el lector.

P.- Una novela, como vemos, que es policíaca y criminal, pero no al uso, bastante ágil, capítulos cortos, donde hay intriga, muerte, pero también amor, sexo y que nos golpea con escenas bastante duras. ¿Ha sido complicado abordar ciertos temas?

Hay algunas parafilias que sí, me han dicho que son escenas duras. Pero, ¿qué quieres que te diga? ¿No es duro el bombardeo de poblaciones enteras en cualquier parte del mundo actual que nos ponen a todas horas? Y respecto a las parafilias sexuales, estoy convencido de que no he descubierto ninguna nueva, aunque yo las describa con bastante detalle en la novela.

P.- En tu curriculum hay un apartado muy discreto sobre los premios literarios. Siempre has comentado que el que más te ha satisfecho fue el que recibió Un hombre desnudo, elegido por los internautas del portal “Escritores en la sombra”, como relato del año 2008. Pero además fuiste finalista el X Premio internacional Sexto continente de relato de ciencia ficción y ficción distópica, con El secreto de Zeos.

R.- Porque siempre he creído que el verdadero premio es el trabajo. Me gustó, y estoy orgulloso delEscritores en la sombra, pues no se trataba de ningún concurso, sino que se publicaba un relato. Después, la organización decidió preguntar a los internatuas cuál les gustaba más. Y mira, el resultado fue que eligieron Un hombre desnudo. Me encantó aquello, la verdad.

Al de Ciencia Ficción y Ficción distópica participé porque me encontré con un relato antiguo, que devolví a la actualidad, reescribiéndolo. Y quería publicar ciencia ficción, como otro género que hasta entonces no había tocado. Y, en vez de afrontar una novela cuyo resultado no podía prever, me decidí al ver que la convocatoria era de relatos. En una semana lo tendría y podría enviarlo.

P.- Ahora sí te has atrevido con la novela, pues Versos envenenados fue finalista del VII premio Wilkie Collins de novela negra, como hemos comentado al principio. ¿Lo esperabas?

R.- ¡Qué va, ni pensaba enviarla! Fue Toñy, mi mujer, quien tras leerla me dijo: Paco esta novela es muy buena. Ella me animó, con aquello de que el no ya lo tenía, envíala, mándala. Bueno, si el plazo se acababa el día 15 de un día a las doce de la noche, yo la remití minutos antes del cierre de correos ese mismo día. Y aún, antes de ponerla en el mostrador, casi que me vuelvo para casa. Ahora, no me arrepiento, por todo lo que ha venido con posterioridad.

P.- Hace relativamente poco recibiste la mención por esa novela en Tenerife, dentro del Festival atlántico de género negro, Tenerife Noir, ¿qué tal la experiencia?

R.- Sorprendente, como te decía. La organización sublime, la atención a los autores, no nos la merecíamos de bien. Pero, ¿sabes una cosa? Aunque las atenciones para los autores de “fuera” era espectacular, la atención y el interés por sus propios escritores, los de la isla, Pascal Buniet o Javier Hernández Velázquez en éste caso, espectacular. Me dio una enorme y sana envidia, pues es lo contrario que yo he encontrado para los autores locales de nuestra región, de nuestra localidad de origen.

P.- El quedar finalista del Wilkie Collins ha motivado que tu agenda esté completísima.

R.- Sí, es otra consecuencia del Wilkie Collins: hemos estado en Santacruz de Tenerife, en la Feria del Libro de Vallecas, en Molina de Segura, San Pedro del Pinatar, estaremos en Valencia, Valladolid, Madrid, Palencia, Gijón, Getafe, Barcelona… espero poder atenderlo todo.

P.- Los versos finales que aparecen en la novela, todos ellos de Luis Alberto de Cuenca, me decías que era un reto al lector, otra forma de interactuar con él.

R.- Sí, un reto que espero sepan resolver. He venido diciendo que los versos en esta novela son la banda sonora del asesinato, de la muerte de cada uno de los personajes.

He ido intercalando versos a lo largo de la novela, según la escena, porque son apropiados a esa escena, a ese momento. Pero he dejado diez para el final. Y pregunto al lector, ¿eres capaz de situar estos versos en los momentos culminantes de la vida y/o muerte de los personajes masculinos?

Espero que el lector encuentre las pistas.

P.- Muchas gracias, Francisco Javier. Esperamos disfrutar con esta novela, y no te voy a preguntar por nuevas. Ahora toca Versos envenenados.

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