Antonio Galera Gracia nació en Puebla de Soto, Murcia. Licenciado en Teología y doctor en Historia, ha colaborado como articulista en diversos medios de comunicación. Experto en Alta, Plena y Baja Edad Media, y con dedicación preferente al estudio de las órdenes religiosas y militares que existieron, es uno de los autores que mejor ha sabido dar a conocer los oscuros e imprecisos acontecimientos de la época medieval.
Es autor, entre otras obras, de El último secreto de los caballeros templarios, El evangelio de la hermana de Jesús, Los soldados del Cordero, Masones, una historia diferente. Como novelista ha publicado El último secreto templario y La cripta de los templarios herejes. Es coautor de las enciclopedias Codex Templi, Hispania Incongnita y Gran guía de la España Templaria, obras dirigidas por Templespaña, Sociedad de Estudios Templarios y Medievales, de la que fue su primer cronista general.
La verdadera historia de la Orden del Templo de Jerusalén es su más reciente obra publicada, que lleva como subtítulo A la luz de la documentación histórica.
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas para Hablando de Libros
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Pregunta.- Por su bibliografía el lector puede comprender que estamos ante uno de los autores que más conocen los acontecimientos referentes a los Templarios. Además, he leído en su más reciente obra, que lleva usted unos cuarenta años investigándolos.
RESPUESTA.- Llevo exactamente cuarenta y cinco años reuniendo fotocopias de documentos históricos que he ido obteniendo de Archivos Históricos de España, Europa y del Archivo Secreto Vaticano. Igual que otras personas coleccionan monedas o sellos, a mí, tal vez por el amor que le tengo a la historia, me dio por coleccionar documentos que en mi vida literaria me están sirviendo para documentar y dar más veracidad a las obras que escribo.
De todas formas, hay que decir que yo no comencé mi vida literaria con los templarios. Mis primeros pasos en este difícil mundo de la publicación, se puede decir que fue literatura protesta. Me di cuenta que este mundo en que vivimos tiene muchas carencias. Hay Instituciones, tanto religiosas como sociales, que ejercen su poder entre aquellos que somos más débiles. Me di cuenta de que cada uno debemos de luchar para modificar y transformar estas imperfecciones con las armas que Dios nos dio como carismas personales.
Mi primer libro se titulaba «CURAS CASADOS. Desertores o pioneros», un ensayo sobre la Ley del Celibato Eclesiástico, donde se defendía que la mencionada Ley no es evangélica, ya que, excepto Juan, que era muy joven, todos los demás discípulos eran casados, e incluso tenían más de una mujer como podemos darnos cuenta si leemos a san Pablo 1Tim. 3. 2-6. Donde se dice: «Que el obispo sea intachable, marido de una sola mujer, sobrio, sensato... Pues si no sabe regir la propia familia ¿cómo se ocupará de la Iglesia de Dios?»
Mi segundo libro se titulaba «Alabado seas por no haberme hecho mujer», un ensayo sobre el problema de la mujer visto desde el comienzo de los tiempos hasta nuestros días. Porque en un mundo donde la mujer es violada, maltratada, asesinada, lapidada, echado al rostro ácido por contradecir al padre o al marido, hay que dar gracias a Dios por no haber nacido mujer.
Mi tercera obra se titulaba «Cuentos Terapéuticos», un libro de cuentos cuyo contenido fue elegido para entretener, aliviar y ayudar a los lectores en sus inestabilidades personales y en sus ansiedades diarias. Fue publicado en el año 2000 y de él se hicieron ocho ediciones. Hoy está siendo tan masivamente pedido, que ya tengo contrato firmado con Grup Lobher editorial para que se publique una nueva edición del mismo, corregida y aumentada.
Mi cuarto libro se titulaba «El Largo como de un Policía Nacional), y en sus paginas criticaba abiertamente a la Organización Terrorista ETA.
Mi quinto libro se titulaba «El evangelio de la hermana de Jesús», un ensayo que fue minuciosamente elaborado entresacando pedacitos de todos los evangelios que hasta este momento fueron hallados: Canónicos, apócrifos, del Mar Muerto, tardíos, antiguos, esenios o recientemente descubiertos, todos fueron meticulosamente investigados para construir la verdadera historia de un hombre que vivió para hacer el bien y murió por desaprobar las riquezas de la iglesia y por defender a los pobres y a los desposeídos de este mundo.
Mi sexto libro se titulaba «El último secreto de los caballeros templarios», una novela histórica donde por medio de unas minuciosas investigaciones que duraron más de ocho años, demostraba la inocencia de todos los cargos que la historia fue amontonando sobre las espaldas de estos pobres caballeros, que han sido culpados, por la mayoría de autores de todos los tiempos, de sodomía, nigromancia y de prácticas diabólicas. Esta obra, por el interés que despertó en el ámbito templario, fue reeditada en el año 2005, por Styria. Tanto éxito tuvo, tanto la primera publicación como la segunda, que desde entonces las editoriales no quieren otras obras escritas por mí que no hablen de templarios. En este momento soy un escritor encasillado, pero hay que dar gracias a Dios porque puedo publicar todo aquello que escribo sin tener ninguna clase de problemas.
P.- ¿Estamos ante el libro definitivo sobre la historia de la Orden del Templo de Jerusalén?
R.- Si no lo estamos, porque afirmarlo sería demasiado presuntuoso por mi parte, sí que estamos por lo menos ante el libro mejor documentado que hasta el momento se ha publicado. Más de quinientos documentos templarios se dan a conocer en este libro. Y para que los lectores vean que no he arrimado el ascua a mi sardina, los documentos que se dan a conocer traducidos, son insertados al final de la obra en sus lenguas originales para que quienes quieran comprobar que mi traducción es literal y sin dobleces, puedan hacerlo comprobando original con traducido.
P.- Para una persona de mi generación, donde la historia se nos enseñaba muy marcada hacia los intereses de los principios que regían en España hasta 1975, leer, como puedo hacerlo en su libro, que entre las milicias cristianas y musulmanas hubo un pacto en Tierra Santa es casi inverosímil. Usted nos dice que no guerreaban los viernes ni los domingos, uno por ser festivo de los musulmanes y otro por serlo de los cristianos.
R.- En aquellos tiempos, aunque las batallas por ser cuerpo a cuerpo eran crueles y sangrientas, existía entre los contendientes un gran respeto. Lo que era acordado mediante palabra, nadie se atrevía a contravenirlo. Algo que se echa de menos en estos tiempos, donde los acuerdos son pactados mediante serios documentos, y casi siempre violados. En Tierra Santa, tal como afirmo en mi libro, siempre ayudado por las fuentes documentales, árabes y cristianos no guerreaban los viernes ni los domingos: los viernes por ser el día religioso de los musulmanes y los domingos por ser el de los cristianos, pero además, se acordaba disponer de unas horas de descanso al día para que cada una de las partes contendientes tuviesen tiempo suficiente de retirar a los heridos y de enterrar a los muertos. Y esto no fue algo que se hiciera solamente en Tierra Santa, también se llevó a cabo en los territorios españoles. Sin ir más lejos, en la batalla de Zalaca, por ejemplo, cerca de Badajoz, los soldados judíos eran tan numerosos que el rey Alfonso IV de Castilla y Yusuf Ben Tachfin, convinieron no batallar los viernes, sábados y domingos. Los viernes por ser la fiesta de los musulmanes, los sábados porque era fiesta de los judíos y los domingos por ser fiesta de los cristianos.
P.- Tengo entendido que toda orden religiosa profesaba votos de pobreza, castidad y obediencia. Usted cuenta en su libro cómo los Templarios se convirtieron en muy ricos, despertando la envidia de otras órdenes y del clero.
R.- Hay una gran desinformación sobre este tema. La Orden del Templo de Jerusalén, por medio de la buena administración de sus caballeros, se hizo inmensamente rica, pero sus miembros siguieron siendo pobres y profesando en todo su rigor el voto de pobreza. Ninguno de ellos se lucro nunca de las bienes de la Orden. Quines tengan la oportunidad de leer el libro que es objeto de esta entrevista, llegarán a la conclusión, por medio de los documentos que han servido para fundamentarlo, que si bien los caballeros de la Orden del Templo de Salomón no eran los monstruos diabólicos, sodomitas y sanguinarios que algunos escritores nos han querido hacer creer que eran en provecho propio, sí veremos que, como seres humanos que fueron, tampoco llegaron a ser los espíritus celestes que otros escritores han intentado mostrarnos.
Yo he creído, y he mantenido siempre, que los templarios fueron simples hombres, con sus defectos y sus virtudes, con sus penas y sus glorias... Unos hombres cuya única misión en el mundo fue ir día a día acumulando riquezas non nobis; es decir, no para ellos, sino para mayor gloria de Dios, porque llegaron a entender a través del tiempo que la mejor forma de servir a Dios, cuando no la única, era desde el poder y desde la autonomía que proporcionaba el dinero, bajo cuyo sólo nombre vieron inclinarse a los reyes y a los papas... Hay que tener en cuenta que las riquezas que los templarios fueron a cumulando a través del tiempo, fueron aprobadas y alentadas por los reyes y los papas. Y esto fue así porque los monarcas necesitaban dinero para sostener sus guerras territoriales; los papas para sufragar los gastos de las cruzadas... Y los templarios, poseedores de inmensas fortunas y posesiones, se convirtieron en la diana perfecta de estas dos necesidades.
P.- A lo largo de su obra, nos presenta una enorme cantidad de documentos históricos, pero no se conforma con eso, incluso anima al lector a que lo compruebe él mismo. Más concretamente, cita en Decreto 1266/2006, de l8 de noviembre, por el que cualquier ciudadano puede acceder a los fondos documentales de los archivos tutelados por el Ministerio de Cultura.
R.- Por lo mucho que yo disfruto husmeando entre documentos, sea tal vez por lo que recomiendo que los demás lo hagan. Aunque quizás también lo recomiende para que, a través de las fuentes documentales que yo expreso en el libro, puedan los demás ver los documentos que yo he elegido para darlos a conocer y ampliar su información si así lo creen necesario.
P.- Un capítulo importante de su obra es el titulado Entre el mito y la realidad. Desde el principio del mismo usted nos dice que “la extinción del Temple fue un crimen provocado por la envidia”. Permítame citar otras palabras suyas, “en este océano de amor y odio, ..., es donde navegaron los de la Orden del Templo desde que adquirieron el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, la gloria y las alabanzas, hasta su trágico final”.
R.- Lo peor que le podía suceder a una persona o asociación de personas en aquellos tiempos —y de este mal fueron víctimas los templarios—, era sobresalir por encima de las demás. Esto suscitaba envidia, y los que la sentían experimentaban lo difícil que era cambiar sus sentimientos. El mal de los que estaban por encima de ellos en sabiduría, riqueza o premios, les producía alegría, y su éxito les entristecía... Don Jacinto Benavente solía decir que «es tan fea la envidia, que siempre anda por el mundo disfrazada, pero que nunca es más odiosa que cuando se disfraza de justicia».
P.- Algo que también puede sorprender al lector que desconozca la historia es que, la Orden no estaba compuesta solamente por caballeros.
R.- Así es. Este detalle es desconocido incluso por algunos autores que dicen saber mucho sobre templarios. Para que los lectores puedan hacerse una composición bastante aproximada del porcentaje de hombres que convivían en una casa, bailía o encomienda, diremos que en una encomienda que hubiesen 100 hombres, el 70% estaba compuesto por sargentos, escuderos, soldados, especialistas en diversos oficios y hermanos que realizaban los servicios domésticos. El 30% restante eran caballeros. Es decir, que de cada 100 hombres, solamente 30 eran caballeros. Hoy en el ejército ocurre exactamente igual, los oficiales son muy pocos; el mayor número se encuentra entre los suboficiales, cabos y soldados.
P.- ¿Por qué era tan importante destacar, o aclarar, el lenguaje de las manos.
R.- El lenguaje de las manos y el criptográfico, ambos ideados por los templarios. Fue muy importante para estas milicias. Hay que tener en cuenta que además de soldados, los templarios también eran monjes y, como tales, también estaban sujetos al voto de silencio. Con este lenguaje se podían comunicar en caso de ver algún peligro. También a mucha distancia para que los caballeros pudieran dar órdenes a los soldados que tenían bajo su mando, y en cuanto al criptográfico, que en mi obra titulada «La cripta de los templarios herejes» doy a conocer pormenorizadamente, les valió para enviar mensajes que, aunque fuesen interceptados, no podían ser descifrados absolutamente por nadie, ni siquiera por el soldado que lo portaba porque solamente podían ser descifrados por los maestres. Como nota curiosa para sus lectores, y si usted me lo permite, podemos dar un enlace en el cual podrán admirar este lenguaje. AQUÍ podrán encriptar y desencriptar todas las frases que escriban tal como loa hacían los templarios hace setecientos años.
P.- Afirma usted que el Bafomet templario existió. Y en la lectura de los cargos contra la Orden fue uno de los más importantes argumentos.
R.- Así lo afirmo en el libro, pero para hacer honor a la verdad habrá que leer todo el capítulo. Allí, entre otras muchas cosas, se dice: A poco que ustedes hayan leído sobre la vida de los santos, habrán advertido que todos ellos trabajaban, vivían y dormían siempre ante una calavera para acostumbrarse a la muerte y no temerla, que es lo mismo que decir: para perder el miedo al demonio que es, y ha sido siempre representado como señor de la muerte. Y esto fue, sin lugar a dudas, lo que ocurrió con los caballeros templarios: que advirtiendo el gran temor que muchos de sus militantes sentían por la muerte decidieron vivir acompañados siempre por una calavera con objeto de que sus caballeros, sobre todo los más jóvenes e inexpertos, perdieran el miedo que sentían hacia la muerte y se familiarizaran con ella…
Luego, más abajo, y ya casi al final, se dice: El famoso Bafomet templario existió. Pero intuimos que si este Bafomet templario era malicioso y, por lo tanto, merecedor de que sus poseedores fuesen condenados a morir abrasados en la hoguera por herejes, nuestras catedrales, nuestras iglesias, nuestras ermitas..., en definitiva, todos los templos del mundo, estarían ausentes de imágenes y pinturas de santos y santas porque la mayoría de ellos hubiesen sido quemados por el hecho de hacerse acompañar tanto de noche como de día por una calavera, tal y como vemos en infinidad de cuadros…
P.- En el capítulo referente a Entre el dogma y la oscuridad, insiste en aclarar más incógnitas que necesitan respuestas, como el agnusdéi, los juegos o la Cruz Patriarcal.
R.- Estas tres parcelas están siendo manipuladas por algunas asociaciones que se dan a conocer en Internet, con explicaciones maliciosas, esotéricas o interesadas. Para que los lectores sepan la verdad acerca de ellas es por lo que yo doy a conocer, con sus fuentes documentales, cuáles son exactamente sus significados y el cómo y el porqué adquirieron su importancia durante la historia.
P.- ¿Existió el documento Larmenius?
R.- Ese es un documento que, como yo demuestro en el libro, fue manipulado y dado como verdadera para que un montón de seudo órdenes templarias que pululan por Internet aseverando todas ellas ser los únicos y verdaderos descendientes del Temple, puedan lucrarse cobrando un verdadero dineral por investir caballeros.
P.- La bula Vox in excelso audita es, dice “no por unanimidad, pero sí por la decisión Apostólica...”. He observado que usted da bastante importancia a ese apartado en la decisión final sobre el Temple.
R.- Le doy mucha importancia porque en este párrafo, que fue dictada por el papa Clemente V, está encerrado precisamente el hecho demostrable de que sobre los soldados de la Orden del Templo de Jerusalén, no había cargo alguno que pudiese ser usado en su contra. Allí se dice textualmente que la mayor parte del consejo llegó a la conclusión, casi unánime, de que a la orden del Templo se le debería de dar la oportunidad de defenderse a sí misma y que, de ninguna forma podía ser condenada sobre la pobre base de las pruebas obtenidas hasta el momento. Sólo una pequeña parte de delegados eclesiásticos, que a la luz de los documentos se puede observar que son la parte más allegada a las ambiciones del Papa, está de cuerdo en que a los templarios no se le debe permitir tal defensa, aduciendo para ello que los intereses en Tierra santa podrían sufrir perjuicio si esto se concediera.
Clemente V, desestimando la opinión de la mayoría, cosa totalmente desacostumbrada en un concilio, ya que sin democrático consenso no sería necesario concilio alguno, decide condenar la orden de los caballeros del Templo de Jerusalén, no por la declaración definitiva —ya que no tenían pruebas suficiente para ello—, sino por decisión Apostólica, o tal como reza en el documento original «...no per modum deffinitivae sententiae, sino per modum apostolicae provisionis...»
P.- Ya lo hemos mencionado anteriormente, pero quiero insistir en que usted afirma, al principio del capítulo XI: la Orden del Templo de Jerusalén fue condenada siendo inocente de todos los cargos que les fueron imputados. Su proceso duró seis años, los mismos que muchos de los templarios sufrieron de torturas, digamos, muy poco “cristianas”.
R.- De un documento cuyas fuentes documentales doy a conocer en el libro, el capellán del Coro de la catedral de Notre Dame, Johannes de Blanchefort, que fue legado por su obispo para que fuese a visitar al Gran Maestre que estaba en prisión desde hacía ya más de cinco años, dice los siguiente: «Me confesó que lo habían torturado durante tantos años, en tal proporción y de tal forma, que si le hubiesen exigido decir que él era el asesino de Nuestro Señor Jesucristo, lo hubiera confesado sin dilación por tal de acabar cuanto antes con ese insufrible y doloroso sufrimiento…»
P.- ¿Quién mandaba realmente en la Iglesia, Clemente V o Felipe el Hermoso?
R.- Históricamente, y eso queda muy bien documentado en el libro. Un hecho que nos demuestra que el rey Felipe el Bello a través del papa Clemente V, era el que mandaba en la Iglesia, es que lo primero que hizo fue ordenar a éste que trasladase la Santa Sede de Roma a Aviñón. Y, después, como también se puede ver en el libro, le exigió que le suprimiese la excomunión que contra él había decretado su antecesor el papa Bonifacio VIII.
P.- Reproduce usted un documento de Wenceslao Ayguals de Izco, donde pone a Felipe IV como un execrable monarca, de los más pérfidos y crueles que desolaron la Francia. Parece que su insaciable deseo de lujo y oro es la clave del proceso a los templarios. En ese sentido, usted afirma que “los monarcas necesitaban dinero para sostener sus guerras territoriales; los papas para sufragar los gastos de las Cruzadas...”, pero no sólo eso.
R.- Cuando digo esto, me estoy refiriendo a los monarcas normales. El rey Felipe IV, no lo fue. Los documentos dicen que desde muy niño este monarca era un déspota y que su ansía de dinero no tenía fin. Que para lograrlo no dudó en empobrecer a hombres muy importantes que le habían servido fielmente tanto en la paz como en la guerra, acuñar moneda incluso en aquellos territorios donde no tenía potestad para hacerlo y, en fin, quienes lean el libro, podrán ver todo lo que los documentos dicen acerca de este monarca.
P.- Hace usted una referencia a “La Santa Inquisición”, y lo pongo entre comillas por lo de Santa, donde nos presenta tres de sus instrumentos de tortura: la garrucha, la toca y el potro. ¿Cómo podía un religioso aplicar esos tormentos en nombre de Jesucristo?
R.- La Iglesia estaba salva de esta culpa. Los religiosos eran los que interrogaban, y los laicos los que aplicaban los castigos y torturas. Para salvarse de tan aterradores y doloras torturas, los reos confesaban todo lo que le ponían delante. Después, la Inquisición entregaba al recién juzgado a las autoridades seculares para que éstas cumplieran la sentencia de muerte, porque los tribunales eclesiásticos tenían expresamente prohibido ejecutar las penas capitales.
P.- Su obra es tan completa que usted, en la página 221, nos hace una relación de las órdenes en las cuales se puede ingresar actualmente.
R.- Esto lo hago sobre todo por los más jóvenes. Para que si quieren ser caballeros de alguna orden, lo hagan en aquellas que sí están aprobadas por los gobiernos y por la Iglesia. Aquellas donde no podrán ser engañados. Sobre esto, hace cosa de algún tiempo, un chico de 15 años se puso en contacto conmigo, y me decía que alguien le había escrito en nombre de una orden caballeresca, y que le decían que lo iban a nombrar directamente comendador, pero le aconsejaban que no se lo descubriese a nadie, ya que esta clase de actos había que hacerlos según el antiguo rito secreto de los templarios. Teniendo en cuenta que hay autores que han afirmado, sin dar las fuentes documentales, que los templarios sodomizaban a los candidatos y le besaban la verga, yo alerté al padre de esta criatura del peligro que corría. Dado, además, que lo citaban en un lugar para luego llevarlo a la supuesta encomienda. De ahí que yo haya dedicado este capítulo para advertir a los más jóvenes del peligro en que se encuentra.
P.- ¿Es real el grito de Jacques de Molay emplazando al Papa Clemente y a Felipe, en el momento de ser quemado? Tengo entendido que, al menos, se cumplió el emplazamiento. ¿O se trata de otra leyenda?
R.- No. Es leyenda. No hay nada documentado que demuestre su verdad. El emplazamiento se cumplió porque quién dio pábulo a esta leyenda jugaba con la ventaja de saber las fechas en que murieron los supuestos emplazados.
P.- Incluso se permite usted unos momentos como escritor o narrador en el capítulo X: Leyendas de la Orden de los Templarios; y en el XIII: Ejecución.
R.- Los ensayos históricos, en los cuales el autor tiene que dar a conocer muchos documentos históricos, pueden ser muy agradables de leer para personas que gusten del tema; pero, no lo es tanto para aquellos que no tienen mucho interés por ella. Para hacer más asequible la lectura, me vi en la obligación de crear este capítulo que, precisamente, por las leyendas, hace más asequible la lectura del mismo.
Y en cuento al capítulo XIII, que usted cita, sin apartarme nunca de las fuentes documentales, doy a conocer todo el proceso de ejecución de una forma novelada para que el lector pueda disfrutar y no se aburra.
P.- ¿Qué está preparando Antonio Galera en 2009?
R.- Este año tengo preparadas tres obras. «BULARIO DE LA ORDEN DEL TEMPLO DE SALOMÓN. Comentado y traducido», publicado por Grup Lobher. Desde el año 1312 —dentro de tres años se cumplirán siete siglos—, en que por Bula del papa Clemente V, la Orden del Templo de Salomón fue extinguida y despojada de todos sus bienes, nadie, absolutamente nadie, había logrado reunir, para darlas a conocer, todas las bulas que fueron publicadas por distintos Vicarios de Cristo en favor o en contra de los caballeros templarios. En esta obra yo he logrado reunirlas todas.
El segundo es una novela histórica que se titula: «La oculta ciencia de los templarios ancianos», que será publicada en breve por la editorial Akrón. Durante mi andadura por los archivos históricos de toda España, y más concretamente en los de la Corona de Aragón y del Vaticano, encontré pistas documentales que hablaban de un caballero templario que huyó de la batalla de Fraga presa del miedo y de la cobardía. Asimismo también pude verificar que este caballero, además de ser monje y guerrero, era también un consumado poeta. En esta obra, basándome en las mencionadas fuentes, desvelo la vida de este caballero medroso, monje, guerrero y poeta; hijo del conde de Osca, nacido en Montbrió, hoy conocido como Montbrió del Camp, provincia de Tarragona. Y, de igual forma, sirviéndome del Libro de las Ordenanzas Secretas de la Orden del Templo de Salomón, también doy a conocer la extraña e insólita técnica que los caballeros ancianos empleaban para convertir a un caballero cobarde en el más audaz y diestro soldado de las milicias templarias.
El tercero y último que este año publicaré, es el libro que referí anteriormente, cuyo título es «Cuentos terapéuticos», que será reeditado en breve por Grup Lohber editorial.
P.- Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve doctor en historia?
R.- El futuro de esta sección ha de ser triunfal. Los libros son, fueron y seguirán siendo en el futuro nuestros mejores amigos. Y así es comprendido y aceptado por todo el mundo. En este tiempo en que la crisis está haciendo estragos en algunas familias y en que el consumo de muchos alimentos ha disminuido, la venta de los libros sigue exactamente igual. Tal vez esto sea debido a aquello que solía decir Montesquieu: «No he sufrido nunca una pena que una hora de lectura no me haya quitado…»
Ha sido un auténtico placer descubrir la Orden del Templo de Jerusalén en su libro.
Gracias. Espero que haya otras muchas personas que puedan decir lo mismo.
Es autor, entre otras obras, de El último secreto de los caballeros templarios, El evangelio de la hermana de Jesús, Los soldados del Cordero, Masones, una historia diferente. Como novelista ha publicado El último secreto templario y La cripta de los templarios herejes. Es coautor de las enciclopedias Codex Templi, Hispania Incongnita y Gran guía de la España Templaria, obras dirigidas por Templespaña, Sociedad de Estudios Templarios y Medievales, de la que fue su primer cronista general.
La verdadera historia de la Orden del Templo de Jerusalén es su más reciente obra publicada, que lleva como subtítulo A la luz de la documentación histórica.
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas para Hablando de Libros
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Pregunta.- Por su bibliografía el lector puede comprender que estamos ante uno de los autores que más conocen los acontecimientos referentes a los Templarios. Además, he leído en su más reciente obra, que lleva usted unos cuarenta años investigándolos.
RESPUESTA.- Llevo exactamente cuarenta y cinco años reuniendo fotocopias de documentos históricos que he ido obteniendo de Archivos Históricos de España, Europa y del Archivo Secreto Vaticano. Igual que otras personas coleccionan monedas o sellos, a mí, tal vez por el amor que le tengo a la historia, me dio por coleccionar documentos que en mi vida literaria me están sirviendo para documentar y dar más veracidad a las obras que escribo.
De todas formas, hay que decir que yo no comencé mi vida literaria con los templarios. Mis primeros pasos en este difícil mundo de la publicación, se puede decir que fue literatura protesta. Me di cuenta que este mundo en que vivimos tiene muchas carencias. Hay Instituciones, tanto religiosas como sociales, que ejercen su poder entre aquellos que somos más débiles. Me di cuenta de que cada uno debemos de luchar para modificar y transformar estas imperfecciones con las armas que Dios nos dio como carismas personales.
Mi primer libro se titulaba «CURAS CASADOS. Desertores o pioneros», un ensayo sobre la Ley del Celibato Eclesiástico, donde se defendía que la mencionada Ley no es evangélica, ya que, excepto Juan, que era muy joven, todos los demás discípulos eran casados, e incluso tenían más de una mujer como podemos darnos cuenta si leemos a san Pablo 1Tim. 3. 2-6. Donde se dice: «Que el obispo sea intachable, marido de una sola mujer, sobrio, sensato... Pues si no sabe regir la propia familia ¿cómo se ocupará de la Iglesia de Dios?»
Mi segundo libro se titulaba «Alabado seas por no haberme hecho mujer», un ensayo sobre el problema de la mujer visto desde el comienzo de los tiempos hasta nuestros días. Porque en un mundo donde la mujer es violada, maltratada, asesinada, lapidada, echado al rostro ácido por contradecir al padre o al marido, hay que dar gracias a Dios por no haber nacido mujer.
Mi tercera obra se titulaba «Cuentos Terapéuticos», un libro de cuentos cuyo contenido fue elegido para entretener, aliviar y ayudar a los lectores en sus inestabilidades personales y en sus ansiedades diarias. Fue publicado en el año 2000 y de él se hicieron ocho ediciones. Hoy está siendo tan masivamente pedido, que ya tengo contrato firmado con Grup Lobher editorial para que se publique una nueva edición del mismo, corregida y aumentada.
Mi cuarto libro se titulaba «El Largo como de un Policía Nacional), y en sus paginas criticaba abiertamente a la Organización Terrorista ETA.
Mi quinto libro se titulaba «El evangelio de la hermana de Jesús», un ensayo que fue minuciosamente elaborado entresacando pedacitos de todos los evangelios que hasta este momento fueron hallados: Canónicos, apócrifos, del Mar Muerto, tardíos, antiguos, esenios o recientemente descubiertos, todos fueron meticulosamente investigados para construir la verdadera historia de un hombre que vivió para hacer el bien y murió por desaprobar las riquezas de la iglesia y por defender a los pobres y a los desposeídos de este mundo.
Mi sexto libro se titulaba «El último secreto de los caballeros templarios», una novela histórica donde por medio de unas minuciosas investigaciones que duraron más de ocho años, demostraba la inocencia de todos los cargos que la historia fue amontonando sobre las espaldas de estos pobres caballeros, que han sido culpados, por la mayoría de autores de todos los tiempos, de sodomía, nigromancia y de prácticas diabólicas. Esta obra, por el interés que despertó en el ámbito templario, fue reeditada en el año 2005, por Styria. Tanto éxito tuvo, tanto la primera publicación como la segunda, que desde entonces las editoriales no quieren otras obras escritas por mí que no hablen de templarios. En este momento soy un escritor encasillado, pero hay que dar gracias a Dios porque puedo publicar todo aquello que escribo sin tener ninguna clase de problemas.
P.- ¿Estamos ante el libro definitivo sobre la historia de la Orden del Templo de Jerusalén?
R.- Si no lo estamos, porque afirmarlo sería demasiado presuntuoso por mi parte, sí que estamos por lo menos ante el libro mejor documentado que hasta el momento se ha publicado. Más de quinientos documentos templarios se dan a conocer en este libro. Y para que los lectores vean que no he arrimado el ascua a mi sardina, los documentos que se dan a conocer traducidos, son insertados al final de la obra en sus lenguas originales para que quienes quieran comprobar que mi traducción es literal y sin dobleces, puedan hacerlo comprobando original con traducido.
P.- Para una persona de mi generación, donde la historia se nos enseñaba muy marcada hacia los intereses de los principios que regían en España hasta 1975, leer, como puedo hacerlo en su libro, que entre las milicias cristianas y musulmanas hubo un pacto en Tierra Santa es casi inverosímil. Usted nos dice que no guerreaban los viernes ni los domingos, uno por ser festivo de los musulmanes y otro por serlo de los cristianos.
R.- En aquellos tiempos, aunque las batallas por ser cuerpo a cuerpo eran crueles y sangrientas, existía entre los contendientes un gran respeto. Lo que era acordado mediante palabra, nadie se atrevía a contravenirlo. Algo que se echa de menos en estos tiempos, donde los acuerdos son pactados mediante serios documentos, y casi siempre violados. En Tierra Santa, tal como afirmo en mi libro, siempre ayudado por las fuentes documentales, árabes y cristianos no guerreaban los viernes ni los domingos: los viernes por ser el día religioso de los musulmanes y los domingos por ser el de los cristianos, pero además, se acordaba disponer de unas horas de descanso al día para que cada una de las partes contendientes tuviesen tiempo suficiente de retirar a los heridos y de enterrar a los muertos. Y esto no fue algo que se hiciera solamente en Tierra Santa, también se llevó a cabo en los territorios españoles. Sin ir más lejos, en la batalla de Zalaca, por ejemplo, cerca de Badajoz, los soldados judíos eran tan numerosos que el rey Alfonso IV de Castilla y Yusuf Ben Tachfin, convinieron no batallar los viernes, sábados y domingos. Los viernes por ser la fiesta de los musulmanes, los sábados porque era fiesta de los judíos y los domingos por ser fiesta de los cristianos.
P.- Tengo entendido que toda orden religiosa profesaba votos de pobreza, castidad y obediencia. Usted cuenta en su libro cómo los Templarios se convirtieron en muy ricos, despertando la envidia de otras órdenes y del clero.
R.- Hay una gran desinformación sobre este tema. La Orden del Templo de Jerusalén, por medio de la buena administración de sus caballeros, se hizo inmensamente rica, pero sus miembros siguieron siendo pobres y profesando en todo su rigor el voto de pobreza. Ninguno de ellos se lucro nunca de las bienes de la Orden. Quines tengan la oportunidad de leer el libro que es objeto de esta entrevista, llegarán a la conclusión, por medio de los documentos que han servido para fundamentarlo, que si bien los caballeros de la Orden del Templo de Salomón no eran los monstruos diabólicos, sodomitas y sanguinarios que algunos escritores nos han querido hacer creer que eran en provecho propio, sí veremos que, como seres humanos que fueron, tampoco llegaron a ser los espíritus celestes que otros escritores han intentado mostrarnos.
Yo he creído, y he mantenido siempre, que los templarios fueron simples hombres, con sus defectos y sus virtudes, con sus penas y sus glorias... Unos hombres cuya única misión en el mundo fue ir día a día acumulando riquezas non nobis; es decir, no para ellos, sino para mayor gloria de Dios, porque llegaron a entender a través del tiempo que la mejor forma de servir a Dios, cuando no la única, era desde el poder y desde la autonomía que proporcionaba el dinero, bajo cuyo sólo nombre vieron inclinarse a los reyes y a los papas... Hay que tener en cuenta que las riquezas que los templarios fueron a cumulando a través del tiempo, fueron aprobadas y alentadas por los reyes y los papas. Y esto fue así porque los monarcas necesitaban dinero para sostener sus guerras territoriales; los papas para sufragar los gastos de las cruzadas... Y los templarios, poseedores de inmensas fortunas y posesiones, se convirtieron en la diana perfecta de estas dos necesidades.
P.- A lo largo de su obra, nos presenta una enorme cantidad de documentos históricos, pero no se conforma con eso, incluso anima al lector a que lo compruebe él mismo. Más concretamente, cita en Decreto 1266/2006, de l8 de noviembre, por el que cualquier ciudadano puede acceder a los fondos documentales de los archivos tutelados por el Ministerio de Cultura.
R.- Por lo mucho que yo disfruto husmeando entre documentos, sea tal vez por lo que recomiendo que los demás lo hagan. Aunque quizás también lo recomiende para que, a través de las fuentes documentales que yo expreso en el libro, puedan los demás ver los documentos que yo he elegido para darlos a conocer y ampliar su información si así lo creen necesario.
P.- Un capítulo importante de su obra es el titulado Entre el mito y la realidad. Desde el principio del mismo usted nos dice que “la extinción del Temple fue un crimen provocado por la envidia”. Permítame citar otras palabras suyas, “en este océano de amor y odio, ..., es donde navegaron los de la Orden del Templo desde que adquirieron el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, la gloria y las alabanzas, hasta su trágico final”.
R.- Lo peor que le podía suceder a una persona o asociación de personas en aquellos tiempos —y de este mal fueron víctimas los templarios—, era sobresalir por encima de las demás. Esto suscitaba envidia, y los que la sentían experimentaban lo difícil que era cambiar sus sentimientos. El mal de los que estaban por encima de ellos en sabiduría, riqueza o premios, les producía alegría, y su éxito les entristecía... Don Jacinto Benavente solía decir que «es tan fea la envidia, que siempre anda por el mundo disfrazada, pero que nunca es más odiosa que cuando se disfraza de justicia».
P.- Algo que también puede sorprender al lector que desconozca la historia es que, la Orden no estaba compuesta solamente por caballeros.
R.- Así es. Este detalle es desconocido incluso por algunos autores que dicen saber mucho sobre templarios. Para que los lectores puedan hacerse una composición bastante aproximada del porcentaje de hombres que convivían en una casa, bailía o encomienda, diremos que en una encomienda que hubiesen 100 hombres, el 70% estaba compuesto por sargentos, escuderos, soldados, especialistas en diversos oficios y hermanos que realizaban los servicios domésticos. El 30% restante eran caballeros. Es decir, que de cada 100 hombres, solamente 30 eran caballeros. Hoy en el ejército ocurre exactamente igual, los oficiales son muy pocos; el mayor número se encuentra entre los suboficiales, cabos y soldados.
P.- ¿Por qué era tan importante destacar, o aclarar, el lenguaje de las manos.
R.- El lenguaje de las manos y el criptográfico, ambos ideados por los templarios. Fue muy importante para estas milicias. Hay que tener en cuenta que además de soldados, los templarios también eran monjes y, como tales, también estaban sujetos al voto de silencio. Con este lenguaje se podían comunicar en caso de ver algún peligro. También a mucha distancia para que los caballeros pudieran dar órdenes a los soldados que tenían bajo su mando, y en cuanto al criptográfico, que en mi obra titulada «La cripta de los templarios herejes» doy a conocer pormenorizadamente, les valió para enviar mensajes que, aunque fuesen interceptados, no podían ser descifrados absolutamente por nadie, ni siquiera por el soldado que lo portaba porque solamente podían ser descifrados por los maestres. Como nota curiosa para sus lectores, y si usted me lo permite, podemos dar un enlace en el cual podrán admirar este lenguaje. AQUÍ podrán encriptar y desencriptar todas las frases que escriban tal como loa hacían los templarios hace setecientos años.
P.- Afirma usted que el Bafomet templario existió. Y en la lectura de los cargos contra la Orden fue uno de los más importantes argumentos.
R.- Así lo afirmo en el libro, pero para hacer honor a la verdad habrá que leer todo el capítulo. Allí, entre otras muchas cosas, se dice: A poco que ustedes hayan leído sobre la vida de los santos, habrán advertido que todos ellos trabajaban, vivían y dormían siempre ante una calavera para acostumbrarse a la muerte y no temerla, que es lo mismo que decir: para perder el miedo al demonio que es, y ha sido siempre representado como señor de la muerte. Y esto fue, sin lugar a dudas, lo que ocurrió con los caballeros templarios: que advirtiendo el gran temor que muchos de sus militantes sentían por la muerte decidieron vivir acompañados siempre por una calavera con objeto de que sus caballeros, sobre todo los más jóvenes e inexpertos, perdieran el miedo que sentían hacia la muerte y se familiarizaran con ella…
Luego, más abajo, y ya casi al final, se dice: El famoso Bafomet templario existió. Pero intuimos que si este Bafomet templario era malicioso y, por lo tanto, merecedor de que sus poseedores fuesen condenados a morir abrasados en la hoguera por herejes, nuestras catedrales, nuestras iglesias, nuestras ermitas..., en definitiva, todos los templos del mundo, estarían ausentes de imágenes y pinturas de santos y santas porque la mayoría de ellos hubiesen sido quemados por el hecho de hacerse acompañar tanto de noche como de día por una calavera, tal y como vemos en infinidad de cuadros…
P.- En el capítulo referente a Entre el dogma y la oscuridad, insiste en aclarar más incógnitas que necesitan respuestas, como el agnusdéi, los juegos o la Cruz Patriarcal.
R.- Estas tres parcelas están siendo manipuladas por algunas asociaciones que se dan a conocer en Internet, con explicaciones maliciosas, esotéricas o interesadas. Para que los lectores sepan la verdad acerca de ellas es por lo que yo doy a conocer, con sus fuentes documentales, cuáles son exactamente sus significados y el cómo y el porqué adquirieron su importancia durante la historia.
P.- ¿Existió el documento Larmenius?
R.- Ese es un documento que, como yo demuestro en el libro, fue manipulado y dado como verdadera para que un montón de seudo órdenes templarias que pululan por Internet aseverando todas ellas ser los únicos y verdaderos descendientes del Temple, puedan lucrarse cobrando un verdadero dineral por investir caballeros.
P.- La bula Vox in excelso audita es, dice “no por unanimidad, pero sí por la decisión Apostólica...”. He observado que usted da bastante importancia a ese apartado en la decisión final sobre el Temple.
R.- Le doy mucha importancia porque en este párrafo, que fue dictada por el papa Clemente V, está encerrado precisamente el hecho demostrable de que sobre los soldados de la Orden del Templo de Jerusalén, no había cargo alguno que pudiese ser usado en su contra. Allí se dice textualmente que la mayor parte del consejo llegó a la conclusión, casi unánime, de que a la orden del Templo se le debería de dar la oportunidad de defenderse a sí misma y que, de ninguna forma podía ser condenada sobre la pobre base de las pruebas obtenidas hasta el momento. Sólo una pequeña parte de delegados eclesiásticos, que a la luz de los documentos se puede observar que son la parte más allegada a las ambiciones del Papa, está de cuerdo en que a los templarios no se le debe permitir tal defensa, aduciendo para ello que los intereses en Tierra santa podrían sufrir perjuicio si esto se concediera.
Clemente V, desestimando la opinión de la mayoría, cosa totalmente desacostumbrada en un concilio, ya que sin democrático consenso no sería necesario concilio alguno, decide condenar la orden de los caballeros del Templo de Jerusalén, no por la declaración definitiva —ya que no tenían pruebas suficiente para ello—, sino por decisión Apostólica, o tal como reza en el documento original «...no per modum deffinitivae sententiae, sino per modum apostolicae provisionis...»
P.- Ya lo hemos mencionado anteriormente, pero quiero insistir en que usted afirma, al principio del capítulo XI: la Orden del Templo de Jerusalén fue condenada siendo inocente de todos los cargos que les fueron imputados. Su proceso duró seis años, los mismos que muchos de los templarios sufrieron de torturas, digamos, muy poco “cristianas”.
R.- De un documento cuyas fuentes documentales doy a conocer en el libro, el capellán del Coro de la catedral de Notre Dame, Johannes de Blanchefort, que fue legado por su obispo para que fuese a visitar al Gran Maestre que estaba en prisión desde hacía ya más de cinco años, dice los siguiente: «Me confesó que lo habían torturado durante tantos años, en tal proporción y de tal forma, que si le hubiesen exigido decir que él era el asesino de Nuestro Señor Jesucristo, lo hubiera confesado sin dilación por tal de acabar cuanto antes con ese insufrible y doloroso sufrimiento…»
P.- ¿Quién mandaba realmente en la Iglesia, Clemente V o Felipe el Hermoso?
R.- Históricamente, y eso queda muy bien documentado en el libro. Un hecho que nos demuestra que el rey Felipe el Bello a través del papa Clemente V, era el que mandaba en la Iglesia, es que lo primero que hizo fue ordenar a éste que trasladase la Santa Sede de Roma a Aviñón. Y, después, como también se puede ver en el libro, le exigió que le suprimiese la excomunión que contra él había decretado su antecesor el papa Bonifacio VIII.
P.- Reproduce usted un documento de Wenceslao Ayguals de Izco, donde pone a Felipe IV como un execrable monarca, de los más pérfidos y crueles que desolaron la Francia. Parece que su insaciable deseo de lujo y oro es la clave del proceso a los templarios. En ese sentido, usted afirma que “los monarcas necesitaban dinero para sostener sus guerras territoriales; los papas para sufragar los gastos de las Cruzadas...”, pero no sólo eso.
R.- Cuando digo esto, me estoy refiriendo a los monarcas normales. El rey Felipe IV, no lo fue. Los documentos dicen que desde muy niño este monarca era un déspota y que su ansía de dinero no tenía fin. Que para lograrlo no dudó en empobrecer a hombres muy importantes que le habían servido fielmente tanto en la paz como en la guerra, acuñar moneda incluso en aquellos territorios donde no tenía potestad para hacerlo y, en fin, quienes lean el libro, podrán ver todo lo que los documentos dicen acerca de este monarca.
P.- Hace usted una referencia a “La Santa Inquisición”, y lo pongo entre comillas por lo de Santa, donde nos presenta tres de sus instrumentos de tortura: la garrucha, la toca y el potro. ¿Cómo podía un religioso aplicar esos tormentos en nombre de Jesucristo?
R.- La Iglesia estaba salva de esta culpa. Los religiosos eran los que interrogaban, y los laicos los que aplicaban los castigos y torturas. Para salvarse de tan aterradores y doloras torturas, los reos confesaban todo lo que le ponían delante. Después, la Inquisición entregaba al recién juzgado a las autoridades seculares para que éstas cumplieran la sentencia de muerte, porque los tribunales eclesiásticos tenían expresamente prohibido ejecutar las penas capitales.
P.- Su obra es tan completa que usted, en la página 221, nos hace una relación de las órdenes en las cuales se puede ingresar actualmente.
R.- Esto lo hago sobre todo por los más jóvenes. Para que si quieren ser caballeros de alguna orden, lo hagan en aquellas que sí están aprobadas por los gobiernos y por la Iglesia. Aquellas donde no podrán ser engañados. Sobre esto, hace cosa de algún tiempo, un chico de 15 años se puso en contacto conmigo, y me decía que alguien le había escrito en nombre de una orden caballeresca, y que le decían que lo iban a nombrar directamente comendador, pero le aconsejaban que no se lo descubriese a nadie, ya que esta clase de actos había que hacerlos según el antiguo rito secreto de los templarios. Teniendo en cuenta que hay autores que han afirmado, sin dar las fuentes documentales, que los templarios sodomizaban a los candidatos y le besaban la verga, yo alerté al padre de esta criatura del peligro que corría. Dado, además, que lo citaban en un lugar para luego llevarlo a la supuesta encomienda. De ahí que yo haya dedicado este capítulo para advertir a los más jóvenes del peligro en que se encuentra.
P.- ¿Es real el grito de Jacques de Molay emplazando al Papa Clemente y a Felipe, en el momento de ser quemado? Tengo entendido que, al menos, se cumplió el emplazamiento. ¿O se trata de otra leyenda?
R.- No. Es leyenda. No hay nada documentado que demuestre su verdad. El emplazamiento se cumplió porque quién dio pábulo a esta leyenda jugaba con la ventaja de saber las fechas en que murieron los supuestos emplazados.
P.- Incluso se permite usted unos momentos como escritor o narrador en el capítulo X: Leyendas de la Orden de los Templarios; y en el XIII: Ejecución.
R.- Los ensayos históricos, en los cuales el autor tiene que dar a conocer muchos documentos históricos, pueden ser muy agradables de leer para personas que gusten del tema; pero, no lo es tanto para aquellos que no tienen mucho interés por ella. Para hacer más asequible la lectura, me vi en la obligación de crear este capítulo que, precisamente, por las leyendas, hace más asequible la lectura del mismo.
Y en cuento al capítulo XIII, que usted cita, sin apartarme nunca de las fuentes documentales, doy a conocer todo el proceso de ejecución de una forma novelada para que el lector pueda disfrutar y no se aburra.
P.- ¿Qué está preparando Antonio Galera en 2009?
R.- Este año tengo preparadas tres obras. «BULARIO DE LA ORDEN DEL TEMPLO DE SALOMÓN. Comentado y traducido», publicado por Grup Lobher. Desde el año 1312 —dentro de tres años se cumplirán siete siglos—, en que por Bula del papa Clemente V, la Orden del Templo de Salomón fue extinguida y despojada de todos sus bienes, nadie, absolutamente nadie, había logrado reunir, para darlas a conocer, todas las bulas que fueron publicadas por distintos Vicarios de Cristo en favor o en contra de los caballeros templarios. En esta obra yo he logrado reunirlas todas.
El segundo es una novela histórica que se titula: «La oculta ciencia de los templarios ancianos», que será publicada en breve por la editorial Akrón. Durante mi andadura por los archivos históricos de toda España, y más concretamente en los de la Corona de Aragón y del Vaticano, encontré pistas documentales que hablaban de un caballero templario que huyó de la batalla de Fraga presa del miedo y de la cobardía. Asimismo también pude verificar que este caballero, además de ser monje y guerrero, era también un consumado poeta. En esta obra, basándome en las mencionadas fuentes, desvelo la vida de este caballero medroso, monje, guerrero y poeta; hijo del conde de Osca, nacido en Montbrió, hoy conocido como Montbrió del Camp, provincia de Tarragona. Y, de igual forma, sirviéndome del Libro de las Ordenanzas Secretas de la Orden del Templo de Salomón, también doy a conocer la extraña e insólita técnica que los caballeros ancianos empleaban para convertir a un caballero cobarde en el más audaz y diestro soldado de las milicias templarias.
El tercero y último que este año publicaré, es el libro que referí anteriormente, cuyo título es «Cuentos terapéuticos», que será reeditado en breve por Grup Lohber editorial.
P.- Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve doctor en historia?
R.- El futuro de esta sección ha de ser triunfal. Los libros son, fueron y seguirán siendo en el futuro nuestros mejores amigos. Y así es comprendido y aceptado por todo el mundo. En este tiempo en que la crisis está haciendo estragos en algunas familias y en que el consumo de muchos alimentos ha disminuido, la venta de los libros sigue exactamente igual. Tal vez esto sea debido a aquello que solía decir Montesquieu: «No he sufrido nunca una pena que una hora de lectura no me haya quitado…»
Ha sido un auténtico placer descubrir la Orden del Templo de Jerusalén en su libro.
Gracias. Espero que haya otras muchas personas que puedan decir lo mismo.
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