Nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 7 de mayo de 1950. Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires hasta un año antes de finalizar la carrera, en que enfermó. En 1989 se radicó en Israel con su mujer y sus cuatro hijas, donde vive actualmente, en la ciudad de Eilat. Se dedica en forma permanente a la meditación hindú Vipassana, asistiendo a los seminarios en los centros de aislamiento y meditación que la entidad posee en el desierto del Negev. Ha escrito: "La Leyenda de Palameycora", "El Ente Dvorak", "Un Sueño de Vida" y "Acortando Distancias", en 1999; "El Caso Guli", en el año 2002, "La Fábula de la Jirafa y el Caracol" y "La Goma Reina"; "Pornocto y Rosirupta (dos almas en el Mundo del Nada Importa)", en el año 2003. "El Paraíso Escondido detrás de Nuestras Desgracias (Autoayuda Autobiográfica)", conteniendo un método con una técnica descubierta por el mismo autor y aplicada con éxito a su propia vida; y su continuación: "Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos", ambos publicados en el año 2007; y "Una Cuestión de Tamaños", sátira tragicómica que incluye cierta dosis de romance místico, en 2008.
Se dedica a la literatura de ficción, ciencia ficción, terror, romance y cuentos infantiles, comprometido de manera especial, en temas sobre autoayuda, filosofía, psicología, meditación y humanismo desde un aspecto de la evolución individual.
Publica casi diariamente, artículos sobre los temas que le competen, en el blog "Libro Abierto" y otros medios de difusión.
Asimismo, ha publicado varios cuentos cortos, relatos y una serie de artículos sobre los temas que le ocupan.
Todos sus libros, relatos y artículos poseen descarga gratuita y se encuentran a disposición del lector interesado. Como así también, la posibilidad de compra de sus libros en papel.
Desarrolla su actividad a través de tres blogs, cuyos nombres se transcriben a continuación, con sus respectivos enlaces:
LIBRO ABIERTO (en idioma español):
http://libroabiertorudyspillman.blogspot.com
SHALOM SHALVA (en idioma hebreo):
http://rudyspillmaninhebrew.blogspot.com
THE PEACE PORTAL (en idioma inglés):
http://peaceportal.ning.com/profile/3of26z47a7p79
Miembro de la Asociación Israelí de Escritores en Lengua Castellana (AIELC). Miembro de Escritores Club (Agrupación de Escritores Independientes de Habla Hispana). Asesor de la Academia Filosófica Hebrea "Sinaí".
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas
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P.: Leyendo su reseña biográfica, la primera reflexión es casi obligada. Empezó usted a escribir muy joven, pero tuvieron que pasar alrededor de veinte años para que sus escritos vieran la luz, salvándose de la destructora autocrítica.
Sinceramente, no sé. Es probable que con la madurez de los años se haya aplacado el autoritario ogro interior que me impedía cosechar las letras sembradas y por otro lado, quizás los esmeros y esfuerzos en mejorar mi calidad literaria, unido esto a los radicales cambios coyunturales en mi vida a partir del año 1989, hayan logrado domesticarlo y adormecerlo en parte.
P.: Me gustaría conocer un poco mejor sus gustos literarios. ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas?
A muy temprana edad he comenzado leyendo a Kafka ("Metamorfosis"), luego me entusiasmé mucho con Ray Bradbury ("Las doradas manzanas del sol"). Leí algo, poco, de Jorge Luis Borges, más de Julio Cortázar. He leído a Sábato y muchos otros autores sobre los cuales no recuerdo su nombre, probablemente, por haber leído circunstancialmente alguna obra de cada uno de los mismos.
De joven, y durante largos años, he sido un lector que ha "picoteado" aquí y allá, de muchos autores disímiles, buscando un destino que no encontraba. Allí quizás esté mi origen polifacético como escritor.
P.: Y, actualmente, ¿a quien lee Rudy Spillman?
Definitivamente, considero que Hermann Hesse es "el escritor" por antonomasia y definición. Un pequeño ejemplar de "Siddhartha" descansa siempre en un rincón de mi dormitorio, dispuesto a abrirse ante mis ojos cada vez que encuentro la necesidad de redescubrir en palabras, descripciones de la libertad, sabiduría y profundo contacto con nuestra más auténtica esencia humana. El último libro que leí del autor fue "El Juego de los Abalorios", el que hizo profunda mella en mí.
También leo a Deepak Chopra ("Conocer a Dios"), John Steinbeck ("Las Uvas de la Ira"); tengo arrinconada la obra de Carlos Castañeda, de quien he leído "El Arte de Ensoñar" y por lo que he decidido guardarla celosamente a la espera de tiempos de mayor distensión. He leído últimamente un libro científico pero comprensible a nivel popular y que recomiendo con el mayor de los énfasis. Su título: "La enfermedad como camino", de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
Como podrá observar, continúo aún hoy salpicando mi mente de literatura de lo más variada. Quisiera leer más y escribir menos, pero hago exactamente lo contrario.
P.: En 1989 se traslada a Israel. ¿Qué le lleva a una región tan ligada a la cultura occidental pero tan convulsionada? Háblenos de Eilat.
Durante mi juventud en Buenos Aires y en mi condición de judío de la diáspora, experimenté en varias oportunidades una fuerte necesidad de llegar a Israel, colaborar en algún kibutz y alistarme en las filas del ejército, situación que nunca llegó a concretarse debido a que mi madre, q.e.p.d., era polaca (idishe mame), lo que se traducía en una especial forma de poder ejercer mi libertad: yo podía hacer todo lo que me viniese en gana, pero existía un lenguaje que pocas veces se traducía en palabras y que encerraba todas las apetencias y necesidades de mi madre. Esta poderosa energía flotaba en el ambiente entre ambos y solía ejercer a veces una influencia hipnótica en mí. De esta manera, ni ella me pedía que no la abandonase ni yo necesitaba responderle que me quedaría. Simplemente, me quedaba... y ella, complacida, sonreía.
Promediando mis casi cuarenta años de edad y habiéndose debilitado lo suficiente aquel control psicológico, logré finalmente cortar el cordón umbilical que me unía a ella y partí hacia las lejanas tierras bíblicas.
Nosotros los argentinos, nunca hemos sabido de guerras más que las que libramos con nosotros mismos, dentro de la familia, en el barrio, escuela, universidad, empleo, alguna otra institución o gobierno de turno, en especial cuando se trataba de una dictadura. Es por ello que a comienzos del año 1991, ya radicado con mi familia en Israel, la Primera Guerra del Golfo Pérsico nos sorprendió. Y fue cuando conocimos una nueva forma de vivir. No recuerdo haber sentido miedo. Pero hasta el día de hoy no sabría decir si no lo sentía o no contaba con el tiempo necesario para sentirlo. La actividad y el alerta eran constantes. El televisor o la radio permanecían encendidos las 24 horas del día. Ni bien comenzaba a sonar la aguda alarma que nos avisaba que un proyectil había sido lanzado y se encontraba al caer en nuestro territorio, contábamos apenas con un par de minutos para encerrarnos en una habitación hermética, colocar paños húmedos en las hendijas y respiraderos, ayudarnos mutuamente en la apropiada colocación de las máscaras, y lo más doloroso de todo el procedimiento, cual era ingresar a mi hija menor de dos años de edad, en medio de su incesante llanto en desaprobación, dentro de una cuna de plástico transparente y cerrada herméticamente hasta que el peligro pasara. Fueron tiempos en que la fisiología de mi organismo adoptó la costumbre de despertarme cada 20 minutos escuchando una alarma muchas veces inexistente, para luego continuar mi sueño. Pero como sucede siempre en la vida, esta etapa también pasó y todos volvimos a recuperar nuestra rutina.
Eilat, simbólicamente, es considerada por los mismos israelíes como una ciudad fuera del Estado de Israel debido a sus grandes diferencias con el resto del territorio. Su clima promediando los 40° C durante gran parte del año, ausente de lluvias de manera tal que los 7 a 10 días anuales que éstas puedan mojar sus calles son motivo de festejos, en especial por parte de los niños. Su fisonomía mostrando el área turística abundante en hotelería 5 estrellas bordeando las costas del Mar Rojo, en la parte baja de la ciudad; y los diferentes vecindarios de la población estable, ubicados en su parte alta; y ambos sectores encerrados entre las montañas y el mar, con un firmamento celeste que se rehúsa por lo general a cambiar de color, le otorgan un aspecto liberal y protector a la misma vez. Tres horas de viaje a través del inagotable desierto del Negev separan esta pequeña y hermosa ciudad de apenas 60.000 habitantes, del resto de la civilización.
P.: ¿Qué encuentra Rudy en Israel para que, por fin, sus escritos dejen de ser pasto de la autocrítica?
Una pregunta difícil de responder. Por un lado quizás, encontrarme en Israel y en especial en la ciudad de Eilat, rodeado de ese tan ansiado mar, montañas, sol eterno, profundo silencio alternado con los típicos sonidos de la naturaleza haya sido para mí como volver al útero de mi madre del cual no hubiese debido salir nunca. Por otro lado, la fisonomía del lugar y las latitudes donde me encontraba parecían actuar en cierto modo de musas inspiradoras que me permitirían empezar a escribir textos que el crítico censor que aún vive dentro mío ya no necesitaría desechar.
P.: Pronto nacen La leyenda de Palameycora, El ente Dvorak, Pornocto y Rosirupta, El caso Guli, Un sueño de vida, Acortando distancias y La laguna de los milagros. Digo pronto, pues creo que su primera publicación data de 1999, diez años después de vivir en Israel.
La única manera que encuentro de justificar el hecho de que hayan tenido que transcurrir tantos años en Israel hasta poder tomar la decisión de publicar mis obras, sea quizás al advertir que debí guardar celosamente, una y otra vez, mis ideas, sin animarme todavía a plasmarlas en el papel por temor a esa autocrítica compulsiva que me llevaría a continuar haciendo lo que siempre había hecho. Hasta que un día me decidí. Fue la primera vez que escribí y mantuve lo escrito sin destruir. Pero no sabría decir si mi nueva actitud se debía a una cierta evolución en mis capacidades literarias o a una adaptación a lo que yo era y siempre había sido como escritor.
P.: El paraíso escondido detrás de nuestras desgracias, ¿es una confesión personal o una catarsis?
El Paraíso Escondido detrás de Nuestras Desgracias marca un antes y un después en mi vida literaria. Una confesión no, en todo caso, el profundo y repentino deseo de compartir con la humanidad (o los que dentro de ésta aceptaran mi invitación) extraordinarias experiencias que me han sabido traer tanto bienestar. Catarsis sí, absolutamente, como lo es en cierta medida el resto de mi obra y la meditación, disciplina que vengo practicando ininterrumpidamente durante los últimos treinta años.
¿Porqué digo que marca un antes y un después? El Paraíso... es mi primer escrito que no relata una historia aunque en cierto modo ofrezca "flechazos" de la mía propia pero no con la intención de que se conozca mi vida sino para mostrar una forma verídica de hacerse bien y hacerlo a los demás. Esto, dicho, parece tan obvio y sencillo de lograr y sin embargo las sociedades hoy nos alejamos tanto de nuestros verdaderos objetivos. Mi inclusión como persona en la conjugación verbal que utilizo en la última oración no intenta decorar la redacción de esas líneas. Siento exactamente lo que escribo. En mis escritos sobre autoayuda lo enfatizo: soy un lector más de mis propios escritos, pero no en el sentido de un falso narcisismo literario, sino porque creo haber recibido cierta información de "alguna parte", de cómo son algunas cosas pero ello no significa que yo personalmente haya logrado todo lo que pregono. Es por ello que siempre digo que yo también soy un lector, un alumno más junto con los que quieran recibir las enseñanzas. No pareciera ser muy conveniente decir lo que estoy diciendo frente al lector potencial. Pero uno de los tantos principios que intento transmitir es el de "evitar vender nuestra imagen" como inicio de una libertad auténtica. Quien me acepte, en todos los aspectos deberá saber realmente quien soy.
Unos años antes de escribir este libro, de pronto, tomé conciencia de que venía utilizando una técnica de autoayuda desde aproximadamente los cinco años de edad, tiempos en que ni siquiera el vocablo "autoayuda" aún existía. Y quizás debido a que en aquellos momentos entraba lentamente en la edad en que a uno le resulta más fácil recordar acontecimientos lejanos que hechos ocurridos ayer, empecé a recordar cada vez más nítidamente, de qué manera utilizaba la técnica sin saberlo. A medida que agudizaba mi memoria mi mente se iluminaba más. Recordé detalles que me parecieron increíbles. La técnica la había utilizado siempre desde aquella temprana edad pero a partir de mi descubrimiento lo haría en forma consciente. Uniendo el pasado con el presente y vislumbrando un futuro promisorio me encausé en la tarea de recopilar toda la información que pudiera. Luego de transcurridos cuatro años, escribí el libro. Poseía todo el material almacenado en mi cabeza. Viví entonces largas épocas de incertidumbre y particular molestia al corroborar que sabía todo lo que me había sucedido pero no encontraba la forma de relatar mi experiencia. Hasta que sucedió. En algo más de tres meses publiqué el libro. Resultaron ciento dos páginas concentradas. Obvié relatar todas mis experiencias. Apenas algunas bastarían. Deseaba rescatar la técnica que ayudara al lector y no que éste se confundiera con el resultado detallado de mis experiencias que podían o no coincidir con las suyas propias. Como podrá observar, después de publicar este libro, nada fue igual para mí, a la hora de sentarme a escribir.
P.: Antes de entrar a comentar su última obra no me resiste a preguntarle, ¿dónde se encuentra Rudy Spillman? Entiéndame, usted ha escrito novela negra, cuentos infantiles, romance, ciencia ficción, psicología-policial, filosofía y autoayuda. Parece como si todo ello hubiese sido un camino para encontrarse. ¿Ha tenido que llegar al desierto de Negev para encontrar de forma definitiva su mundo como autor, incluso como persona?
Debo reconocer a esta altura de mi vida, mi aspecto polifacético y autodidacta como autor, amén de la riqueza o pobreza literaria de mis escritos, aspectos que no seré yo quien juzgue. El individuo, en general, crea muchas veces de forma inconsciente, una lista en la que vuelca "cómo debe ser la persona" y luego vive toda su vida intentando cumplir con las premisas allí escritas. Salvando principios básicos que pudieran dañar los derechos de los demás, es decir, en lo que atañe a mi persona exclusivamente, yo siempre intento hacer al revés. Es decir, trato de descubrir quién y cómo soy sin epítetos ni calificativos. De esta manera confeccionaré una lista con "lo que hay" y no con "lo que quiero que haya o creo que debiera haber". Creo que éste es un mejor punto de partida, a partir del cual conociéndose tal cual uno es serán mucho más auténticos y viables los cambios que uno desee emprender. Ello respondería al aspecto polifacético, como Ud. bien dice, que poseo como autor. Lo que mi mente ha creado lo he volcado en el papel. Puedo haber sido severo con la crítica pero no me preencasillé como autor de ciencia ficción, novela amorosa, autoayuda, filosofía, humanismo o cualquier otro rubro literario. A lo que me surgía le daba igualdad de posibilidades. Intento ser auténtico en la creación y no prefabricar temas de acuerdo a especulaciones que no respondan a quien realmente soy.
Sí, de la misma manera que una fotografía debe pasar el proceso obligado del revelado para poder ser apreciada en todas sus cualidades, virtudes y defectos, así quizás me haya sucedido a mí, y el desierto del Negev, como Usted bien dice, haya actuado de cuarto oscuro que permitiría mi revelado como autor y mi redescubrimiento y evolución como persona.
P.: Preséntenos su última obra, Una cuestión de tamaños.
Se trata de una novela corta de ritmo ligero que incita al lector a continuar leyendo buscando descubrir los hechos antes de que sucedan. Y se equivoca porque la historia es simple pero extraña a la vez. El desarrollo del relato acompañado de una suave comicidad bordea el misticismo romántico y trae a sus tres protagonistas principales a una encrucijada final difícil de resolver.
Junto con Pornocto y Rosirupta (Dos Almas en el Mundo del Nada Importa), es del tipo de historias que más me agrada relatar, pues me permite introducirme en el relato mientras escribo, de manera tal que difícil me resulta advertir que el mundo al que pertenezco es otro.
Además, respecto de esta novela, debo decirle que su misticismo trasciende el mundo de lo irreal para introducirse en mi propia vida privada. El brote de inspiración nace como un torbellino, luego de varias horas de haber sufrido la pérdida parcial y focalizada de la memoria, de esto, hace ya algunos meses. Una vez repuesto, escribo Una cuestión de tamaños y Tarea concluida, en apenas unas jornadas. Algo inédito en mis antecedentes literarios.
P.: ¿No representa un giro en ese camino emprendido hacia el humanismo en su evolución del desarrollo del individuo?
No, para nada. Fíjese que quizás aquí, la confusión provenga de lo que cada uno pretenda significar cuando alude a "la evolución del desarrollo del individuo". Pienso que si el mundo se llenara de "Pornoctos y Rosiruptas" o de "Arnestos y Jimenas", al humanismo no le quedaría tarea por cumplir.
P.: Estoy convencido de que su mente creativa no está en descanso. ¿Qué escribe en este momento?
MediMente. Es el último de mis desafíos. Todo comenzó con un modesto curso de meditación sin pretensiones que inicié en "Libro Abierto". Al poco tiempo decidí que se convertiría en un volumen publicado aunque me tomara tiempo. Pero no podía defraudar a mis lectores, por lo que continué con el curso hasta el día de hoy mediante la publicación de artículos individuales. Llevo publicados, el prólogo y los trece primeros capítulos. Quedan algunos más para terminar su primera parte, teórico-práctica. Entonces iniciaré la segunda y última parte, netamente práctica, incluyendo "Diez Viajes Fantásticos al Interior del Alma".
La aventura empezó en marzo del corriente año y finalizará en algún mes del año entrante. El proyecto es ambicioso porque no responde a ningún estereotipo de los conocidos, todos abundantes en una amplia bibliografía repleta de conocimientos milenarios. Sin desmerecer el profuso contenido intelectual de toda la bibliografía existente en el tema, he querido volcar, intentando no guardar nada, todos mis conocimientos y experiencias que datan de treinta años atrás, como un simple meditador que ha llegado a conocer en algo los mecanismos prácticos de la disciplina, a los que ha decidido agregar temas filosóficos relacionados con la misma.
P.: No sé si para los asiduos y desconocidos lectores de esta sección usted es un autor conocido o no, pero como pretendo que le conozcan tan bien como sus lectores en Israel, quiero que nos cuente la relación especial que tiene usted con Internet a la hora de la publicación y distribución de sus obras.
Como Ud. bien sabe, el internet no tiene fronteras y a nadie le es requerido pasaporte para transportarse de un país a otro e introducirse en los hogares desde el propio. Este pequeño detalle me ha permitido recibir desde marzo del año 2007 en que me inicio en el blog "Libro Abierto", la complaciente animosidad de lectores llegados de 54 países. Para su sorpresa le diré que la mayor afluencia de público proviene de Gran Bretaña, secundada muy de cerca por España, con una diferencia entre ambos que no llega a superar los 300 lectores. Israel se encuentra en 7° lugar. Parece ser que en la red también se da aquello de que "nadie es profeta en su tierra". Con más razón, si su tierra no es la natal y el idioma es otro.
No sabría decirle si mi relación es especial. Espero que no, porque la mía es muy buena y desearía que muchas otras personas gozaran de una relación similar.
Publico mis obras en Lulu, Scribd y últimamente, también en Bubok. Debido a que soy autodidacta, pero no sólo como escritor, toda mi actividad la he aprendido solo, a fuerza de paciencia y perseverancia y a sabiendas de que aprendo bien pero con mucha lentitud, lo que me permite aunque sea tarde, siempre llegar. Mis amigos consideran que sé mucho de lo que hago y yo les respondo que sé muy poco pero bien. Nada mejor que un ejemplo para aclarar el concepto:
La empresa Lulu ofrece una innumerable cantidad de servicios. El 95% de los mismos me es por completo desconocido. El otro 5% lo domino casi a la perfección. Es el que necesito y utilizo. No dispongo del tiempo para aprender las cosas que no utilizaré.
La promoción y distribución no son temas que me agraden, por lo cual gustoso recibo la valiosa colaboración de mi mujer.
Debido a que ésta no es el tipo de preguntas que disfruto en especial, espero haber podido cumplir con sus expectativas con mi respuesta.
P.: Su bitácora podemos leerla en castellano, en hebreo y en inglés.
No se trata de la misma bitácora. La primera en aparecer y la principal es "Libro Abierto" en idioma español. Con el tiempo debí abrir en esa misma página, un "Rincón en Hebreo" y un "Rincón en Inglés" hasta que todo quedó demasiado apretado allí. Nació así la idea de abrir otras dos bitácoras: "Shalom Shalva", en hebreo y cuyo título sugiere un juego de palabras, ya que "shalom" significa "hola" y también "paz"; y el significado de "shalva" es "tranquilidad"; y una bitácora en inglés, que no es del todo propia, puesto que la he creado dentro de un grupo denominado "Peace Portal" (Portal de Paz).
P.: Dígame, ¿Cuántas horas diarias le dedica a la escritura, a las bitácoras y a otros sitios de internet?
Puedo un día dedicar 8, 10 o 12 horas y al siguiente no hacer nada. Mis tiempos son muy relativos. Mi dedicación es completa cuando me dedico. Y esto es aplicable en todos los órdenes de mi vida.
P.: ¿Esa realimentación (feed-back para los ingleses) con los lectores le es beneficiosa para su actividad creativa?
Personalmente, no creo que una respuesta positiva por parte de los lectores pueda tener influencia en la actividad creativa del autor. Pero sí estoy convencido que al menos en mi caso la respuesta de los lectores ha sido, es y siempre será el factor condicionante de mis escritos. El lector es el que me lleva de la mano hacia la publicación evitando que destruya lo escrito.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve Rudy Spillman?
Yo veo un futuro, en especial en la literatura de consumo, desprovista de "best sellers" y del salto de escritores noveles al repentino estrellato. No veo moneda de intercambio en la literatura. Veo lectura para todos los gustos, muchos escritos que nunca nadie leerá pero que estarán allí publicados en el mercado, abundantes obras maestras de la literatura que se perderán de momento entre la extrema abundancia de obras, cada vez más falta de tiempo para poder descubrir y distinguir calidades. El libro-papel agotando sus fuerzas en un intento por combatir con la literatura virtual, quedando finalmente arrinconado sin desaparecer pero viendo envejecer sus arrugadas papiro-páginas, se dejará envolver por la telaraña digital. Tendremos todos acceso a un diminuto "chip" tecnológico que almacenará miles de libros de nuestro gusto que nunca alcanzaremos a leer. Pero todo esto ocurrirá en un tiempo en que nuestra generación ya no podrá enterarse si hemos tenido la suerte de habernos equivocado los que compartimos estas apreciaciones.
Muchas gracias.
Gracias a Usted.
Se dedica a la literatura de ficción, ciencia ficción, terror, romance y cuentos infantiles, comprometido de manera especial, en temas sobre autoayuda, filosofía, psicología, meditación y humanismo desde un aspecto de la evolución individual.
Publica casi diariamente, artículos sobre los temas que le competen, en el blog "Libro Abierto" y otros medios de difusión.
Asimismo, ha publicado varios cuentos cortos, relatos y una serie de artículos sobre los temas que le ocupan.
Todos sus libros, relatos y artículos poseen descarga gratuita y se encuentran a disposición del lector interesado. Como así también, la posibilidad de compra de sus libros en papel.
Desarrolla su actividad a través de tres blogs, cuyos nombres se transcriben a continuación, con sus respectivos enlaces:
LIBRO ABIERTO (en idioma español):
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SHALOM SHALVA (en idioma hebreo):
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http://peaceportal.ning.com/profile/3of26z47a7p79
Miembro de la Asociación Israelí de Escritores en Lengua Castellana (AIELC). Miembro de Escritores Club (Agrupación de Escritores Independientes de Habla Hispana). Asesor de la Academia Filosófica Hebrea "Sinaí".
Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas
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P.: Leyendo su reseña biográfica, la primera reflexión es casi obligada. Empezó usted a escribir muy joven, pero tuvieron que pasar alrededor de veinte años para que sus escritos vieran la luz, salvándose de la destructora autocrítica.
Sinceramente, no sé. Es probable que con la madurez de los años se haya aplacado el autoritario ogro interior que me impedía cosechar las letras sembradas y por otro lado, quizás los esmeros y esfuerzos en mejorar mi calidad literaria, unido esto a los radicales cambios coyunturales en mi vida a partir del año 1989, hayan logrado domesticarlo y adormecerlo en parte.
P.: Me gustaría conocer un poco mejor sus gustos literarios. ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas?
A muy temprana edad he comenzado leyendo a Kafka ("Metamorfosis"), luego me entusiasmé mucho con Ray Bradbury ("Las doradas manzanas del sol"). Leí algo, poco, de Jorge Luis Borges, más de Julio Cortázar. He leído a Sábato y muchos otros autores sobre los cuales no recuerdo su nombre, probablemente, por haber leído circunstancialmente alguna obra de cada uno de los mismos.
De joven, y durante largos años, he sido un lector que ha "picoteado" aquí y allá, de muchos autores disímiles, buscando un destino que no encontraba. Allí quizás esté mi origen polifacético como escritor.
P.: Y, actualmente, ¿a quien lee Rudy Spillman?
Definitivamente, considero que Hermann Hesse es "el escritor" por antonomasia y definición. Un pequeño ejemplar de "Siddhartha" descansa siempre en un rincón de mi dormitorio, dispuesto a abrirse ante mis ojos cada vez que encuentro la necesidad de redescubrir en palabras, descripciones de la libertad, sabiduría y profundo contacto con nuestra más auténtica esencia humana. El último libro que leí del autor fue "El Juego de los Abalorios", el que hizo profunda mella en mí.
También leo a Deepak Chopra ("Conocer a Dios"), John Steinbeck ("Las Uvas de la Ira"); tengo arrinconada la obra de Carlos Castañeda, de quien he leído "El Arte de Ensoñar" y por lo que he decidido guardarla celosamente a la espera de tiempos de mayor distensión. He leído últimamente un libro científico pero comprensible a nivel popular y que recomiendo con el mayor de los énfasis. Su título: "La enfermedad como camino", de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
Como podrá observar, continúo aún hoy salpicando mi mente de literatura de lo más variada. Quisiera leer más y escribir menos, pero hago exactamente lo contrario.
P.: En 1989 se traslada a Israel. ¿Qué le lleva a una región tan ligada a la cultura occidental pero tan convulsionada? Háblenos de Eilat.
Durante mi juventud en Buenos Aires y en mi condición de judío de la diáspora, experimenté en varias oportunidades una fuerte necesidad de llegar a Israel, colaborar en algún kibutz y alistarme en las filas del ejército, situación que nunca llegó a concretarse debido a que mi madre, q.e.p.d., era polaca (idishe mame), lo que se traducía en una especial forma de poder ejercer mi libertad: yo podía hacer todo lo que me viniese en gana, pero existía un lenguaje que pocas veces se traducía en palabras y que encerraba todas las apetencias y necesidades de mi madre. Esta poderosa energía flotaba en el ambiente entre ambos y solía ejercer a veces una influencia hipnótica en mí. De esta manera, ni ella me pedía que no la abandonase ni yo necesitaba responderle que me quedaría. Simplemente, me quedaba... y ella, complacida, sonreía.
Promediando mis casi cuarenta años de edad y habiéndose debilitado lo suficiente aquel control psicológico, logré finalmente cortar el cordón umbilical que me unía a ella y partí hacia las lejanas tierras bíblicas.
Nosotros los argentinos, nunca hemos sabido de guerras más que las que libramos con nosotros mismos, dentro de la familia, en el barrio, escuela, universidad, empleo, alguna otra institución o gobierno de turno, en especial cuando se trataba de una dictadura. Es por ello que a comienzos del año 1991, ya radicado con mi familia en Israel, la Primera Guerra del Golfo Pérsico nos sorprendió. Y fue cuando conocimos una nueva forma de vivir. No recuerdo haber sentido miedo. Pero hasta el día de hoy no sabría decir si no lo sentía o no contaba con el tiempo necesario para sentirlo. La actividad y el alerta eran constantes. El televisor o la radio permanecían encendidos las 24 horas del día. Ni bien comenzaba a sonar la aguda alarma que nos avisaba que un proyectil había sido lanzado y se encontraba al caer en nuestro territorio, contábamos apenas con un par de minutos para encerrarnos en una habitación hermética, colocar paños húmedos en las hendijas y respiraderos, ayudarnos mutuamente en la apropiada colocación de las máscaras, y lo más doloroso de todo el procedimiento, cual era ingresar a mi hija menor de dos años de edad, en medio de su incesante llanto en desaprobación, dentro de una cuna de plástico transparente y cerrada herméticamente hasta que el peligro pasara. Fueron tiempos en que la fisiología de mi organismo adoptó la costumbre de despertarme cada 20 minutos escuchando una alarma muchas veces inexistente, para luego continuar mi sueño. Pero como sucede siempre en la vida, esta etapa también pasó y todos volvimos a recuperar nuestra rutina.
Eilat, simbólicamente, es considerada por los mismos israelíes como una ciudad fuera del Estado de Israel debido a sus grandes diferencias con el resto del territorio. Su clima promediando los 40° C durante gran parte del año, ausente de lluvias de manera tal que los 7 a 10 días anuales que éstas puedan mojar sus calles son motivo de festejos, en especial por parte de los niños. Su fisonomía mostrando el área turística abundante en hotelería 5 estrellas bordeando las costas del Mar Rojo, en la parte baja de la ciudad; y los diferentes vecindarios de la población estable, ubicados en su parte alta; y ambos sectores encerrados entre las montañas y el mar, con un firmamento celeste que se rehúsa por lo general a cambiar de color, le otorgan un aspecto liberal y protector a la misma vez. Tres horas de viaje a través del inagotable desierto del Negev separan esta pequeña y hermosa ciudad de apenas 60.000 habitantes, del resto de la civilización.
P.: ¿Qué encuentra Rudy en Israel para que, por fin, sus escritos dejen de ser pasto de la autocrítica?
Una pregunta difícil de responder. Por un lado quizás, encontrarme en Israel y en especial en la ciudad de Eilat, rodeado de ese tan ansiado mar, montañas, sol eterno, profundo silencio alternado con los típicos sonidos de la naturaleza haya sido para mí como volver al útero de mi madre del cual no hubiese debido salir nunca. Por otro lado, la fisonomía del lugar y las latitudes donde me encontraba parecían actuar en cierto modo de musas inspiradoras que me permitirían empezar a escribir textos que el crítico censor que aún vive dentro mío ya no necesitaría desechar.
P.: Pronto nacen La leyenda de Palameycora, El ente Dvorak, Pornocto y Rosirupta, El caso Guli, Un sueño de vida, Acortando distancias y La laguna de los milagros. Digo pronto, pues creo que su primera publicación data de 1999, diez años después de vivir en Israel.
La única manera que encuentro de justificar el hecho de que hayan tenido que transcurrir tantos años en Israel hasta poder tomar la decisión de publicar mis obras, sea quizás al advertir que debí guardar celosamente, una y otra vez, mis ideas, sin animarme todavía a plasmarlas en el papel por temor a esa autocrítica compulsiva que me llevaría a continuar haciendo lo que siempre había hecho. Hasta que un día me decidí. Fue la primera vez que escribí y mantuve lo escrito sin destruir. Pero no sabría decir si mi nueva actitud se debía a una cierta evolución en mis capacidades literarias o a una adaptación a lo que yo era y siempre había sido como escritor.
P.: El paraíso escondido detrás de nuestras desgracias, ¿es una confesión personal o una catarsis?
El Paraíso Escondido detrás de Nuestras Desgracias marca un antes y un después en mi vida literaria. Una confesión no, en todo caso, el profundo y repentino deseo de compartir con la humanidad (o los que dentro de ésta aceptaran mi invitación) extraordinarias experiencias que me han sabido traer tanto bienestar. Catarsis sí, absolutamente, como lo es en cierta medida el resto de mi obra y la meditación, disciplina que vengo practicando ininterrumpidamente durante los últimos treinta años.
¿Porqué digo que marca un antes y un después? El Paraíso... es mi primer escrito que no relata una historia aunque en cierto modo ofrezca "flechazos" de la mía propia pero no con la intención de que se conozca mi vida sino para mostrar una forma verídica de hacerse bien y hacerlo a los demás. Esto, dicho, parece tan obvio y sencillo de lograr y sin embargo las sociedades hoy nos alejamos tanto de nuestros verdaderos objetivos. Mi inclusión como persona en la conjugación verbal que utilizo en la última oración no intenta decorar la redacción de esas líneas. Siento exactamente lo que escribo. En mis escritos sobre autoayuda lo enfatizo: soy un lector más de mis propios escritos, pero no en el sentido de un falso narcisismo literario, sino porque creo haber recibido cierta información de "alguna parte", de cómo son algunas cosas pero ello no significa que yo personalmente haya logrado todo lo que pregono. Es por ello que siempre digo que yo también soy un lector, un alumno más junto con los que quieran recibir las enseñanzas. No pareciera ser muy conveniente decir lo que estoy diciendo frente al lector potencial. Pero uno de los tantos principios que intento transmitir es el de "evitar vender nuestra imagen" como inicio de una libertad auténtica. Quien me acepte, en todos los aspectos deberá saber realmente quien soy.
Unos años antes de escribir este libro, de pronto, tomé conciencia de que venía utilizando una técnica de autoayuda desde aproximadamente los cinco años de edad, tiempos en que ni siquiera el vocablo "autoayuda" aún existía. Y quizás debido a que en aquellos momentos entraba lentamente en la edad en que a uno le resulta más fácil recordar acontecimientos lejanos que hechos ocurridos ayer, empecé a recordar cada vez más nítidamente, de qué manera utilizaba la técnica sin saberlo. A medida que agudizaba mi memoria mi mente se iluminaba más. Recordé detalles que me parecieron increíbles. La técnica la había utilizado siempre desde aquella temprana edad pero a partir de mi descubrimiento lo haría en forma consciente. Uniendo el pasado con el presente y vislumbrando un futuro promisorio me encausé en la tarea de recopilar toda la información que pudiera. Luego de transcurridos cuatro años, escribí el libro. Poseía todo el material almacenado en mi cabeza. Viví entonces largas épocas de incertidumbre y particular molestia al corroborar que sabía todo lo que me había sucedido pero no encontraba la forma de relatar mi experiencia. Hasta que sucedió. En algo más de tres meses publiqué el libro. Resultaron ciento dos páginas concentradas. Obvié relatar todas mis experiencias. Apenas algunas bastarían. Deseaba rescatar la técnica que ayudara al lector y no que éste se confundiera con el resultado detallado de mis experiencias que podían o no coincidir con las suyas propias. Como podrá observar, después de publicar este libro, nada fue igual para mí, a la hora de sentarme a escribir.
P.: Antes de entrar a comentar su última obra no me resiste a preguntarle, ¿dónde se encuentra Rudy Spillman? Entiéndame, usted ha escrito novela negra, cuentos infantiles, romance, ciencia ficción, psicología-policial, filosofía y autoayuda. Parece como si todo ello hubiese sido un camino para encontrarse. ¿Ha tenido que llegar al desierto de Negev para encontrar de forma definitiva su mundo como autor, incluso como persona?
Debo reconocer a esta altura de mi vida, mi aspecto polifacético y autodidacta como autor, amén de la riqueza o pobreza literaria de mis escritos, aspectos que no seré yo quien juzgue. El individuo, en general, crea muchas veces de forma inconsciente, una lista en la que vuelca "cómo debe ser la persona" y luego vive toda su vida intentando cumplir con las premisas allí escritas. Salvando principios básicos que pudieran dañar los derechos de los demás, es decir, en lo que atañe a mi persona exclusivamente, yo siempre intento hacer al revés. Es decir, trato de descubrir quién y cómo soy sin epítetos ni calificativos. De esta manera confeccionaré una lista con "lo que hay" y no con "lo que quiero que haya o creo que debiera haber". Creo que éste es un mejor punto de partida, a partir del cual conociéndose tal cual uno es serán mucho más auténticos y viables los cambios que uno desee emprender. Ello respondería al aspecto polifacético, como Ud. bien dice, que poseo como autor. Lo que mi mente ha creado lo he volcado en el papel. Puedo haber sido severo con la crítica pero no me preencasillé como autor de ciencia ficción, novela amorosa, autoayuda, filosofía, humanismo o cualquier otro rubro literario. A lo que me surgía le daba igualdad de posibilidades. Intento ser auténtico en la creación y no prefabricar temas de acuerdo a especulaciones que no respondan a quien realmente soy.
Sí, de la misma manera que una fotografía debe pasar el proceso obligado del revelado para poder ser apreciada en todas sus cualidades, virtudes y defectos, así quizás me haya sucedido a mí, y el desierto del Negev, como Usted bien dice, haya actuado de cuarto oscuro que permitiría mi revelado como autor y mi redescubrimiento y evolución como persona.
P.: Preséntenos su última obra, Una cuestión de tamaños.
Se trata de una novela corta de ritmo ligero que incita al lector a continuar leyendo buscando descubrir los hechos antes de que sucedan. Y se equivoca porque la historia es simple pero extraña a la vez. El desarrollo del relato acompañado de una suave comicidad bordea el misticismo romántico y trae a sus tres protagonistas principales a una encrucijada final difícil de resolver.
Junto con Pornocto y Rosirupta (Dos Almas en el Mundo del Nada Importa), es del tipo de historias que más me agrada relatar, pues me permite introducirme en el relato mientras escribo, de manera tal que difícil me resulta advertir que el mundo al que pertenezco es otro.
Además, respecto de esta novela, debo decirle que su misticismo trasciende el mundo de lo irreal para introducirse en mi propia vida privada. El brote de inspiración nace como un torbellino, luego de varias horas de haber sufrido la pérdida parcial y focalizada de la memoria, de esto, hace ya algunos meses. Una vez repuesto, escribo Una cuestión de tamaños y Tarea concluida, en apenas unas jornadas. Algo inédito en mis antecedentes literarios.
P.: ¿No representa un giro en ese camino emprendido hacia el humanismo en su evolución del desarrollo del individuo?
No, para nada. Fíjese que quizás aquí, la confusión provenga de lo que cada uno pretenda significar cuando alude a "la evolución del desarrollo del individuo". Pienso que si el mundo se llenara de "Pornoctos y Rosiruptas" o de "Arnestos y Jimenas", al humanismo no le quedaría tarea por cumplir.
P.: Estoy convencido de que su mente creativa no está en descanso. ¿Qué escribe en este momento?
MediMente. Es el último de mis desafíos. Todo comenzó con un modesto curso de meditación sin pretensiones que inicié en "Libro Abierto". Al poco tiempo decidí que se convertiría en un volumen publicado aunque me tomara tiempo. Pero no podía defraudar a mis lectores, por lo que continué con el curso hasta el día de hoy mediante la publicación de artículos individuales. Llevo publicados, el prólogo y los trece primeros capítulos. Quedan algunos más para terminar su primera parte, teórico-práctica. Entonces iniciaré la segunda y última parte, netamente práctica, incluyendo "Diez Viajes Fantásticos al Interior del Alma".
La aventura empezó en marzo del corriente año y finalizará en algún mes del año entrante. El proyecto es ambicioso porque no responde a ningún estereotipo de los conocidos, todos abundantes en una amplia bibliografía repleta de conocimientos milenarios. Sin desmerecer el profuso contenido intelectual de toda la bibliografía existente en el tema, he querido volcar, intentando no guardar nada, todos mis conocimientos y experiencias que datan de treinta años atrás, como un simple meditador que ha llegado a conocer en algo los mecanismos prácticos de la disciplina, a los que ha decidido agregar temas filosóficos relacionados con la misma.
P.: No sé si para los asiduos y desconocidos lectores de esta sección usted es un autor conocido o no, pero como pretendo que le conozcan tan bien como sus lectores en Israel, quiero que nos cuente la relación especial que tiene usted con Internet a la hora de la publicación y distribución de sus obras.
Como Ud. bien sabe, el internet no tiene fronteras y a nadie le es requerido pasaporte para transportarse de un país a otro e introducirse en los hogares desde el propio. Este pequeño detalle me ha permitido recibir desde marzo del año 2007 en que me inicio en el blog "Libro Abierto", la complaciente animosidad de lectores llegados de 54 países. Para su sorpresa le diré que la mayor afluencia de público proviene de Gran Bretaña, secundada muy de cerca por España, con una diferencia entre ambos que no llega a superar los 300 lectores. Israel se encuentra en 7° lugar. Parece ser que en la red también se da aquello de que "nadie es profeta en su tierra". Con más razón, si su tierra no es la natal y el idioma es otro.
No sabría decirle si mi relación es especial. Espero que no, porque la mía es muy buena y desearía que muchas otras personas gozaran de una relación similar.
Publico mis obras en Lulu, Scribd y últimamente, también en Bubok. Debido a que soy autodidacta, pero no sólo como escritor, toda mi actividad la he aprendido solo, a fuerza de paciencia y perseverancia y a sabiendas de que aprendo bien pero con mucha lentitud, lo que me permite aunque sea tarde, siempre llegar. Mis amigos consideran que sé mucho de lo que hago y yo les respondo que sé muy poco pero bien. Nada mejor que un ejemplo para aclarar el concepto:
La empresa Lulu ofrece una innumerable cantidad de servicios. El 95% de los mismos me es por completo desconocido. El otro 5% lo domino casi a la perfección. Es el que necesito y utilizo. No dispongo del tiempo para aprender las cosas que no utilizaré.
La promoción y distribución no son temas que me agraden, por lo cual gustoso recibo la valiosa colaboración de mi mujer.
Debido a que ésta no es el tipo de preguntas que disfruto en especial, espero haber podido cumplir con sus expectativas con mi respuesta.
P.: Su bitácora podemos leerla en castellano, en hebreo y en inglés.
No se trata de la misma bitácora. La primera en aparecer y la principal es "Libro Abierto" en idioma español. Con el tiempo debí abrir en esa misma página, un "Rincón en Hebreo" y un "Rincón en Inglés" hasta que todo quedó demasiado apretado allí. Nació así la idea de abrir otras dos bitácoras: "Shalom Shalva", en hebreo y cuyo título sugiere un juego de palabras, ya que "shalom" significa "hola" y también "paz"; y el significado de "shalva" es "tranquilidad"; y una bitácora en inglés, que no es del todo propia, puesto que la he creado dentro de un grupo denominado "Peace Portal" (Portal de Paz).
P.: Dígame, ¿Cuántas horas diarias le dedica a la escritura, a las bitácoras y a otros sitios de internet?
Puedo un día dedicar 8, 10 o 12 horas y al siguiente no hacer nada. Mis tiempos son muy relativos. Mi dedicación es completa cuando me dedico. Y esto es aplicable en todos los órdenes de mi vida.
P.: ¿Esa realimentación (feed-back para los ingleses) con los lectores le es beneficiosa para su actividad creativa?
Personalmente, no creo que una respuesta positiva por parte de los lectores pueda tener influencia en la actividad creativa del autor. Pero sí estoy convencido que al menos en mi caso la respuesta de los lectores ha sido, es y siempre será el factor condicionante de mis escritos. El lector es el que me lleva de la mano hacia la publicación evitando que destruya lo escrito.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve Rudy Spillman?
Yo veo un futuro, en especial en la literatura de consumo, desprovista de "best sellers" y del salto de escritores noveles al repentino estrellato. No veo moneda de intercambio en la literatura. Veo lectura para todos los gustos, muchos escritos que nunca nadie leerá pero que estarán allí publicados en el mercado, abundantes obras maestras de la literatura que se perderán de momento entre la extrema abundancia de obras, cada vez más falta de tiempo para poder descubrir y distinguir calidades. El libro-papel agotando sus fuerzas en un intento por combatir con la literatura virtual, quedando finalmente arrinconado sin desaparecer pero viendo envejecer sus arrugadas papiro-páginas, se dejará envolver por la telaraña digital. Tendremos todos acceso a un diminuto "chip" tecnológico que almacenará miles de libros de nuestro gusto que nunca alcanzaremos a leer. Pero todo esto ocurrirá en un tiempo en que nuestra generación ya no podrá enterarse si hemos tenido la suerte de habernos equivocado los que compartimos estas apreciaciones.
Muchas gracias.
Gracias a Usted.
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