lunes, 24 de marzo de 2008

Rosa Cáceres y sus buceadores

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Francisco Javier Illán Vivas.
Subdirector VMPress.
Rosa Cáceres nació en Murcia. Al ser una apasionada de la Historia estudió filología románica, el arte y la literatura. Es profesora del IES Tháder de Orihuela (Alicante), donde reside en estos momentos de su vida, después de haber vivido en Barcelona, Vergel, Ondara, Lorca, Caravaca de la Cruz, Hellín y Cieza. Se siente extranjera en su tiempo, por lo que en Buceadores recorre las costas del sur del Mediterráneo y convive con las civilizaciones que pasaron por ellas, las gentes que las poblaron a lo largo de la historia y las que en la actualidad existen o bien se hacen presentes en su imaginación. Ha publicado, además, Aura, Sixto con rumor de olas rompientes, De donde crece la palma y La delicada piel del alma. Ésta es su bitácora. Colabora con el sitio Arthistoria.

Pregunta: Quien se acerque por primera vez a su biografía, puede llevarse una sorpresa: Rosa María Eugenia Cáceres Hidalgo de Cisneros. ¿Es usted de la nobleza?
Yo no ostento ningún título nobiliario, pero sí los hay en mi árbol genealógico y en parientes míos actuales. Sin embargo, siempre he opinado que cada persona es hija de sus obras y, en consecuencia debe atenerse a sus propios logros. Así es que la única nobleza que reconozco y que respeto es la que se deriva de la excelencia ética, que depende de uno mismo y no de sus antepasados a los cuales, es evidente, nadie elige.

P. Nació en Murcia, de padres cartageneros, vive y trabaja en Orihuela y veranea desde siempre en El Puerto de Mazarrón. ¿Cómo influyen todas esas circunstancias en su vida y en su obra?
Nací en Murcia, efectivamente, en la calle Simón García, exactamente. Y en Murcia viví y estudié en la Facultad de Filosofía y Letras. Pero pasé un par de años de mi infancia en La Alberca y desde siempre he veraneado en El Puerto de Mazarrón. Cómo mis padres eran de Cartagena, la visitábamos asiduamente, así es que Cartagena también es especial para mí.

Después de casada he residido en Barcelona, en la zona de Denia, en Lorca, nada menos que cinco años, en Caravaca de la Cruz, en Cieza en Hellín y desde hace ya bastante en Orihuela, de donde es mi marido y en donde trabajo como profesora de instituto.

Todo esto, naturalmente, influye en mi obra. He conocido in situ mentalidades y hablas diferentes, la vida en la gran urbe y en el pequeño núcleo de población (El Vergel, Ondara), la costa y las tierras de interior, toda una serie de contrastes que se han sedimentado en mi sensibilidad y me ha enseñado a no mirar en una sola dirección. Viajar abre mucho la mente, pero residir en diferentes lugares es aún más efectivo para comprender a los demás y no hacerse demasiado localista.

Sin embargo, siempre he mantenido que la infancia es la verdadera patria espiritual de cada persona y que somos semejantes a los árboles, que por mucho que expandan sus ramas, tienen raíces arraigadas en su tierra primigenia, que no es otra que la de su infancia. La conclusión en mi caso es clarísima: Murcia y El Puerto de Mazarrón polarizan mis afectos más profundos. En varias de mis novelas se trata el tema de la unión a la tierra nativa y de la nostalgia por ella, me refiero a “Aura”, “De donde crece la palma”, “La delicada piel del alma”, por citar algunas. Si bien lo pienso, creo que es un tema constante en mi obra.

P. Suele decir que ha pintado muchos más cuadros que novelas ha escrito.
He pintado y escrito desde niña porque son rasgos que por lo visto heredé de mi padre que hacía ambas cosas, pero me he ido decantando más por lo literario. Desde luego he pintado muchos más cuadros que novelas, que he escrito ocho hasta el momento, pero es que escribir una novela lleva mucho más tiempo que pintar un cuadro, por lo menos que los que yo solía pintar. Ahora me limito a dibujar y no muy bien, por cierto. En este campo no pretendo ser más que una aficionada muy mediocre y me sonroja que alguien me llame pintora, es un apelativo que me viene grande y que podría hacer reír a algún verdadero pintor que lo oyera.

P. Hablemos de su primera novela, Aura, publicada en 2003, y que ambienta en Filipinas y en La Mancha.
Es una novela muy querida para mí. Hasta que la escribí, yo me limitaba a escribir cuentos y narraciones, por aquello de las prisas y la agitación de la múltiple ocupación del ama de casa y madre que además trabaja fuera del hogar, pero “Aura”, que comencé por responder un reto de unos compañeros, me salió sola y me demostró que yo podía con una novela extensa. Lo único que resultó un problema arduo para mí fue escoger el título, después barajar unos cuantos, me decidí por el diminutivo con el que sus parientes llaman a la protagonista, Aurelia Soto. No estoy satisfecha de la elección. Si volviera a editarse, sin duda, sería con otro título.

En la novela se tratan varios temas concomitantes. Un antiguo misionero en Filipinas, que es enviado a un pueblo manchego como párroco, ya que por la escasez de presbíteros tras la contienda civil, ese puesto está en manos de un sacerdote alemán que no ha podido entenderse con los feligreses en razón de sus dificultades con el idioma. Una señorita acomodada que no encuentra en el pueblo un pretendiente a su medida. Un prostíbulo rural en el que ocurren casos cómicos. La maledicencia, la homofobia, la rebeldía, son algunos motivos tratados.

Creo que después de seis años en Hellín, conozco algo de la idiosincrasia manchega, el marido de una de mis hermanas es de Ciudad Real y además tengo muchos conocidos manchegos.

Ya en esta obra comienzo a incluir una de mis señas de identidad como novelista, que es el uso de idiomas (con su traducción correspondiente). Aquí es el alemán, para lo que me busqué asesores nativos. Y la otra seña, que es la música.

Esta novela recibió buenas críticas de Santiago Delgado, Fina Tafalla, que dedicó un análisis extenso en la Revista Monteagudo, de la Facultad de Letras de Murcia, entre otros.

P. Tres años después ve la luz un doble proyecto, Sixto con rumor de olas rompientes y De donde crece la palma, que pueden ser consideradas novelas cortas y que la Editora Regional publicó en un mismo volumen.
Son efectivamente las dos novelas más cortas que he escrito nunca y que, paradójicamente, tienen el título más largo, como si quisieran compensar esa brevedad. Pero debo decir que salieron con un tipo de letra bastante pequeño. Ramón Jiménez Madrid, que era el director de la Editora, lo decía, y era verdad.

“Sixto” es la más autobiográfica de mis novelas, incluso aparezco yo cuando era muy niña como uno de los personajes. Se desarrolla en El Puerto de Mazarrón y los nombres de la gente del pueblo son reales, los maestros, el médico, los pescadores… Es una historia real, de hecho, además de haberla ilustrado en mi manuscrito personal, tengo el archivo fotográfico correspondiente. Trata el tema de la construcción en el litoral. El protagonista es un humilde pescador que se niega a aceptar las ofertas de una importante empresa por su diminuta casita, una chabola realmente, puesto que en ella atesora los recuerdos de su esposa.

La historia es real y por lo que me dicen muy conmovedora, muchos lectores me han confesado que han llorado leyéndola. No uso idiomas, por única vez, pero sí tiene mucha importancia la música.

“De donde crece la palma” trata el tema de la música callejera en La Habana, la santería, la inmigración y la nostalgia por la tierra nativa, a través de la historia de Habanita Rocío, una cubana que viene a España, se casa en Cádiz, pero languidece de nostalgia por su isla. Investigué bastante sobre el vudú, la santería y el idioma yoruba, eso sin contar toda la cuestión de los grupos de música callejera, que es clave en la acción, y las jineteras que pululan por el Malecón de La Habana.

Una curiosidad, el nombre de la protagonista es el de una alumna.

P. Ese mismo año, 2006, publica Buceadores, una novela histórica en la cual se ha permitido mucha libertad para contarnos las peripecias de los submarinistas.
Realmente en lo histórico no me he permitido más libertad que la de imaginar los diálogos de los personajes. Todos los hechos históricos están contrastados escrupulosamente, y eso lleva mucho trabajo, lo puedo asegurar. La peripecia actual ya tiene mucho más de invención, aunque muchos de las cosas que se cuentan también son reales.

En esta novela me propuse abordar una trama de acción externa, puesto que casi siempre escribo novela psicológica, y creo que lo conseguí, gracias a que tuve mis buenos asesores. En Historia y numismática contaba con mi marido, que es licenciado en Historia, en buceo y navegación con mi hija Rosa, que es buceadora, navegante y bióloga marina, y con Tony Méndez, patrón del Karyam, una goleta que tiene mucha importancia en la acción y que también es el buzo que aparece en la portada del libro. Los paisajes son reales, de hecho tengo archivos fotográficos de todos, las casas, loas anécdotas de buceo, los accidentes, los bares…

Es novela múltiple. Decía mi editor, en la presentación que se hizo en la Universidad Popular de Mazarrón, que son tres novelas en una, puesto que se podrían leer solamente los capítulos históricos (que aparecen ordenados con números romanos) o solamente los situados en época actual (que aparecen numerados con cifras arábigas) o leer todos, a elección del lector.

Los idiomas que trabajo son aquí variados, el italiano es casi el principal, pero aparece un barco que llaman el barco de las Naciones unidas porque lleva buceadores de varias nacionalidades, un francés, un portugués, un ruso… y todos dicen algunas frases.

P. Me ha agradado bastante ese recorrido histórico que hace por la figura de los buceadores, desde la lejana leyenda casi hasta nuestros días, de las diferentes misiones a las que se vieron obligados, incluso bélicas ya en la antigüedad.
Disfruté mucho recordando las leyendas que se contienen en “La Eneida” de Virgilio y luego con la Historia de la Roma Antigua. Escipión el Africano, Aníbal Barca, Asdrúbal, hasta el marqués de los Vélez, los piratas berberiscos… Me apasiona la Historia, así es que fue un trabajo hecho con entusiasmo, que es la forma más agradable de trabajar.

El tema del buceo en la antigüedad me resultó muy interesante y en la investigación sobre él descubrí cosas sorprendentes, no sabía que Alejandro Magno ya tenía sus buzos, por ejemplo.

Las guerras púnicas, la fundación de Cartago Nova, la colonización romana, la resistencia ibera, todo eso me trasladó a otra dimensión y cambió mi perspectiva sobre lugares que conocía desde siempre, pero no con tal profundidad.

P. Por motivos profesionales he pasado mucho tiempo en El Puerto de Mazarrón, incluso conviví con buceadores arqueólogos que se alojaban en El Peñasco. Y le puedo asegurar que, tras la lectura de su novela, muchos de los paisajes, de las playas, de las calas de El Puerto los miro de forma diferente. Incluso el trabajo de los arqueólogos submarinos.
Eso, según he dicho antes, es justamente lo que me ocurre a mí. Escribiendo “Buceadores” han aflorado a superficie recuerdos que tenía casi borrados. Saturnino Agüera, descubridor de la necrópolis romana en la parte alta del pueblo, excavando y rescatando aquellos restos, la fábrica de salazones, sobre la que se edificó -de hecho, hoy el edificio tiene en el bajo el Museo Arqueológico- la villa romana del Alamillo, cosa que veía desde siempre y ahora miro con otra perspectiva.

P. Otra sorpresa que puede deparar su novela es la muy conseguida mezcla de leyenda, historia, invención y realidad. He podido descubrir en Buceadores qué ha sido de una persona con la cual tuve relación hace muchos años, Jordi Salas.
Para delimitar los planos de la realidad y la invención, ofrezco a los lectores al final del libro un glosario de términos y un listado de personajes, dividiéndolos en históricos y actuales, y dentro de cada grupo, en reales y ficticios.

De los históricos la mayoría son reales, al igual que los hechos que protagonizan. Y muchos de los actuales son personas que conozco y que se puede uno cruzar por la calle o por el mar, si va navegando. Uno de ellos es Jordi Salas, que dirige el Centro de Buceo del Sureste y que enseñó a bucear a mi hija Rosa, otro personaje real y, como se comprende, muy conocido por mí. Tony Méndez, Juan Carlos Vera, médico… y un dato curioso, el gato Melquíades, el pastor alemán Bolo, la cabra que achanta al perrazo existen realmente. En este aspecto, puedo decir que se trata de mi mundo, con su paisaje humano, incluido en mi novela.

P. Pero no es la novela que comentamos la última, con posterioridad, el pasado año 2007 publicó “La delicada piel del alma”, que está ambientada en Galicia y Torrevieja.
Esta novela, que se presentó en la Feria del Libro de Alicante y en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, también de Alicante, es la única que ha salido con ilustraciones mías. José Antonio Vizcaíno, el editor, vio los dibujos y decidió que saldrían también.

El tema de la novela es el duro proceso de la vida, que nos hiere a veces cruelmente, y la heroicidad del perdón. Evidentemente es novela psicológica, aunque no falta la acción ni el humor.

Está ambientada, como usted dice, en Galicia, en Santiago de Compostela, la zona rural de Lugo, la Costa de la Muerte, y naturalmente, el idioma que aparece en muchas secuencias es el gallego, y un poco el francés, que habla un personaje.

Algunos capítulos los escribí en Santiago de Compostela. La ambientación en Torrevieja, y en Orihuela, de pasada, es un guiño que hago a la zona en que resido.

P. Pintora, escritora, poeta. ¿Dónde se siente más a gusto Rosa Cáceres?
Sin duda, me siento mejor definida como escritora. Ya he dicho que de pintora no tengo más que la afición. Muchos escritores han tenido gusto por ilustrar sus textos, Gustavo Adolfo Bécquer, Buero Vallejo, García Lorca, Alberti, Miguel Hernández…, pero eso no los convierte en pintores, son literatos, aunque algunos tengan buenas dotes en el campo de la pintura. Por lo visto se trata de áreas cerebrales cercanas. Creo que resulta encantador poder ver las ilustraciones de los autores, porque nos acercan a su concepción de los personajes o los ambientes.

En cuanto a la poesía, sencillamente, aquí debo citar a Cervantes para decir que el don de la poesía es “la gracia que no quiso darme el cielo”. En Cervantes, a mi modo de ver, esta afirmación es exceso de humildad, en mi caso es sinceridad y realismo.

Si escribo algunos versos es para hacer cierto el refrán que reza que “de poetas y de locos todos tenemos un poco”. Me parece que no es suficiente ese poco para llamarme poeta.

P. El pasado año fue, a nivel literario nacional, el de la eclosión de tres autores murcianos, con los premios recibidos por Luis Leante (Alfaguara), Diego Pedro López Nicolás (Max Aub) y Marta Zafrilla (Gran Angular), que ya en años anteriores les precedieron Pascual García, Manuel Moyano, Sánchez Rosillo. El éxito desde siempre de Pérez Reverte, el muy reciente que está gozando Jerónimo Tristante... ¿Qué circunstancias se dan en la Región de Murcia para que esto ocurra?
Debe ser que estamos ante una coyuntura favorable o que Murcia se ha convertido en una tierra que da escritores. Carezco de las claves de este interrogante, pero creo que hemos de felicitarnos todos del éxito que sonríe a estos autores y desear que aumente y se extienda a muchos otros. Conozco la novela “Mira si yo te querré”, de Luis Leante y me parece genial, admirable de todo punto. En cuanto a Marta Zafrilla, le auguro una brillante carrera, ya que la literatura juvenil es una modalidad en alza y la más rentable económicamente. Pérez reverte lo tiene ya todo conseguido, Pascual García es magnífico…en fin, que Murcia está de enhorabuena.

P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve la profesora de lengua castellana y literatura?
Creo que el libro, tal como lo conocemos, de papel y encuadernado, no desaparecerá. Convivirá, eso sí, con nuevas formas derivadas de las nuevas tecnologías que avanzan a ritmo acelerado. Quizás se convierta en un objeto de lujo, de sibaritas de la lectura, porque tener un libro en las manos, tocarlo, abrirlo, procura un placer que ninguna pantallita puede sustituir, sin contar con que para la vista es mucho más confortable leer el papel que la pantalla. Pero pensemos que hoy en día hay muchísimos libros por todas partes, así es que si no ocurre un cataclismo que arrase con todos (en cuyo caso me temo que también acabaría con los potenciales lectores) o hay libros para muchos siglos, aunque no se volviera a imprimir ninguno más.

Pero como profesora, creo que hay que despertar el amor a los libros en los jóvenes, porque si se les muestra lo maravillosos que puede ser un libro, ellos lo comprenderán. Hay u premio Ex Libris que lleva mi nombre, se lo pusieron (no partió de mí llamarlo Rosa Cáceres) en el I.E.S. El Palmeral porque lo inicié yo para incentivar en los jóvenes el gusto por poseer una biblioteca personal.

Soy una bibliófila, qué le voy a hacer.

Muchas gracias

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