(Marta Zafrilla y nuestro subdirector, Paco Illán, en Murcia)
Francisco Javier Illán Vivas.
Marta Zafrilla nació en el mes de abril de 1982, en Murcia, aunque ella se declara con alma altiplana, y ahora vive en Molina de Segura. Se licenció en Publicidad y Relaciones Públicas por
Pregunta: Si en 2005 representó usted toda una sorpresa por su poemario Toma sostenida; en 2007 nos dejó atónitos con Mensaje Cifrado. Y todo ello casi coincidiendo en el tiempo con su licenciatura, cursos del INEM y doctorado. ¿Dónde reside el secreto? ¿Acáso McGonagall le dejó su giratiempo?
Y con trabajos de 9 horas diarias… Pero no hay ningún secreto. Al contrario, nunca podría presumir de ser una escritora productiva. Piense que Toma sostenida es un libro de poemas que se cuajó durante más de cinco años y no llega ni a las 50 páginas… Trabajar Mensaje cifrado me llevó también muchísimo tiempo; era mi primera novela y definir y unir sus piezas fue una labor ardua que me llevó muchas meses. Entre ambas publicaciones he recibido premios por otros tres poemarios, aunque no todos han sido editados. Con el Creajoven de 2005 publiqué “El suicidio de los relojes”, gané el Molajoven de 2006 con “Pecios” y “Épica de la nada” acaba de editarse en el libro colectivo del Murcia Joven 2007.
P. Poesía y literatura infantil. ¿Qué hay de poético en su narrativa y qué de narrativo en su poesía?
La contaminación de géneros es casi inevitable. Aunque la narración tiene su propio sendero intento que las palabras encuentren cierta música y adquiera unas formas que vayan más allá de la propia historia. Siempre me han gustado aquellos escritores que despiertan la curiosidad del lector con determinados juegos formales. Una obra no puede ser sólo argumento; como lectora al acabar un capítulo me gusta haberme detenido en releer ciertos hallazgos que superen la trama. Supongo que ahí está la verdadera literatura, en elevar los niveles formales. Al leer me gusta distinguir un estilo y supongo que a la hora de escribir intento hacer lo mismo. Hoy la poesía está impregnada de tintes narrativos. No niego cierta influencia de la prosa, como es natural, pero quizá sería más acertado decir que busco un ritmo cinematográfico. Con la poesía persigo más la expresión del silencio; la búsqueda expresiva del momento.
P. La calidad de Toma sostenida me hizo leerlo varias veces, para convencerme de que el primer poemario, de una autora tan joven, era tan bueno como me había parecido la vez anterior. Desde la distancia del tiempo transcurrido, ¿cuánto hay de usted y de ajeno en él?
Si la pregunta es cuánto hay de biográfico en Toma sostenida diré que todo y nada. La poesía nace para mí como la expresión verbal de unos pensamientos latentes. Los poemas surgen de la experiencia, de la insatisfacción, de la nostalgia, de los deseos y argumentalmente utilizan el juego como medio de expresión. La realidad de la que parten no puede medirse y esa naturaleza inefable se plasma con imágenes que se alejan de puntillas de toda verdad. Describir una escena de violencia doméstica o juguetear con la idea de que no saber silbar expresa una metáfora de todas las insatisfacciones vitales son intentos de atrapar el momento poético que hay en todo, hasta en lo más cruel.
P. Leí en una ocasión que para usted la poesía era esencialmente un pasatiempo y un pasa- tiempo.
Hablábamos en otra pregunta del juego formal que permite y incluso requiere la poesía. La poesía nos ayuda a analizar ciertas reacciones ante sentimientos que nos brotan a raíz de algunas situaciones. Pero ese análisis no alcanza un nivel semiótico, al contrario, resulta un acercamiento lateral, una indagación a través del subconsciente hasta expresar cierto momento o circunstancia poética que nos araña por dentro. Se trata de distraer el problema para después atacarlo por la espalda. Aunque acuda a la poesía como a un salvavidas siempre he buscado su lado más lúdico, al menos en el momento de crear. El tema puede ser más o menos serio, pero la forma, para sorprender al lector, ha de sorprendernos primero a nosotros mismos. Y en eso poco se diferencia, creo, de jugar al Intelect. Jugando con la letra me gusta ver más allá de la palabra y avanzar sobre un tablero de papel en blanco. Eso claro, es la teoría, después el poema saldrá mejor o peor parado.
P. No me puedo resistir a conocer su opinión sobre una pregunta que planteo a todos los poetas que entrevisto. En el mundo de las prisas, de las PlayStation, del iPop, del MP4, de la televisión de alta definición, ¿qué sentido tiene la poesía?
Precisamente en un mundo llenos de cuenta atrás, de botoncitos y TDT, la poesía adquiere su expresión más sorprendente. Cuando las prisas y la hiperactividad nos domina precisamos de un momento de receso, echar una mirada más profunda sobre las cosas que nos rodean. La poesía sabe ver las realidades ocultas en lo cotidiano. El cine y el teléfono son inventos que llevan décadas formando parte de nuestra rutina y no sorprende verlos como ejes de un poema. No digo que una videoconsola despierte mucho mi inspiración pero un iPod, por ejemplo, participa de un acto de reinvención del mundo que nos rodea. El ruido del tráfico desaparece con ellos y una nueva banda sonora, elegida con un botón, cobra vida. ¿No es eso poético?
P. Mensaje cifrado es un libro dirigido al lector joven, entre los 14 y los 17 años, pero que yo he leído con sumo placer, y tengo muchos más de diecisiete.
Care Santos insiste en afirmar siempre que la literatura juvenil no deja de ser una etiqueta más. La verdadera literatura ha de gustar a cualquier lector. Si algo define a las novelas para jóvenes es que nacen con la voluntad de atraparlos con la lectura, pero ni siquiera eso lo distingue como género. Esta literatura tiene un reto inmenso pues se trata de un público difícil al que debes seducir con temas que despierten su curiosidad. Deben verse identificados y también divertirse. Si se consigue todo esto y se ha tratado al lector con respeto, haciendo guiños intertextuales y jugando con la forma, el público adulto sabrá ver los diferentes niveles de lectura y disfrutará con la obra.
P. Su libro lo definió usted como enigma, secreto y búsqueda.
Sí, así es. A mí los libros que más me gustaron de pequeña fueron aquellos que me proponían retos, que me intrigaban, que me creaban inquietud y ganas de seguir sus páginas sin descanso. El adolescente es un ser curioso, con deseos de conocer el mundo, con ansias de devorar lo que le rodea. En ese sentido, las novelas que lo enfrentan con el mundo de los laberintos, de las intrigas, de los misterios, le atraen mucho, actúan como imanes sobre su imaginación. Por eso intenté que Mensaje cifrado incorporara ese ingrediente.
P. Hace pocas fechas terminé de leer un libro de relatos, donde el autor dedicaba muchos de ellos a sus amigos y conocidos. En usted, en Mensaje cifrado, he podido encontrarme citas a escritores murcianos , y muy cercanos, a lo largo de la narración: Antonio Parra, Rubén Castillo...
El escribir debe ser también una travesura. Hacer guiños cómplices a amigos son pequeños homenajes que uno disfruta dándose. Rubén Castillo fue mi profesor de literatura en el instituto y quería incorporarlo a la novela, sobre todo porque la anécdota que cuento es real; él recorrió con libreta en mano todos los cementerios de Murcia para analizar los poemas funerarios. Sé por Rubén anécdotas protagonizadas por Antonio Parra Sanz (que es compañero suyo de instituto), y pensé: "Qué diablos. Los meto a los dos en la obra". Se rieron mucho cuando descubrieron sus nombres en la novela. Ahora lo gracioso es que ambos están "sufriendo" las consecuencias de esa broma, porque en sus clases está puesto el libro como lectura, y sus alumnos se quedan asombrados. Pero lo llevan con buen humor. En Mensaje cifrado aparecen también los nombres de mis padres (escritos en un muro) y de otra pareja de grandes amigos, Inma y Sergio. Si Hitchcok hacía de extra para aparecer en sus propias películas, ¿por qué no voy a introducir yo a amigos en mis novelas?
P. El jurado del premio Gran Angular destacó su manejo de la intriga, su capacidad para suscitar en el lector preguntas sobre la ambigüedad del ser humano y por su habilidad para implicar al lector en el desarrollo de los acontecimientos. Pero hay otros muchos mensajes en Mensaje cifrado.
No creo mucho en los mensajes "conscientes" por parte de un narrador. Entiendo que la obligación de un novelista es contar una historia; y contarla de la mejor forma que sepa. Ahora bien, si los lectores extraen de ahí algún tipo de mensaje o enseñanza, bien está. El problema es cuando el narrador pretende construir una fábula alrededor de un mensaje, porque ahí incurrimos en la novela de tesis, que es uno de los episodios más tediosos y más inoperantes de la historia de la literatura. El político y el religioso pueden soltar discursos; el novelista debe soltar historias. La moraleja o la enseñanza es asunto del lector. Yo ahí no me meto. No he planeado "transmitir" nada con Mensaje cifrado. Si alguien ha encontrado en su interior reflexiones sobre el ser humano, la vida y otras cuestiones es porque ha querido encontrarlas, no porque yo las colocase intencionadamente.
P. Tengo que preguntarle si a Mensaje cifrado le faltan capítulos, por que hay momentos en que da la impresión de que la narración debería continuar.
No es que "debería continuar"; es que "podría" hacerlo. Son cosas diferentes. Y no, no le faltan capítulos. Me propuse construir una historia cuyo final quedara abierto en la mente del posible lector: que él imaginara las claves ocultas. ¿Fue el abuelo culpable de robo? ¿Recuperó las piezas del petate para devolverlas? ¿Por qué no lo hizo? ¿Tuvo algún cómplice? ¿Sigue vivo ese cómplice? A la narración pueden formulársele ésas y otras preguntas, que terminan enriqueciendo la visión que tenemos de la obra. Pero esto no es nuevo. ¿Qué pasa con Sancho cuando termina El Quijote? ¿Qué ocurre con Lázaro de Tormes "después" de su narración? ¿Cómo acabaron sus vidas Elicia y Areusa, años después de la muerte de su mentora? Ninguna vida está rodeada de una pared de cristal. Ninguna vida acaba en seco. Todas tienen prolongaciones, zonas oscuras, enigmas. Lo único que he hecho ha sido plantearle a los lectores un fragmento de la historia (es lo que se hace en todas las novelas del mundo, desde los inicios del género); después llega su turno: conformarse o completarla. Es su elección.
P. ¿Habrá segunda parte de Mensaje cifrado?
En principio creo que no. He jugado a un juego y tengo que cumplir sus reglas. Yo he lanzado una historia, y una vez que está en manos de los lectores podemos iniciar un diálogo sobre su alcance (de hecho, eso es lo que hago, en las charlas que voy dando por los institutos de toda España: hablar con los alumnos y cambiar impresiones con ellos), pero nada más. Cada lector concibe su propia parte en sombra. Cada lector deduce, imagina y completa. Yo no soy quién para venirle, dos o tres años después, a decirle: "No, lo que realmente pasó fue esto". Sería absurdo. Y sería un insulto a mis lectores. Creo en la imaginación y odio los alimentos congelados. Cada lector de Mensaje cifrado tiene que ser el novelista de su segunda parte.
P. Cuando me paseo por las mesas de novedades de las librerías de Murcia, veo el enorme espacio que ocupa la sección infantil y juvenil. ¿Está el futuro de los escritores en la literatura juvenil?
Nada parecido puede afirmarse. Nada sabemos de lo que sucederá. Lo que sí podemos decir es lo que ocurre hoy día. El público infantil y juvenil se ha ido concretando como mercado y solicita productos a su medida. Según los estudios los jóvenes lectores parecen superar en número a los lectores adultos. Que los lectores sean niños y adolescentes no significa que la literatura juvenil deba convertirse en una hermana pequeña. Al contrario. El lector joven es incluso más crítico que el adulto porque rebosa sinceridad y sobre todo se caracteriza por su compleja identidad, aún en construcción. Si un libro no despierta su interés no pasará del segundo capítulo. Pero veamos más allá de la faceta mercantil de esta literatura. Seducir a un joven lector lo podrá convertir en adulto lector, todo un reto y todo un logro si se consigue.
P. El pasado año fue, a nivel literario nacional, el de la eclosión de los autores murcianos, con los premios recibidos por Luis Leante (Alfaguara), Diego Pedro López Nicolás (Max Aub) y por usted (Gran Angular), que ya en años anteriores les precedieron Pascual García, Manuel Moyano, Sánchez Rosillo... ¿Qué circunstancias se dan enla Región de Murcia para que esto ocurra?
No nos engañemos, una concentración de premios en un espacio y tiempo delimitados no sugieren que Murcia tenga algo diferente. Ni siquiera la amistad que pueda unirnos a algunos de esos premiados explica ninguna clave para el éxito. De hecho tampoco la obtención de determinados premios distinguen a un buen escritor, aunque eso es otra historia. La labor literaria es una labor creativa individual. A esos escritores que nombra nos separan los estudios (hay filólogos pero también ingenieros agrónomos y biólogos) y las formas de abordar la literatura son totalmente dispares. El éxito aparente es sólo por la visibilidad mediática de algunos premios, lo que no significa que haya otros magníficos escritores publicando y creando en la región, que los hay y mucho.
P. Me dicen amigos comunes que ahora está escribiendo literatura infantil.
Cierto. Antes de publicar Mensaje cifrado había tanteado el cuento infantil y ahora estoy probando con la novela para niños. No es nada fácil dirigirse a un público de esta edad porque continuamente debes vigilar el lenguaje y sorprenderlos para atraparlos en la lectura. Escribir para niños no es tocar temas ñoños y decir obviedades. Al contrario. No puedes equivocarte y pensar que es suficiente con hacer hablar a los animales. El niño es un lector inteligente, reconoce las fórmulas y no se deja engañar. Con un puñado de letras y algunas ilustraciones el libro infantil debe competir con la videoconsola y la programación de la tele. Es todo un reto.
P. ¿Escribir es cosas de niños?
Toda creatividad es cosa de niños. Lo malo es que con los años vamos ganando bloqueos y cercándonos con límites inoportunos. Vamos perdiendo la capacidad de sorprendernos y mengua la libertad de crear sin pudor. Saber abrirle la puerta al proceso creativo es difícil. No vale con caer en la mera autobiografía a la hora de escribir. La imaginación adquiere un papel indispensable y el niño se vuelve en el mejor ejemplo de constante fantasía. A esa creatividad es necesario después añadirle trabajo, corrección y muchas lecturas, pero, en el fondo, escribir es conectar con nuestro niño, dejarnos llevar por voces interiores y jugar con los personajes. Mejor que decir que la escritura es cosa de niños me quedo con que la escritura debe ser un juego perpetuo.
P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve la publicista y relaciones públicas?
Con la aparición de los libros electrónicos, Internet, la televisión por cable, se lleva mucho tiempo asustando con la amenaza del fin de los libros pero sólo hay que mirar las cifras de publicaciones y ventas en España para darnos cuenta de que el libro en España goza de buena salud. Es natural que un producto maduro, como es el libro, haya visto segmentar su público y encontrar nichos (fea palabra marketiniana) nuevos que satisfacer. Se habla mucho del importante peso dela LIJ (literatura infantil y juvenil), pero no debemos sorprendernos al ver que ya se habla de literatura gay (el sello Gaysaber tiene su propia colección de libros para jóvenes homosexuales), de literatura de autoayuda, de literatura para mujeres… Si hay mercado debe crearse un producto. Y no significa que estos productos no existieran antes, si no más bien que no se vendían diferenciados. Supongo que ésa es la clave. Hoy las editoriales cuentan con herramientas con las que nunca contó para hacer llegar sus títulos a los lectores.
Muchas gracias.
Y con trabajos de 9 horas diarias… Pero no hay ningún secreto. Al contrario, nunca podría presumir de ser una escritora productiva. Piense que Toma sostenida es un libro de poemas que se cuajó durante más de cinco años y no llega ni a las 50 páginas… Trabajar Mensaje cifrado me llevó también muchísimo tiempo; era mi primera novela y definir y unir sus piezas fue una labor ardua que me llevó muchas meses. Entre ambas publicaciones he recibido premios por otros tres poemarios, aunque no todos han sido editados. Con el Creajoven de 2005 publiqué “El suicidio de los relojes”, gané el Molajoven de 2006 con “Pecios” y “Épica de la nada” acaba de editarse en el libro colectivo del Murcia Joven 2007.
P. Poesía y literatura infantil. ¿Qué hay de poético en su narrativa y qué de narrativo en su poesía?
La contaminación de géneros es casi inevitable. Aunque la narración tiene su propio sendero intento que las palabras encuentren cierta música y adquiera unas formas que vayan más allá de la propia historia. Siempre me han gustado aquellos escritores que despiertan la curiosidad del lector con determinados juegos formales. Una obra no puede ser sólo argumento; como lectora al acabar un capítulo me gusta haberme detenido en releer ciertos hallazgos que superen la trama. Supongo que ahí está la verdadera literatura, en elevar los niveles formales. Al leer me gusta distinguir un estilo y supongo que a la hora de escribir intento hacer lo mismo. Hoy la poesía está impregnada de tintes narrativos. No niego cierta influencia de la prosa, como es natural, pero quizá sería más acertado decir que busco un ritmo cinematográfico. Con la poesía persigo más la expresión del silencio; la búsqueda expresiva del momento.
P. La calidad de Toma sostenida me hizo leerlo varias veces, para convencerme de que el primer poemario, de una autora tan joven, era tan bueno como me había parecido la vez anterior. Desde la distancia del tiempo transcurrido, ¿cuánto hay de usted y de ajeno en él?
Si la pregunta es cuánto hay de biográfico en Toma sostenida diré que todo y nada. La poesía nace para mí como la expresión verbal de unos pensamientos latentes. Los poemas surgen de la experiencia, de la insatisfacción, de la nostalgia, de los deseos y argumentalmente utilizan el juego como medio de expresión. La realidad de la que parten no puede medirse y esa naturaleza inefable se plasma con imágenes que se alejan de puntillas de toda verdad. Describir una escena de violencia doméstica o juguetear con la idea de que no saber silbar expresa una metáfora de todas las insatisfacciones vitales son intentos de atrapar el momento poético que hay en todo, hasta en lo más cruel.
P. Leí en una ocasión que para usted la poesía era esencialmente un pasatiempo y un pasa- tiempo.
Hablábamos en otra pregunta del juego formal que permite y incluso requiere la poesía. La poesía nos ayuda a analizar ciertas reacciones ante sentimientos que nos brotan a raíz de algunas situaciones. Pero ese análisis no alcanza un nivel semiótico, al contrario, resulta un acercamiento lateral, una indagación a través del subconsciente hasta expresar cierto momento o circunstancia poética que nos araña por dentro. Se trata de distraer el problema para después atacarlo por la espalda. Aunque acuda a la poesía como a un salvavidas siempre he buscado su lado más lúdico, al menos en el momento de crear. El tema puede ser más o menos serio, pero la forma, para sorprender al lector, ha de sorprendernos primero a nosotros mismos. Y en eso poco se diferencia, creo, de jugar al Intelect. Jugando con la letra me gusta ver más allá de la palabra y avanzar sobre un tablero de papel en blanco. Eso claro, es la teoría, después el poema saldrá mejor o peor parado.
P. No me puedo resistir a conocer su opinión sobre una pregunta que planteo a todos los poetas que entrevisto. En el mundo de las prisas, de las PlayStation, del iPop, del MP4, de la televisión de alta definición, ¿qué sentido tiene la poesía?
Precisamente en un mundo llenos de cuenta atrás, de botoncitos y TDT, la poesía adquiere su expresión más sorprendente. Cuando las prisas y la hiperactividad nos domina precisamos de un momento de receso, echar una mirada más profunda sobre las cosas que nos rodean. La poesía sabe ver las realidades ocultas en lo cotidiano. El cine y el teléfono son inventos que llevan décadas formando parte de nuestra rutina y no sorprende verlos como ejes de un poema. No digo que una videoconsola despierte mucho mi inspiración pero un iPod, por ejemplo, participa de un acto de reinvención del mundo que nos rodea. El ruido del tráfico desaparece con ellos y una nueva banda sonora, elegida con un botón, cobra vida. ¿No es eso poético?
P. Mensaje cifrado es un libro dirigido al lector joven, entre los 14 y los 17 años, pero que yo he leído con sumo placer, y tengo muchos más de diecisiete.
Care Santos insiste en afirmar siempre que la literatura juvenil no deja de ser una etiqueta más. La verdadera literatura ha de gustar a cualquier lector. Si algo define a las novelas para jóvenes es que nacen con la voluntad de atraparlos con la lectura, pero ni siquiera eso lo distingue como género. Esta literatura tiene un reto inmenso pues se trata de un público difícil al que debes seducir con temas que despierten su curiosidad. Deben verse identificados y también divertirse. Si se consigue todo esto y se ha tratado al lector con respeto, haciendo guiños intertextuales y jugando con la forma, el público adulto sabrá ver los diferentes niveles de lectura y disfrutará con la obra.
P. Su libro lo definió usted como enigma, secreto y búsqueda.
Sí, así es. A mí los libros que más me gustaron de pequeña fueron aquellos que me proponían retos, que me intrigaban, que me creaban inquietud y ganas de seguir sus páginas sin descanso. El adolescente es un ser curioso, con deseos de conocer el mundo, con ansias de devorar lo que le rodea. En ese sentido, las novelas que lo enfrentan con el mundo de los laberintos, de las intrigas, de los misterios, le atraen mucho, actúan como imanes sobre su imaginación. Por eso intenté que Mensaje cifrado incorporara ese ingrediente.
P. Hace pocas fechas terminé de leer un libro de relatos, donde el autor dedicaba muchos de ellos a sus amigos y conocidos. En usted, en Mensaje cifrado, he podido encontrarme citas a escritores murcianos , y muy cercanos, a lo largo de la narración: Antonio Parra, Rubén Castillo...
El escribir debe ser también una travesura. Hacer guiños cómplices a amigos son pequeños homenajes que uno disfruta dándose. Rubén Castillo fue mi profesor de literatura en el instituto y quería incorporarlo a la novela, sobre todo porque la anécdota que cuento es real; él recorrió con libreta en mano todos los cementerios de Murcia para analizar los poemas funerarios. Sé por Rubén anécdotas protagonizadas por Antonio Parra Sanz (que es compañero suyo de instituto), y pensé: "Qué diablos. Los meto a los dos en la obra". Se rieron mucho cuando descubrieron sus nombres en la novela. Ahora lo gracioso es que ambos están "sufriendo" las consecuencias de esa broma, porque en sus clases está puesto el libro como lectura, y sus alumnos se quedan asombrados. Pero lo llevan con buen humor. En Mensaje cifrado aparecen también los nombres de mis padres (escritos en un muro) y de otra pareja de grandes amigos, Inma y Sergio. Si Hitchcok hacía de extra para aparecer en sus propias películas, ¿por qué no voy a introducir yo a amigos en mis novelas?
P. El jurado del premio Gran Angular destacó su manejo de la intriga, su capacidad para suscitar en el lector preguntas sobre la ambigüedad del ser humano y por su habilidad para implicar al lector en el desarrollo de los acontecimientos. Pero hay otros muchos mensajes en Mensaje cifrado.
No creo mucho en los mensajes "conscientes" por parte de un narrador. Entiendo que la obligación de un novelista es contar una historia; y contarla de la mejor forma que sepa. Ahora bien, si los lectores extraen de ahí algún tipo de mensaje o enseñanza, bien está. El problema es cuando el narrador pretende construir una fábula alrededor de un mensaje, porque ahí incurrimos en la novela de tesis, que es uno de los episodios más tediosos y más inoperantes de la historia de la literatura. El político y el religioso pueden soltar discursos; el novelista debe soltar historias. La moraleja o la enseñanza es asunto del lector. Yo ahí no me meto. No he planeado "transmitir" nada con Mensaje cifrado. Si alguien ha encontrado en su interior reflexiones sobre el ser humano, la vida y otras cuestiones es porque ha querido encontrarlas, no porque yo las colocase intencionadamente.
P. Tengo que preguntarle si a Mensaje cifrado le faltan capítulos, por que hay momentos en que da la impresión de que la narración debería continuar.
No es que "debería continuar"; es que "podría" hacerlo. Son cosas diferentes. Y no, no le faltan capítulos. Me propuse construir una historia cuyo final quedara abierto en la mente del posible lector: que él imaginara las claves ocultas. ¿Fue el abuelo culpable de robo? ¿Recuperó las piezas del petate para devolverlas? ¿Por qué no lo hizo? ¿Tuvo algún cómplice? ¿Sigue vivo ese cómplice? A la narración pueden formulársele ésas y otras preguntas, que terminan enriqueciendo la visión que tenemos de la obra. Pero esto no es nuevo. ¿Qué pasa con Sancho cuando termina El Quijote? ¿Qué ocurre con Lázaro de Tormes "después" de su narración? ¿Cómo acabaron sus vidas Elicia y Areusa, años después de la muerte de su mentora? Ninguna vida está rodeada de una pared de cristal. Ninguna vida acaba en seco. Todas tienen prolongaciones, zonas oscuras, enigmas. Lo único que he hecho ha sido plantearle a los lectores un fragmento de la historia (es lo que se hace en todas las novelas del mundo, desde los inicios del género); después llega su turno: conformarse o completarla. Es su elección.
P. ¿Habrá segunda parte de Mensaje cifrado?
En principio creo que no. He jugado a un juego y tengo que cumplir sus reglas. Yo he lanzado una historia, y una vez que está en manos de los lectores podemos iniciar un diálogo sobre su alcance (de hecho, eso es lo que hago, en las charlas que voy dando por los institutos de toda España: hablar con los alumnos y cambiar impresiones con ellos), pero nada más. Cada lector concibe su propia parte en sombra. Cada lector deduce, imagina y completa. Yo no soy quién para venirle, dos o tres años después, a decirle: "No, lo que realmente pasó fue esto". Sería absurdo. Y sería un insulto a mis lectores. Creo en la imaginación y odio los alimentos congelados. Cada lector de Mensaje cifrado tiene que ser el novelista de su segunda parte.
P. Cuando me paseo por las mesas de novedades de las librerías de Murcia, veo el enorme espacio que ocupa la sección infantil y juvenil. ¿Está el futuro de los escritores en la literatura juvenil?
Nada parecido puede afirmarse. Nada sabemos de lo que sucederá. Lo que sí podemos decir es lo que ocurre hoy día. El público infantil y juvenil se ha ido concretando como mercado y solicita productos a su medida. Según los estudios los jóvenes lectores parecen superar en número a los lectores adultos. Que los lectores sean niños y adolescentes no significa que la literatura juvenil deba convertirse en una hermana pequeña. Al contrario. El lector joven es incluso más crítico que el adulto porque rebosa sinceridad y sobre todo se caracteriza por su compleja identidad, aún en construcción. Si un libro no despierta su interés no pasará del segundo capítulo. Pero veamos más allá de la faceta mercantil de esta literatura. Seducir a un joven lector lo podrá convertir en adulto lector, todo un reto y todo un logro si se consigue.
P. El pasado año fue, a nivel literario nacional, el de la eclosión de los autores murcianos, con los premios recibidos por Luis Leante (Alfaguara), Diego Pedro López Nicolás (Max Aub) y por usted (Gran Angular), que ya en años anteriores les precedieron Pascual García, Manuel Moyano, Sánchez Rosillo... ¿Qué circunstancias se dan en
No nos engañemos, una concentración de premios en un espacio y tiempo delimitados no sugieren que Murcia tenga algo diferente. Ni siquiera la amistad que pueda unirnos a algunos de esos premiados explica ninguna clave para el éxito. De hecho tampoco la obtención de determinados premios distinguen a un buen escritor, aunque eso es otra historia. La labor literaria es una labor creativa individual. A esos escritores que nombra nos separan los estudios (hay filólogos pero también ingenieros agrónomos y biólogos) y las formas de abordar la literatura son totalmente dispares. El éxito aparente es sólo por la visibilidad mediática de algunos premios, lo que no significa que haya otros magníficos escritores publicando y creando en la región, que los hay y mucho.
P. Me dicen amigos comunes que ahora está escribiendo literatura infantil.
Cierto. Antes de publicar Mensaje cifrado había tanteado el cuento infantil y ahora estoy probando con la novela para niños. No es nada fácil dirigirse a un público de esta edad porque continuamente debes vigilar el lenguaje y sorprenderlos para atraparlos en la lectura. Escribir para niños no es tocar temas ñoños y decir obviedades. Al contrario. No puedes equivocarte y pensar que es suficiente con hacer hablar a los animales. El niño es un lector inteligente, reconoce las fórmulas y no se deja engañar. Con un puñado de letras y algunas ilustraciones el libro infantil debe competir con la videoconsola y la programación de la tele. Es todo un reto.
P. ¿Escribir es cosas de niños?
Toda creatividad es cosa de niños. Lo malo es que con los años vamos ganando bloqueos y cercándonos con límites inoportunos. Vamos perdiendo la capacidad de sorprendernos y mengua la libertad de crear sin pudor. Saber abrirle la puerta al proceso creativo es difícil. No vale con caer en la mera autobiografía a la hora de escribir. La imaginación adquiere un papel indispensable y el niño se vuelve en el mejor ejemplo de constante fantasía. A esa creatividad es necesario después añadirle trabajo, corrección y muchas lecturas, pero, en el fondo, escribir es conectar con nuestro niño, dejarnos llevar por voces interiores y jugar con los personajes. Mejor que decir que la escritura es cosa de niños me quedo con que la escritura debe ser un juego perpetuo.
P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve la publicista y relaciones públicas?
Con la aparición de los libros electrónicos, Internet, la televisión por cable, se lleva mucho tiempo asustando con la amenaza del fin de los libros pero sólo hay que mirar las cifras de publicaciones y ventas en España para darnos cuenta de que el libro en España goza de buena salud. Es natural que un producto maduro, como es el libro, haya visto segmentar su público y encontrar nichos (fea palabra marketiniana) nuevos que satisfacer. Se habla mucho del importante peso de
Muchas gracias.
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