viernes, 15 de diciembre de 2006

Andrés Díaz y su fantástica realidad


El escritor madrileño Andrés Díaz, el invitado de nuestro ámbito cultural "Los martes de luna llena presentan...", estará hoy en Murcia para presentar su último libro, El camino del acero. Antes de ello ha conversado con nuestro subdirector, Francisco Javier Illán Vivas, (ambos en la imagen) sobre los aspectos más relevantes de su narrativa y de uno de sus personajes fundamentales, el bárbaro Skarrio Gunthar.
Lo primero de todo: en un mundo tan diverso cultural, geográfica y socialmente, ¿para qué inventar otros?
¿Y por qué no?, podría responderse. Las fronteras de la imaginación están para ser rebasadas una y otra vez. Se puede usar la imaginación para crear historias convincentes en el mundo en el que vivimos o bien el pasado del mundo en el que vivimos (en realidad siempre recreamos el mundo, lo reinventamos para amoldar en él una nueva historia y unos nuevos personajes). Pero también se puede usar el vasto poder de la imaginación para idear mil y un mundo distintos y precisamente el encanto está en que sean raros y exóticos. Esa es la razón de ser de la Fantasía y la Ciencia Ficción, el evadirnos del mundo cotidiano que conocemos y zambullirnos en otros donde imperan normas completamente distintas y en el que pueden ocurrir fenómenos sobrenaturales que rompan las leyes físicas. Agradezco que constantemente se inventen nuevos mundos. Cuantos más, mejor.

Lo segundo es casi obligado: se te ha comparado con Robert E. Howard, ¿qué te parece esa comparación?
Es algo que me enorgullece. Howard es uno de mis maestros, uno de los autores que mejor han sabido plasmar el sentimiento épico y su fuerza. Su obra puede ser limitada en ciertos aspectos, pero en cuanto a potencia y vigor, pocos le superan. Creó personajes arquetípicos fundamentales como Conan y dio a luz un mundo fantástico con una marcada apariencia histórica. Si he logrado introducir algo de esos aspectos en mis libros, que también son épicos, me doy por satisfecho. Por supuesto, Howard es una de mis influencias, pero no la única, pues muchos otros autores te enriquecen y ayudan a forjar tu propio estilo.

¿Cuáles han sido esos autores que han influido en tu formación como escritor? Te lo pregunto pues todos los escritores soléis decir que para escribir hay que leer mucho.
Sí, en mi opinión para escribir un libro al menos tienes que haber leído de quinientos a mil. Eso como mínimo. Cuanto más leas, más te enriqueces. Los autores que más me han influido son los del género épico y la aventura: Howard, London, Haggard, Conan Doyle... También me gusta leer novela negra por la complejidad de sus tramas y su desafío intelectual, pues no sólo de la épica vive el lector: Hammett, Chandler, Ross McDonald, Stanley Gardner y muchos otros más. Algo que me influencia muchísimo es el ensayo y la novela histórica, pues ello me permite imaginar cómo podrían pensar y vivir personajes similares a los de mis libros. Me interesa mucho retratar un semblante realista de cada mundo que creo y también de sus habitantes y para eso no podemos verlo desde nuestro punto de vista actual, sino que tenemos que verlo con cierta perspectiva histórica.
Esta pregunta es inevitable, cuando lees, ¿qué lees?
Leo todo aquello que me interesa o llama la atención. Principalmente leo Fantasía y CF, pero también leo mucha novela negra. También leo mucho ensayo histórico, pues esto me permite crear mundos fantásticos verosímiles y moverme en ellos con comodidad. Pienso que no te debes limitar y hay que leer todo lo que te pique la curiosidad, desde Unamuno a Tolkien. De cualquier libro puedes aprender como lector o como escritor (incluso se aprende lo que no debes hacer al escribir).

Una curiosidad que me han preguntado: ¿Cuál es tu profesión? Y, como no eres escritor profesional, ¿por qué escribes? ¿Qué lleva a Andrés Díaz a escribir?
Ahora soy profesional autónomo, en concreto taxista en la populosa ciudad de Madrid, un empleo que me permite vivir con comodidad hasta que venda tantos libros como Stephen King, cosa que espero no suceda a título póstumo. Escribo porque siento que tengo historias que contar y con las que puedo entretener al lector, quizá incluso emocionarle o crearle un sentimiento especial. Escribir es algo en lo que te metes por probar y vas cogiendo el hábito, hasta el punto de que te falta algo si no lo haces. Uno quiere transmitir las sensaciones que otros le han dado con sus libros. Por supuesto, los escritores somos egocéntricos y buscamos la fama y la gloria, al menos el pedazo que podamos tomar. Es una gran sensación cuando un lector te dice que le ha gustado mucho lo que has escrito, es incluso algo adictivo que te impulsa a seguir.

¿Qué te divierte cuando escribes?
Una de las cosas más divertidas es el proceso creativo en sí. Antes de apretar cualquier tecla, planifico la novela al milímetro, con bolígrafo y papel, llenando cuadernos de anotaciones, esquemas, esbozos de argumentos, todo aquello que se me ocurra, incluso frases sueltas. Esto provoca una cascada de ideas que no tienes tiempo de anotar, es como tirar del hilo y ver que desenrollas toda la madeja de la historia que quieres hacer, se te empiezan a hacer claras las situaciones, escenas, planteamientos, tramas, etc.

Una vez que se ha planificado todo esto, también es satisfactorio cuando, tras un tiempo escribiendo sin fluidez, de pronto se te disparan los dedos sobre el teclado y la narración surge de manera fácil y rápida, sin hacer tú ningún esfuerzo. Es una de las mejores sensaciones de escribir.
¿Algún método particular a la hora de enfrentarte a la página en blanco?
Como he dicho antes, planifico mucho la novela antes de tocar una sola tecla. Emborrono cuadernos con todo tipo de anotaciones y diagramas, aparte de preparar los aspectos técnicos de documentación. Todo tiene que estar claro en tu mente antes de empezar la primera línea, es muy importante hacer este trabajo si quieres crear una novela compleja, porque de otro modo es fácil bloquearse ante el teclado y quedarse mirando la pantalla durante minutos enteros. Si las cosas no van fluidas y hay estancamiento siempre es mejor dejar aparte el ordenador y escribir sobre papel tus dudas y problemas. Eso suele provocar una cascada de creatividad que los resuelve. Al menos, yo funciono así.

¿Cuánto tiempo dedicas a escribir? ¿A qué hora u horas sueles escribir?
Debido al trabajo y las otras imposiciones cotidianas dedico al menos una hora al día a escribir. Puede parecer poco, pero —a riesgo de parecer pesado— si ya lo has preparado todo antes, esa hora da bastante de sí. En días libres o cuando dispongo de más ocio, estoy más tiempo. Opino que es mejor no escribir un libro “a tirones” irregulares, sino dedicándole un tiempo cada día, todos los días, aunque sea poco.

Gran parte de la literatura fantástica siente cierta fascinación por lo medieval: castillos, caballeros, espadas, honor. ¿Por qué?
En primer lugar porque es un mundo muy extremo en el que hay bastante violencia y sangre y por tanto caben muy bien las historias épicas llenas de, como has dicho, el honor o la fuerza. Por otro lado esta el elemento de la espada y las armas blancas, que crean una imagen de los enfrentamientos físicos y la guerra más impactante y directa que, por ejemplo, los tiroteos actuales, en los cuales todo es más lejano e impersonal. Por otro lado la tecnología es muy arcaica, no hay ni siquiera máquinas de vapor y eso crea un tipo de sociedad primitiva en la cual cabe mucho mejor lo sobrenatural y la magia que en la nuestra de los ordenadores, por ejemplo. Además, las propias leyendas medievales, por ejemplo el ciclo artúrico, los cantares de gesta o las sagas nórdicas vikingas, son un referente muy claro de la Espada y Brujería actual, pues ya en aquellas épocas los juglares hablaban sobre dragones, elfos, magos y guerreros poderosos. Todo eso ha creado una iconografía y unos arquetipos a los que es muy fácil volver una y otra vez para hacer historias de acero y magia.

No obstante, en mis libros procuro hacer otro tipo de ambientaciones. Por ejemplo, en Los guerreros sin rostro aparecía mi propia Arabia, en La Maza Sagrada era el África Negra y en El camino del acero la Grecia Clásica. Hay que abrir horizontes.

Y, ahora tú nos llevas a un mundo más primitivo, más primario incluso, el de la cultura clásica, aquello que Juan Luis Cebrían definía como la cultura del vino en contraposición a la cultura de la cerveza. ¿Qué te ha hecho alejarte del patrón común?
Como dije, me gusta hacer cosas nuevas y pienso que el entorno medieval está muy uado. En El camino del acero creé mi propio mundo de las polis griegas. El mundo griego clásico es fascinante, es uno de los pilares de nuestra civilización. Todavía celebramos Juegos Olímpicos, leemos a Aristóteles o Platón, Homero aún nos emociona y nombres como Troya o Esparta perviven como iconos épicos. Grecia fue un punto de luz y brillo intelectual en un mundo salvaje y oscuro, de hecho allí tuvieron nacimiento la Filosofía y sistemas políticos como la democracia. Los hombres griegos gozaban de una libertad desconocida en la mayoría de los países de la Antigüedad y su modelo fue transmitido en Occidente por Roma y en Oriente por Alejandro Magno. Todo esto siempre me ha fascinado y tenía que plasmarlo en un libro.

Tu última novela, El camino del acero, de la cual hay un muy interesante artículo en la columna de Firma Invitada, se centra en un mundo que, siendo imaginario, no está muy lejano del real.
Los seres humanos somos seres humanos, ya sea ahora o hace diez mil años. Somos la misma raza y tenemos instintos básicos parecidos, así que si tratas a un personaje de manera realista va a “llegar” al lector actual, este lo va a comprender a la perfección, incluso aunque no comparta sus ideas. Por ello intento que, a pesar de ser un mundo imaginado, los personajes sean reales, sean políticamente incorrectos, sujetos a defectos, grises y no en blanco y negro. De este modo uno los siente como genuinos, nítidos, no personajes de cartón piedra, y por eso la historia que protagonizan es creíble.

En mi opinión has dado mucha importancia a los diálogos, ¿es un experimento? Quiero decir, cuando lo normal es acción, acción y acción, tú – además de en ella- sueles detenerte en los personajes. ¿Qué quieres lograr con ello?
El camino del acero es un libro con elementos épicos (acción, lucha, etc.), pero tiene muchos más objetivos y valores, creo yo. Sobre todo, quiere dar a conocer un modo de vida que nos parece remoto, pero con el que se puede llegar a conectar rápidamente. Para ello hay que presentar todos los aspectos de la vida de estas gentes, no sólo el bélico. Deben relacionarse unos con otros y para eso es necesario hablar y conversar, incluso aunque estén sometidos a presión. Por otro lado, es más divertido que un personaje se explique a sí mismo mediante sus diálogos, que los largos textos de introspección psicológica que a veces inserta un narrador. Los diálogos agilizan la lectura y la tornan chispeante y por sí mismos describen a los personajes. Además, es una buena manera de enfrentarlos unos a otros y ver qué sale de la mezcla.

¿Puedes hablarme de Skarrion Gunthar?
Claro que sí, es uno de mis “hijos” predilectos, aunque tiene tendencia a hacer lo que le da la gana y a veces actúa de manera distinta a como había imaginado que tendría que hacerlo. Ha aparecido en los dos libros anteriores a El camino del acero (no es el protagonista de éste): Los guerreros sin rostro y La Maza Sagrada, ambos publicados por Timun Mas. Skarrion es un guerrero mercenario y vagabundo que va poniendo su espada al mejor postor. Es un tipo rápido en dar su amistad, pero también rápido en cortar cabezas si se siente ofendido, y tiene la astucia propia de los que viven en el filo de la vida y la muerte. Se suele ver envuelto en conflictos entre poderosos, para los que actúa como agente, a veces sin desearlo. Es un pendenciero, amante de las jaranas y de las mujeres hermosas. Pero sobre todo es un viajero que vive para ir de país en país, buscando siempre un nuevo horizonte. Gasta tan rápido como gana y no será nunca rey, ni tampoco muy rico. Vive al día y probablemente será el más pobre del cementerio, pero hasta entonces habrá pasado muy buenos ratos.

Se suele reconocer que los adolescentes son los lectores más agradecidos del género fantástico, ¿lo ves así o es un mito? ¿Hay una edad para lo fantástico?
Hasta ahora los adolescentes han sido los principales compradores de Género Fantástico, por la influencia sobre todo del Rol y de las franquicias de este tipo de juegos, que han inundado el mercado. Por otro lado, el auténtico filón ahora es el público juvenil o preadolescente y el máximo exponente son los libros de Harry Potter, “best-sellers” que también pertenecen, a su manera, al Género Fantástico. Pero pienso que hay también otro tipo de público, menos masivo pero sí muy importante, compradores más adultos que buscan un producto serio y maduro. Es tarea de las editoriales presentar estas obras serias de distinta manera que las adolescentes, para que los lectores potenciales que no suelen leer Fantasía no se asusten al ver una portada de dragones y colorines. Por ejemplo, G. R. Martin y su Canción de Hielo y Fuego representa un tipo de Fantasía más adulta y que vende mucho.

Y no puedo evitar preguntarte, mientras escribes, ¿te tiendan esas campanas de escribir a un público adolescente o a un público adulto?
Mis gustos van hacia una fantasía adulta, más seria y madura, que pueda gustarle por el realismo de sus personajes a quienes no se suelen interesar por las novelas épicas, de aventura o de género fantástico. Respeto las obras juveniles, pero no es mi estilo y no creo que vaya a por ello, aunque al parecer es un mercado en alza. A riesgo de parecer ingenuo, pienso que la comercialidad es pan para hoy y hambre para mañana. Debes hacer tu propio estilo y ser honrado con tus lectores, ser coherente y poco a poco te harás un nombre y una “reputación” más o menos sólida. Si vas con las modas, vas a durar lo que duran las modas.

Terminaré pidiéndote que me cuentes si crees que hay temas que sólo pueden abordarse desde la fantasía.
La Fantasía tiene mucho de realidad, porque los conflictos de sus novelas no suelen ser muy distintos en el fondo de los conflictos de la realidad. Además, el autor, por muy “fantástico” que quiera ser, es un ser criado en nuestro mundo real y por tanto mete en sus universos mucho de lo que ve aquí, aunque no lo quiera. Por ello la Fantasía no está tan desligada de la Realidad como parece. Por supuesto, si quieres hablar de robots o de magia, sólo puedes hacerlo mediante géneros en que esto sea lo común. Pero los robots o la magia son apariencias y lo principal son los personajes, los seres humanos, cómo reaccionan ante conflictos y presiones, ya sea en el siglo X a.C., el XX o el XXX.

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