sábado, 11 de octubre de 2008

Joaquín Piqueras nos habla de sus conciertos y disconciertos




Joaquín Piqueras García nació en Alguazas (Murcia) en 1967. Poeta, narrador, ensayista y profesor de Literatura. Con su primer libro, Antología del desconcierto, ganó el premio al autor revelación del Libro Murciano del Año 2004. Concierto non grato ha obtenido el premio de poesía Martínez Baigorri. Ha sido también finalista del Premio internacional de poesía León Felipe. Estudioso de los insólitos de la poesía española. Redactor de la revista de creación literaria Ágora, papeles de arte gramático, es vicepresidente del Taller de Arte Gramático. Ha sido músico y letrista, cofundador, junto al dramaturgo Javier Mateo, del grupo Leviathan Teatro. Es, además, autor de cuentos y microrrelatos.

Una entrevista de Francisco Javier Illán Vivas.
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Joaquín Piqueras está prácticamente de estreno, ya que unas fechas antes del verano presentó su poemario Concierto non grato, premiado con el Martínez Baigorri de poesía. ¿No significa eso que el concierto ha sido grato?
Efectivamente, ha sido un “concierto muy grato”, en el sentido de que ha contado con receptores que han mostrado su gratitud hacia este poemario “desconcertante” decidiendo concederle un premio, lo cual para este autor supone una enorme satisfacción, y más cuando, como dijo otro poeta que también obtuvo anteriormente este mismo galardón, éste es uno de los pocos premios limpios y honestos que hay en este país. El reconocimiento y la publicación del libro han hecho que llegue a muchos lectores que han transmitido directa o indirectamente su satisfacción ante un concierto que temáticamente no es de lo más grato.


Un libro dividido en siete partes, como siete son las notas musicales, que aquí tienen un sentido desconcertante. DOlor, REvolución, MIedo, FAlacias, SOLedad, LApidario y SIlencio.
La estructura musical del poemario tiene su origen en la antítesis concierto-desconcierto (en la doble acepción de sorpresa y de desorden o caos, existencial y musical) – que, por cierto, remite al título de mi primer libro-. Cierto es que aquí las notas musicales adquieren la siniestra melodía del desconcierto del poeta ante la vida y un mundo que desgraciadamente, contradiciendo las conocidas palabras de Jorge Guillén, no está bien hecho.


El jurado destacó la diversidad temática y la intensidad mantenida a lo largo de la obra. Una intensidad que, en algunos momentos, es musical.
La música es esencial en este poemario, afecta a la estructura, a la imaginería, a la temática y sobre todo al ritmo de la obra. Y no sólo afecta a la obra como conjunto, sino a cada una de las partes: la melodía va subiendo en intensidad hasta alcanzar el clímax en algunos poemas especialmente intensos, sucediéndoles partes anticlimáticas, en las que entran el humor y la ironía amable. Esta misma estructura también atañe a la estructura versal de los propios poemas, en ellos encontramos crescendos y decrescendos, cadencias y anticadencias, estribillos, polifonías, y hasta partes propiamente musicales (por ejemplo, “Blues urbano en DO mayor”).


Aunque muchos poemas son bastante breves, incluso podrían parecernos sencillos, ha dado un giro más comprometido a su poesía, para expresar su desconcierto y descontento con lo que actualmente ocurre en el mundo.
El compromiso social ya estaba presente en Antología del desconcierto, pero como telón de fondo o como tema secundario, cobrando una mayor identidad una temática más personal: el tiempo, el amor, la muerte… En Concierto non grato los temas existenciales – que siguen estando- conviven con una mayor presencia del compromiso social. En mi último poemario, Orfeo desafinado, que ha quedado finalista en el VII Premio de Poesía “León Felipe”, la preocupación social vuelve a estar presente, pero el tema esencial es el amor. Hay, pues, un movimiento pendular en mi evolución poética entre compromiso existencial o personal y compromiso social, eso sí, sin abandonar en ningún momento a ninguno de ellos.
Por otro lado, la brevedad y la sencillez aparente son, según dicen los críticos, dos señas de identidad de mi estilo. Lo que ocurre es que en Concierto la sencillez – esa “maldita difícil sencillez” de la que hablaba Fonollosa – la he extremado, habida cuenta de que para que un poema realmente sea combativo y pueda despertar cierta conciencia social tiene que ser comprendido por el lector común; aunque éste se quede en un primer nivel de lectura, si el mensaje de denuncia llega – a pesar de que no detecte juegos irónicos, guiños intertextuales, paranomasias, piruetas formales, etc-, el poema habrá logrado su finalidad: una comunicación completa con el lector. Cuando en ocasiones me han invitado para recitar ante alumnos de Secundaria, he podido constatar cómo los poemas les llega, cumplen su función comunicativa con creces y además les hace reflexionar y debatir sobre problemas de candente actualidad: la violencia de género, la pena de muerte, la violencia escolar, la guerra, los desastres ecológicos…


Según las palabras de la prologuista, la poeta Raquel Lanseros, una ironía sagaz no exenta de un fino sentido del humor le permite explorar temas de contenido social sin dejar de lado una especial ternura de fondo.
Sí, efectivamente, creo que Raquel, que además de una gran poeta es una crítica perspicaz, ahí está muy acertada. La ironía y el humor hacen que la temática ingrata del poemario sea soportable y que además arroje nueva luz a los temas tratados. Una de las cosas que más suele sorprender de Concierto non grato es que se trate temas tan serios desde una perspectiva humorística e incluso muchas veces lúdica, pero precisamente ese tratamiento induce al lector a la reflexión, tras él puede haber a veces acritud e incluso rabia, pero siempre se percibe esa “ternura especial” de la que habla Raquel en el prólogo, que pienso que late en el fondo de cada poema y que provoca la adhesión – y no el rechazo- del lector.


¿Debe el poeta denunciar las ECOmentiras?
El mayor compromiso que tiene el poeta es con su propia poesía, pero en tanto que ser humano que vive en sociedad y que depende de un entorno físico, creo que también debe tener su compromiso ético y ecológico, y denunciar esas supuestas ecomentiras y ecoverdades disfrazadas forman parte de dicho compromiso. Compromiso estético-poético y compromiso social-ecológico no tienen por qué estar reñidos. La poesía, por muy pura que sea, siempre se nutre de la sustancia de la vida. La destrucción de la vida puede ser perfectamente un tema poético.


Tengo la sensación de que el poeta, la poesía, actual desea estar más en concordancia con el poder, ya sea local, autonómico o nacional, que comprometido en la lucha contra el cambio climático, por ejemplo.
Es una sensación que comparto. El poeta, a pesar de ser actualmente un ente social insignificante, está más preocupado por llevarse bien con el poder de turno, asegurándose así subvenciones, poderes editoriales…, que por luchar por los verdaderos problemas que aquejan al hombre. Y es que ser poeta experimental o experiencial y a la misma vez comprometido con la realidad de tu tiempo ahora no está de moda.


Quienes conocen su obra poética, destacan que usted ha desarrollado un estilo inconfundible, basado en el fragmentarismo, la esencialidad, la aparente sencillez, la brevedad conceptual, la lúcida mirada irónica y la verdad aforística o epigramática. ¿Se reconoce Joaquín Piqueras en esas definiciones?
Perfectamente. Cierto es que el autor una vez que da a luz su obra debe cortar el cordón umbilical que lo une a ella. Pero yo, lector, tal vez aventajado, profesor y crítico de literatura, me acerco a mi obra objetivamente y pienso que esas características definen en gran medida las composiciones de Joaquín Piqueras.


Haciendo un poco de historia, ¿qué significó para usted ser elegido como autor revelación del año 2004 en la Región de Murcia?
Para mí supuso una enorme satisfacción, todo un acicate para seguir adelante. Hay que tener en cuenta que yo escribía y escribo por necesidad y no adolezco de la “incontinencia editorial” de muchos autores, que quieren publicar a toda costa. No quiere decir que no quisiera en aquella época sacar a la luz mi primer libro, Antología del desconcierto, después de haber escrito tanto, sino que no constituía mi mayor preocupación. Los responsables de que publicara fueron mis amigos Javier Mateo y Fulgencio Martínez, ellos me convencieron de que saliera de mi particular malditismo. Y la verdad es que no me imaginaba, ni por asomo, que los resultados llegaran a ser tan gratificantes: tanto en lo que fue la edición del libro – su formato, las ilustraciones de Saura Mira, el prólogo de Fulgencio Martínez-, como en su posterior repercusión: numerosas críticas favorables y el premio como colofón a todo el proceso.


En su biografía destaca que ha sido letrista y músico. ¿Debemos entender que esa faceta de su actividad creativa la ha abandonado?
Digamos que conformaron una etapa de mi vida, una etapa inolvidablemente creativa. No obstante, aún toco el bajo y la guitarra acústica, y de vez en cuando compongo. También me gusta juntarme con los músicos con los que toqué en el pasado y desempolvar nuestras viejas canciones, así como hacer numerosas versiones de temas de nuestros grupos y cantantes favoritos. Por otro lado, las letras que a veces tarareo y compongo acaban convirtiéndose en poemas, y viceversa. No hay una frontera nítida, por lo menos en mi caso, entre letra de canción y poema.


Poeta, autor de cuentos, microrrelatos, letrista, músico, ensayista. ¿Dónde se siente más como Joaquín Piqueras?
En todos estos géneros creativos me siento Joaquín Piqueras. Con todos me identifico, aunque actualmente dedique más tiempo a unos que a otros. Uno debe ser consecuente con lo que hace y con lo que ha hecho, si lo hace con honestidad y humildad.


Y conocedor como nadie de los insólitos de la poesía española. ¿Qué es un insólito en poesía?
Un poeta fuera de lo común que por lo general no ha sido apreciado en su justa medida en la época en la que le ha tocado vivir, por apartarse de la norma al uso, por la heterodoxia de su poética, por tener una vida o una concepción poética (o ambas a la vez) poco ejemplares, por hacer caso omiso y no integrarse en el “stablishment” de las letras, etc. El autor insólito suele ser un raro, un maldito, un incomprendido, un marginado…, no pocas veces un amante de los paraísos artificiales, un suicida, un escritor infectado por el virus de la vida. El insólito escribe por necesidad y no tiene – o tiene muy pocas y en pequeñas editoriales - cosas publicadas, y desgraciadamente su obra casi siempre es reconocida después de su muerte. Yo he investigado y he escrito sobre numerosos insólitos – tanto del pasado como actuales -, primero para el programa de la SER “A vivir que son dos días” y después para la revista Ágora. Algunos ejemplos de esos insólitos son Pedro Barrantes y otros poetas bohemios de principios de siglo de la llamada “poetambre” (como Buscarini, Pedro Luis de Gálvez. Vidal y Planas, Joaquín Dicenta, Vega Armentero, el murciano Eliodoro Puche, etc.), Pedro Casariego Córdoba, José María Fonollosa, Eduardo Haro Ibars, Diego Medrano, Eduardo Hervás, Luis Hernández, etc. La verdad es que siempre he tenido cierto instinto a la hora de elegir a mis insólitos, ya que el tiempo me ha acabado dando la razón y algunos de ellos han sido después objeto de diversos estudios y de buenas ediciones (como son los casos de Hernández, Haro Ibars o Fonollosa).


Por su trabajo como redactor en la revista Ágora, papeles de arte gramático, y en la asociación Taller de Arte Gramático, le reconozco como un conocedor de la poesía regional. En el número 14 de la revista, aparece un interesante artículo sobre un portal de internet, Las Afinidades Selectivas, donde al poeta invitado le preguntan por otros poetas. ¿Cuáles esos poetas que Joaquín Piqueras citaría?
Hay muchos poetas en Murcia, algunos bastante buenos, pero no me atrevo a hacer una selección. No quiero crear Desafinidades Selectivas.


Esta sección se llama Hablando de libros, y me gustaría saber cómo ve ese futuro el profesor de lengua castellana y literatura.
Bastante negro. Las nuevas tecnologías audiovisuales han ganado claramente el terreno a los libros, y, aunque muchos se empeñen en opinar que el gusto por la lectura de los clásicos literarios jamás será desbancado por la cultura audiovisual, la realidad cotidiana de las aulas demuestra que cada vez es más difícil enseñar Literatura, inculcar el gusto por la lectura, con todos los valores que ello comporta. Nos la habemos, impotentes, con un alumnado prácticamente analfabeto, inmotivado, con muchos problemas de disciplina, que no conoce lo que es el respeto ni la tolerancia, para el que la lectura y la enseñanza de la Literatura son sinónimos de tortura. Antes me he referido a los recitales que he hecho en los institutos, que verdaderamente han sido muy gratificantes, pero los alumnos que han asistido a ellos pertenecen a grupos que han sido previamente seleccionados por sus profesores. Sólo un 20 % del alumnado en cada nivel de la ESO lee algo, y en parte porque se le obliga. Esto va cada vez peor y las políticas de educación no ayudan, sino todo lo contrario. Pongamos por ejemplo la “brillante” idea de la Consejería de Educación de quitar una hora semanal a Lengua y Literatura en 1º de Bachillerato. Viva el don de la ignorancia.


Muchas gracias.
Muchas gracias a usted.

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